martes, 30 de junio de 2009

Dudas existenciales (XIV)

Según el art. 239 de la Constitución hondureña, quien haya sido presidente no puede volver a ser elegido, y en su art. 4, considera un delito de traición a la patria la infracción de esta norma. El ex presidente Zelaya, en contra de la Constitución, el Poder Judicial y el Congreso, se ha pasado por el forro al pueblo. ¿Que las formas no han sido muy adecuadas? Vale. Pero ¿es un golpe de Estado que los militares ejecuten una orden de la Corte Suprema de Justicia? ¿Es antidemocrático que el pueblo, cuya soberanía está representada por los diputados electos, destituya a Zelaya y nombre a otro presidente? ¿Realmente es inaceptable lo ocurrido, más allá de las formas, como ha manifestado casi unánimemente la comunidad internacional, incluido nuestro presidente? ¿Puede presumir Zelaya de demócrata tras cometer un delito de traición a la patria y desobedecer al Congreso y al Poder Judicial? ¿No es acaso el apoyo de Chávez a Zelaya el mejor aval de que el Congreso hondureño ha acertado de pleno? Vamos, que tampoco veo yo tan claro eso del golpe de Estado.


lunes, 29 de junio de 2009

F(r)obia al FROB

Tras el Fondo de Adquisición de Activos Financieros, más dinero público para la banca, ésa que se ha forrado en la última década. Ésa que, a pesar de estar supervisada por los poderes públicos, tiene ahora "un potencial riesgo sistémico", en palabras del BOE. Decenas de miles de millones de euros -¡bastantes billones de pesetas!-, para pagar las reestructuraciones de las entidades de crédito, fundamentalmente Cajas de Ahorro gestionadas por políticos. Eso sí, de forma ordenada, aunque no se sabe si en su acepción de adjetivo o de participio. Del libre mercado, ése que purga los excesos como lo hace un buen cólico, nada se supo ni se sabrá. Ni se conoce su rostro, a pesar de que sea el principal acusado y ande en busca y captura.

Y para finalizar, un par de maldades. El Real Decreto publicado en el BOE el pasado sábado está sancionado por el rey el viernes -vean la última página-, en la Embajada de España en Singapur. ¿Tan grave está el enfermo como para no poder esperar a la vuelta de su majestad? ¿Y cómo pudo firmarlo ese día en Singapur si, según la Casa Real, estaba en Australia?


viernes, 26 de junio de 2009

Una de perspectiva histórica. ¡Oído cocina!

Cuando he sabido de la existencia de un estudio de la Fundación BBVA sobre la actividad inversora del sector público en España en el periodo 1900-2005, me han venido a la cabeza varias tapitas de aliño de balanzas fiscales servidas en la taberna. Si medimos el interés que suscita una entrada por el número de comentarios, parece claro que esta cuestión no interesa a nadie de los parroquianos habituales. Pero como uno es insistente y está movidito el asunto de la financiación autónoma, aquí tienen los datos del citado estudio y aquí un resumen, del que destaco lo que en él se dice sobre Andalucía y Cataluña:


"Andalucía representa el 17,8% de la población española en 2006 y ocupa el 17,4% de la superficie del país. En esta comunidad autónoma se localiza el 15,3% del capital público de España. Su peso actual es solo 0,4 puntos porcentuales inferior al de 1900, aunque ha experimentado fluctuaciones importantes durante el período analizado. En relación con otros indicadores de dimensión, se observa que tanto el capital público andaluz per cápita como por superficie han sido permanentemente inferiores a la media española" (página 5)

"Cataluña ocupa el 6,4% de la superficie de España y representa el 15,9% de la población española en 2006. En esta comunidad autónoma se localiza actualmente el 13,4% del capital público del país. Desde 1900, su peso en el stock de capital ha ganado 1,1 puntos porcentuales, con algunos altibajos. Mucho mayor ha sido el aumento de peso de su población, lo que ha provocado que el capital público per cápita en Cataluña sea inferior a la media española desde los años sesenta. En cambio, la relación capital/superficie siempre ha sido muy superior a la media, siendo Cataluña una de las comunidades mejor dotadas por kilómetro cuadrado." (página 9)


miércoles, 24 de junio de 2009

De donde no hay...(VIII)

Siete intérpretes, siete. Dos de catalán, dos de eusquera, dos de gallego y uno de valenciano, para debatir mañana con Don Manuel Chaves en la Comisión General de las Comunidades Autónomas del Senado. El señor Vicepresidente tercero comparece para explicar a qué se dedica su ministerio. No sé yo si siete serán suficientes para interpretar el verbo fluido y la brillantez dialéctica del ex presidente de Andazulía.

Bromas y dispendio económico aparte, a un debate se acude a argumentar las ideas de uno, a hacerse entender para convencer, a sacar conclusiones y, si es posible, a ponerse de acuerdo, si no en todo, al menos en parte. Si todos hablan perfectamente castellano ¿por qué empobrecer aún más el debate, máxime cuando acuden a una institución española a la que nadie les obligó a presentarse? Parece claro que la prioridad de nuestros políticos no es entenderse. ¡Valiente debate de besugos!


martes, 23 de junio de 2009

Prohibiendo que es gerundio

Hoy escuchaba en la radio las opiniones, agresivamente unánimes por cierto, de unos contertulios aplaudiendo entusiasmados la prohibición del uso del burka en Francia. También eran unánimes las de las de los oyentes que llamaban o enviaban mensajes. Es de esos asuntos recurrentes, como el del velo, que resurge cada cierto tiempo.

Los argumentos a favor de la prohibición ponían los pelos de punta, aunque seguramente sólo los míos. Decían que había que prohibirlos porque eran una imposición -argumento con el que estoy absolutamente de acuerdo cuando ello sea así, aunque para proteger la libertad individual, y no sólo del burka impuesto, ya hay leyes en Francia, lo que haría innecesaria la nueva-, pero, añadían, aunque la mujer se lo pusiera voluntariamente, también habría que prohibírselo porque seguramente estaría alienada. Llevado ese argumento hasta el final, podrían por ejemplo obligar a las mujeres maltratadas a presentar denuncia aunque no quieran, negando incluso la posibilidad de que alguna de ellas sea masoquista.

Legislar coartando las libertades individuales es un camino peligroso.


lunes, 22 de junio de 2009

Libre mercado y justicia social

Una visión desde el liberalismo

Ya argumenté en alguna ocasión por qué los liberales creemos en el Estado, aunque bien es cierto que unos más que otros. También puse de manifiesto mi visión personal sobre lo que debería ser la izquierda y sobre la aparente contradicción entre ser de izquierdas y liberal, así que allá me remito para quienes deseen contextualizar mi punto de vista sobre la ración, espero que con fundamento, que hoy les sirvo.

El otro día, al hilo de una entrada aparentemente intrascendente, el señor Ridao, poeta profesional y economista aficionado -¿o era al revés?-, e ilustre visitante de esta modesta taberna, puso sobre el mostrador lo que él considera el gran fallo de la economía de mercado: la injusta distribución de la riqueza. De su comentario se derivaron otras reflexiones que acabaron en un guante dialéctico lanzado a la cara de un servidor. Y como uno no es un cobarde, aquí estamos, al alba y con tiempo duro de levante, manda huevos -¿de qué me sonará a mí esto?-, dando la réplica, o eso espero, a la entrada del mismo título que el pendenciero Ridao habrá colgado exactamente a la misma hora por estos andurriales.

Para empezar, habría que aclarar que el liberalismo no es una teoría económica, sino fundamentalmente una doctrina política que, obviamente, termina afectando a la manera de concebir las relaciones interpersonales, de definir los límites de actuación del Estado o de entender las reglas de juego de la economía. Por ello, hay que tener cuidado con las etiquetas, porque decir liberal a secas es no decir mucho.

Pero, desenvainando ya la espada, ¿qué es el libre mercado? Normalmente, este concepto se asocia a lo que los economistas llamamos mercado de competencia perfecta, que no es más que un modelo ideal que nos sirve para identificar cuánto se aleja la realidad de lo deseable y en el que se cumplen fundamentalmente tres condiciones. Libre concurrencia, que implica la existencia de tal cantidad de agentes económicos, vendedores y compradores, que ninguno de ellos puede influir en el mercado, ni fijando las cantidades intercambiadas ni los precios. Producto homogéneo, para que al consumidor le resulte indiferente comprar el bien a uno u otro productor, de tal forma que si una empresa elevara el precio por encima del de mercado, el consumidor dejaría de comprarle por tener disponibles otras alternativas. Información perfecta, que implica el conocimiento por parte de los agentes económicos de los precios de todos los productos y factores de producción, sus características y sus posibles sustitutos.

No parece existir controversia entre los economistas respecto de que el libre mercado sea la manera más eficiente de producir, pero ¿es la más justa? Lo que define la bondad de un mercado, como forma de organizar la producción y los intercambios económicos, es el grado de eficiencia con el que crea riqueza. Y el libre mercado es, no sólo el más eficiente, sino el más justo objetivamente. Remunerará a cada agente económico en función de la utilidad que sus resultados aporten a los demás miembros de la sociedad, sin distinguir entre una persona que, por ejemplo, no sepa leer porque no ha querido aprender, y otra que no haya tenido la oportunidad de hacerlo. Tan solo constatará en forma de mayor renta que, en términos generales y para un sector dado, un ciudadano formado y que ofrece al mercado, a los ciudadanos en definitiva, lo que el mercado quiere, es merecedor de mayor recompensa. Cuestión bien distinta es la llamada justicia social, que no atañe al mercado porque se sitúa en otro plano, paralelo, incluso previo si así lo prefieren, pero en todo caso distinto. Exigir al mercado que tenga en cuenta las desigualdades, en origen o sobrevenidas, haciéndole distinguir entre las voluntarias y las azarosas, es como curar la ceguera a la justicia. Pero aterricemos. ¿Qué ocurre cuando el mercado se aleja de las características ideales antes descritas? ¿Y qué hacemos con aquellos ciudadanos cuyas rentas son escasas o nulas?

En cuanto a lo primero, parece claro que las desviaciones de los mercados reales respecto del modelo de competencia perfecta deberían ser corregidas por la acción del Estado. Si hubiese oferentes capaces de influir sustancialmente en el mercado -monopolio, oligopolio, monopsonio...-, hasta el punto de anular la libre concurrencia; o si a los consumidores se les dificultase el acceso a una información suficiente sobre los bienes y servicios que se intercambian, el Estado debería legislar para corregir esas desviaciones. Regular, pero no intervenir. No es lo mismo vigilar que no existan pactos colusorios o abusos a los consumidores, que fijar precios, subvencionar productos que no son competitivos, practicar el proteccionismo o usar los impuestos para generar demanda artificial.

Respecto de lo segundo, cabría distinguir entre aquella desigualdad resultado del esfuerzo -o de la falta de esfuerzo-, de las elecciones personales del ciudadano, y aquélla que es fruto del azar -nacer en una familia pobre, enfermedades, ...-, o del talento innato. Es decir, entre las causas endógenas y exógenas de la desigualdad en la distribución de las rentas. Parece claro que las desigualdades provocadas por las primeras deben ser asumidas exclusivamente por el individuo afectado, pero ¿debe la sociedad compensar las provocadas por las segundas? Y si debiera ser así ¿cómo identificar ambas situaciones? ¿cómo estar seguros de quién es el vago y quién el desafortunado? ¿todo el azar debe ser compensado o sólo aquél que no se derivó de una elección libre previa? Todas estas cuestiones y muchas más están claramente relacionadas con el concepto de justicia social, y sus respuestas no son tan evidentes como pudieran parecer, pero desde luego, nada tienen que ver con el libre mercado. En todo caso, puestos a hacer una reflexión sobre la mejor forma de repartir la tarta, primero debería haber tarta y, sin duda, la más grande la cocina el libre mercado.

Y para finalizar -si has llegado hasta aquí, o eres de la familia, o eres tan rarito como yo-, un caso de éxito, como dicen en las escuelas de negocio para pijos. Aquéllos que asocian libre mercado con injusticia social, sensu contrario, deberían asociar mercado intervenido con posibilidad de justicia social. Pero el mercado más intervenido y alejado de la libre concurrencia, con enorme diferencia, es el financiero. Hay pocos oferentes (entidades financieras previamente autorizadas y controladas por las autoridades); el precio (tipo de interés) del bien (dinero, productos financieros) está fijado artificialmente, así como las cantidades a intercambiar (base monetaria, coeficiente de caja); su sofisticación provoca una enorme asimetría en la información disponible para los consumidores. ¿Les suenan este escenario y sus resultados?


jueves, 18 de junio de 2009

Ignorando la ignorancia

Es lo que tiene hablar de lo que no se sabe y hacerlo además con publicidad, que a uno le pueden contestar. Y eso es lo que ha hecho Nuclenor, la empresa propietaria de la central nuclear de Garoña. Lean, lean.


miércoles, 17 de junio de 2009

De arte

Como ya habrán escuchado en los telediarios del mediodía -el parte, como decía mi abuelo-, nuestro presidente ha presumido en el Congreso de bajar los impuestos tras haberlos subido. No me digan que no tiene mérito el asunto.

Pero lo que más me ha llamado la atención ha sido uno de los argumentos que ha utilizado para defender esa presunta bajada, a saber, la supresión del Impuesto sobre el Patrimonio. Resulta que la desaparición de ese impuesto ha supuesto dejar de recaudar mil ochocientos millones de euros a los ciudadanos más ricos, cogerlos de los impuestos de todos los ciudadanos, y pagárselos a las comunidades autónomas como compensación por la supresión de dicho impuesto, tal y como se aprobó en el último Consejo de Ministros. ¿Qué tal de coherencia, señor Presidente?

No me digan que el asunto no es de arte. Vamos, para hacerle un óleo y colgarlo en el cuarto de baño como un Miró que yo me sé. Y no crean que esto acaba aquí, que la fiesta la tenemos que pagar entre todos los que estamos y los que aún habrán de venir, aunque cuando lleguen sólo queden matasuegras pisoteados y restos de serpentina por el suelo.


martes, 16 de junio de 2009

De donde no hay...(VII)

Pues poco han tardado. Resulta que Joan Herrera, diputado de ICV en el Congreso, va a registrar el próximo lunes en la Cámara Baja una proposición no de ley, en la que insta al gobierno a liderar una iniciativa europea para la limitación de los sueldos de los deportistas profesionales. Y claro, si se trata de ser el primero en dar la nota, seguro que Zapatero se va a Bruselas a las primeras de cambio.

También le va a preguntar al gobierno si piensa acometer alguna reforma al respecto y qué opinión le merecen las entidades financieras que han facilitado el crédito para la operación de Cristiano Ronaldo.

Debe ser tremendamente importante prohibir que cada cual negocie su salario libremente, o conocer la opinión de nuestro presidente al respecto en sede parlamentaria, sobre todo con la que está cayendo, pero no termino yo de cogerle la gracia al asunto. Nivelazo el de nuestro Parlamento.


domingo, 14 de junio de 2009

Cristiano

La otra mañana, mientras desayunaba tranquilamente leyendo la prensa, algunas conversaciones de los alrededores giraban en torno al precio pagado por Cristiano Ronaldo. Todos sin excepción pensaban que era inmoral pagar noventa y cuatro millones de euros -el presupuesto anual del Museo del Prado, el Reina Sofía y la Biblioteca Nacional juntos, según rezaba el periódico que un servidor tenía delante-, por un jugador de fútbol, y manoteaban indignados diciendo que estas cosas deberían estar prohibidas.

A mí también me parece inmoral, pero a diferencia de ellos, no me parece razonable imponer mi moral a los demás.


sábado, 13 de junio de 2009

El libre mercado al rescate...¡quién lo iba a decir!

Nuestro gobierno reconoce que el libre mercado genera puestos de trabajo y riqueza, sensu contrario, el intervencionismo crea paro y pobreza. La aprobación por el Consejo de Ministros de la denominada Ley Ómnibus, continúa la transposición de la Directiva Comunitaria 2006/123/CE para la liberalización del sector servicios que ya mencioné hace unos meses.

Según ellos mismos afirman, "se espera un incremento adicional del PIB de alrededor del 1,2 por ciento y la creación de entre 150.000 y 200.000 puestos de trabajo". Ante estas perspectivas tan halagüeñas, uno se pregunta por qué no se comenzaron los trabajos de transposición de la Directiva, que data de finales de 2.006, hasta hace poco más de ocho meses. O por qué llevan meses afirmando que el libre mercado ha sido el culpable de la crisis, cuando al parecer, según dicen, es la vía de solución.

En fin, que antes se coge a un mentiroso que a un cojo. Por cierto, recuérdenme que algún día les explique cómo los bancos crean dinero de la nada con la complicidad y autorización expresa de Estados y Bancos Centrales, valga la redundancia. Esas instituciones financieras, paradigmas del libre mercado -disculpen la carcajada-, que nos han llevado a la ruina.


Variaciones bajo un paraguas ausente (y V): Epílogo a un relato encadenado

[Llovía afuera y yo sin paraguas. Desde mi ático acristalado esperaba que escampara pronto, pero pasadas tres horas el agua ya alcanzaba el segundo piso. Estaba asustado, solo en casa. Fue entonces cuando lo vi. Por mitad de la avenida, en la proa de una enorme barca, venía un señor con una barba blanca. A su lado, decenas de animales emparejados. Cuando pasó a mi lado, vi a mi mujer asomada a la barandilla. No iba sola. Un adonis diez años más joven que ella iba a su lado. Entonces, lo comprendí. Era mi diluvio, pero no mi barca. (Agustín de las Heras)]

Era mi diluvio, pero no mi barca. Ésas eran las misteriosas palabras garabateadas en la nota que había quedado sobre la acera, junto al cuerpo de un varón cincuentón, bien parecido. Un caso difícil. Se había precipitado desde el ático de la novena planta, el cuerpo estaba empapado a pesar de no haber llovido y aquella nota tenía su guasa. Para colmo, en el interrogatorio, su mujer nos había explicado que llevaba cuarenta noches muy inquieto, con extrañas pesadillas sobre bacanales a bordo de una barca atestada de animales y capitaneada por un anciano de barba blanca, mientras ella, radiante y desnuda, se despedía desde la proa.


viernes, 12 de junio de 2009

Variaciones bajo un paraguas ausente (IV): Ni contigo ni sin ti...

Llovía afuera y yo sin paraguas que ofrecerle. Cuando terminamos de firmar los documentos, me ofrecí a acompañarla bajo el mío que escasamente nos cubría. Un espacio vital acogedor, de visillos apenas hilvanados con fría lluvia, y tan angosto, que hizo que nuestros cuerpos se buscaran, que su pecho retozara alegre sobre mi antebrazo al ritmo de nuestros pasos, que su mano cálida se posara sobre mi hombro, que nuestras miradas desconcertadas se interrogaran, que el deseo más primario perfumase los alientos. Cuando desperté en su cama, reposaban esparcidos por el suelo del dormitorio, rotos en mil pedazos, los papeles firmados del divorcio. Una vez más.


jueves, 11 de junio de 2009

Variaciones bajo un paraguas ausente (III): Impostura

Llovía afuera y yo sin paraguas, pensó preocupado mientras mantenía el equilibrio a duras penas y su vieja maleta, sucia y desvencijada, rodaba desde el cuarto piso escaleras abajo desnudándose a cada golpe. Recogió a trompicones el reguero de ropa y se sentó resoplando en el suelo húmedo de pisadas del zaguán. Sin paraguas, llegaba tarde y llovía a mares. No pudo contener las lágrimas. La lluvia apagaría sus brillos, desperezaría los rizos de su peluca naranja y convertiría en un borrón multicolor su alegre cara de payaso antes de llegar al cumpleaños. Y volvería a ser él.


miércoles, 10 de junio de 2009

Variaciones bajo un paraguas ausente (II): Humor propio

Llovía afuera y yo sin paraguas, dijo riéndose a carcajadas mientras nos contaba su última batallita. Al principio me daba un poco de vergüenza ajena que se respetase tan poco. No entendía por qué aquellas bromas sobre sí mismo parecían divertirle tanto. Pero a pesar de todo, me tragaba la tristeza y soltaba una carcajada apócrifa. Hasta que un día se puso serio, me miró y me dijo que él era feliz así, y que haber nacido sin brazos era infinitamente mejor que haber nacido eternamente triste como yo.


martes, 9 de junio de 2009

Variaciones bajo un paraguas ausente (I): Peligrosa alteridad

Llovía afuera y yo sin paraguas. Era la excusa perfecta. Desde que llegué a aquel sanatorio mental, siempre había deseado corretear desnudo bajo la lluvia por sus hermosos jardines, chapotear en los charcos para mojarme desde abajo, pasar desapercibido entre el resto de chiflados. Justo cuando empezaba a desabrocharme excitado el cinturón del pantalón, llegó corriendo la enfermera haciéndome señas apresuradas con el brazo en alto. Disculpe la tardanza, aquí tiene mi paraguas, espero que no le avergüence el estampado de flores, doctor Fernández, me dijo entre jadeos antes de desearme un buen fin de semana. Hasta el lunes, Carmen, contesté contrariado recomponiendo la figura.


lunes, 8 de junio de 2009

Por imperativo legal

Simple y llanamente vergonzoso. Nuestro presidente dice que es un asunto que no compete al Parlamento nacional, puesto que se produjo cuando el protagonista era Presidente de la Junta de Andalucía. La Junta de Andalucía, a través del ínclito Pizarro, dice que como no es ni diputado ni presidente andaluz, reglamentariamente no puede intervenir en el Parlamento autonómico. Y mientras se pasan la patata caliente de uno a otro, el señor Chaves remite una carta al periódico El Mundo para dar las explicaciones que se niega a ofrecer al pueblo allá donde debe hacerlo.

De todos los argumentos empleados en la carta, quizás el más vergonzoso para el propio Chaves sea el contenido en el primer punto. Como no es creíble que un licenciado en Derecho, profesor universitario y alto cargo de la Administración durante más de veinte años no sea capaz de distinguir el concepto jurídico de "imperativo legal" -aquél al que, por ejemplo, está sometido el rey al estar obligado a sancionar las leyes, le gusten éstas o no-, de la necesidad de ratificación, a efectos de control, de determinados acuerdos para la validez de los mismos, sólo cabe concluir que su grado de desfachatez ha alcanzado ya límites inimaginables. Por si a alguien aún no le ha quedado claro, el señor Chaves tenía que ratificar el acuerdo de subvención adoptado por el Consejo Rector de la Agencia de Innovación y Desarrollo de Andalucía -organismo dependiente de la Junta-, si, y sólo si, consideraba que esa subvención debía concederse, pero en ningún caso tenía la obligación legal de ratificarla si entendía lo contrario.

Como quedó dicho hace ya algunos días, presunción de culpabilidad política cuando no se reaccione de manera fulminante ante acusaciones de corrupción. Claro que si después, en esta Andalucía de corrupciones, clientelismo y paro, las elecciones las vuelve a ganar el dueño del cortijo...

Por cierto, enhorabuena a UPyD, un rayo de esperanza para la complicada regeneración democrática de este país.


viernes, 5 de junio de 2009

Comprimidos de arte literario

Releyendo un sabroso librito de Benedetti, "Despistes y franquezas", se me han vuelto a clavar en la memoria estas deliciosas obras de arte que no puedo evitar poner sobre el mostrador. Espero que les aproveche.

Su amor no era sencillo

Los detuvieron por atentado al pudor. Y nadie les creyó cuando el hombre y la mujer trataron de explicarse. En realidad, su amor no era sencillo. Él padecía claustrofobia, y ella, agorafobia. Era sólo por eso que fornicaban en los umbrales.


Graffiti sin muro

Las modas pasan, los escombros quedan

Los parricidas son huérfanos precoces

Lo grave no es el pecado original, sino las fotocopias

Los únicos ángeles de que recelo son los demonios disidentes


jueves, 4 de junio de 2009

Más de lo mismo

¿Se imaginan que a los tres mejores corredores de maratón les permitieran salir media hora antes que a los demás porque en el último campeonato del mundo llegaron los primeros? Pues eso mismo les hacen a los partidos políticos cuando se enfrentan a unas elecciones: tienen más oportunidades de explicar su mensaje quienes menos lo necesitan.

Democracia de calidad, sí señor. Anoche, en el ¿debate? a cinco de TVE, no estuvo UPyD. Desde luego, conmigo no contaron para verlo. Tampoco para votarles. El presidente de RTVE ignoró la carta de queja que Rosa Díez le envió la semana pasada, la Junta Electoral Central rechazó la reclamación por extemporánea y los partidos participantes -tampoco es que un servidor esperase ningún gesto de limpieza democrática por su parte-, se prestaron a un debate patético.

El Domingo votaré a UpyD. Sin ninguna duda.


miércoles, 3 de junio de 2009

De donde no hay...(VI)

Don José Blanco, que ahora ya es ministro y hay que tratarlo con respeto, ha dicho hoy que "no quiere que la hipocresía y la doble vara de medir sea la que utilice permanentemente esta formación (el PP) para juzgar a cirios y a troyanos".

Con dos cojones. ¿De dónde serán los cirios? ¿De Ciria, que diría un lepero? ¡Que hay que viajar más Pepiño!






Presunción de culpabilidad

Así como en el terreno jurídico nuestra Constitución consagra el principio de presunción de inocencia, en el terreno político es democráticamente insano invocarlo. ¿Se imaginan que para ejercer su función de control, para poner en marcha una comisión de investigación o para que le entreguen un expediente con el que poder verificar la legalidad de una determinada actuación del ejecutivo, los partidos de la oposición tuvieran que demostrar previamente que el gobierno es culpable? Ya sé que no necesitan imaginarlo, pero en fin.

En todo caso sería saludable distinguir entre ambos planos, el de las responsabilidades civiles o penales, y el de las responsabilidades políticas, porque las reglas de juego no debieran ser las mismas. En el primero, uno tiene derecho a no aportar pruebas que le incriminen y en el segundo, está obligado a aportar pruebas que le eximan. En el primero, uno actúa en nombre propio, y en el segundo, en nombre de los ciudadanos, a los que debe lealtad.

Presunción de culpabilidad pues para aquellos gobernantes que, ante la más mínima sospecha de delito o inmoralidad, se enrocan reclamando la presunción de inocencia, negando la información disponible a los representantes legítimos de los ciudadanos y vetando los instrumentos políticos de investigación existentes. ¿Por qué un gobernante bajo sospecha no salta como un resorte para poner a disposición del Parlamento toda la documentación disponible, con luz y taquígrafos? Porque es culpable.


martes, 2 de junio de 2009

La caja (a)tonta

Algunos miles de millones de euros -¡cientos de miles de millones de pesetas!-, nos cuestan a los ciudadanos las televisiones públicas. Y total ¿para qué? Si la televisión pública tuvo algún sentido en los albores de nuestra democracia para la formación de uno de los pilares del Estado democrático, la llamada opinión pública libre, hace ya tiempo que dejó de tenerlo. Y no sólo por la proliferación de televisiones privadas y otros medios de comunicación de masas -prensa, radio, internet...-, que debieran garantizar por sí mismos la pluralidad de la información a la que tienen acceso los ciudadanos, sino porque una opinión pública realmente libre es el resultado de la formación y educación de la audiencia y los lectores, no de la mera existencia de medios de comunicación plurales.

Es evidente que la información de los medios de masas, incluidos los públicos, es parcial y fragmentaria, consecuencia inevitable de su deseable pluralidad. Por un lado, transmiten una determinada visión de la realidad a través de lo que cada uno de ellos considera noticia, y por otro, se posicionan ante ellas de una determinada manera a través de los denominados creadores de opinión. Frente a esta situación, lo único que garantiza una opinión pública libre es la educación y la cultura. Una persona razonablemente formada compensa con creces la parcialidad de la información, es capaz de contextualizarla y se enfrenta de manera diferente, con más elementos de juicio e instrumentos críticos, a la lectura de un periódico o a un programa de televisión. Para una democracia fuerte es imprescindible un pueblo culto y libre, que conozca y comprenda las distintas alternativas, que sea exigente con sus representantes.

Por tanto, si a estas alturas la televisión pública no contribuye a la formación de una opinión libre, o al menos no más que las demás, ¿no sería más rentable para el interés general cerrarlas e invertir esos miles de millones en educar ciudadanos capaces de enfrentarse a los medios de masas de una forma menos pasiva e ingenua, más crítica y responsable?





lunes, 1 de junio de 2009

¿Mensaje subliminal?

Si ya es llamativo que tengamos una ley electoral escasamente democrática para regular la elección de nuestros representantes, no lo es menos que en esa misma ley se prohíba la difusión de encuestas durante los cinco días previos al de la votación. Y no tanto por la prohibición en sí misma, como por el mensaje subliminal que la misma lanza, a saber, que los ciudadanos somos tan ignorantes y manipulables como para que el resultado de un sondeo el día antes de la votación nos haga cambiar de opinión. O quizás no sea tan subliminal.