lunes, 30 de junio de 2008

¿Qué hay de lo mío?

Está visto que aquí, el que no llora no mama. Claro, con tanto mamón suelto, cada vez tocamos a menos teta. Así que, con el rancio ¿qué hay de lo mío?, me dispongo a preguntar cuándo cojones me va a devolver la pasta que me debe Hacienda. Sí, ésa de ubres infinitas y pezones enormes. Ésa que dicen que somos todos. Unos más todos que otros, dicho sea de paso.

Desde hace más de cuatro años, cada 2 de Mayo antes de las nueve de la mañana, mi declaración viaja a la velocidad de la luz a lomos de internet. Es una manía tonta que tengo. No sé por qué, pero me hace ilusión que me devuelvan cuanto antes lo que me birlaron de más. Ya ven. Caprichoso que es uno. Que siempre me sale a devolver, oigan. Y que qué poco tino tienen conmigo cuando calculan las retenciones. Y las ganas que tengo de que me salga a pagar algún año.

Ahora que, eso sí, siempre, antes de que terminara el mes de Mayo, mi cuenta corriente esbozaba una amplia sonrisa mostrando sus dos dientecitos de leche. El año pasado, por ejemplo, el veintitrés de Mayo ya estaba el gato en la talega.

Este año la presenté a las ocho y veinte de la mañana. Prontito ¿eh?. Ya saben aquello de que a quien madruga, Dios le ayuda. Incluso a los pecadores agnósticos como yo. Pero ¡ay! de todos es conocido el mal rollito creciente de este gobierno con los representantes de Dios en la Tierra. Así que se jodió el invento. Son las fechas que son y sólo he olido los doscientos euros de la nómina que iban a ser cuatrocientos de una sóla vez y de inmediato. ¡En cuanto gane las elecciones!, mentía a todo aquél que quisiera escucharlo.

Que digo yo que si se quiere fomentar el consumo con más liquidez en manos del público, argumento con el que se justificaron los susodichos cuatrocientos euros, que luego fueron doscientos al contado y serán otros doscientos a treinta, sesenta, noventa, y blablabla, ¿no sería más efectivo pagar cuanto antes a los ciudadanos lo que se les adeuda por las declaraciones a devolver? ¿O es que tan avanzada está la no crisis de nuestra hermosa Hacienda, que ya tiene problemas de tesorería?

Así que, ¿qué hay de lo mío, señor presidente?


domingo, 29 de junio de 2008

Su amigo Jordi

Hoy escribe Jordi Sevilla en el suplemento de economía de El Mundo, en su sección semanal Luces Largas, un artículo titulado "Setenta medidas para una no crisis". A la vista de su contenido, debió quedarse con ciertas dudas sobre el provecho que nuestro presidente obtuvo de aquel par de tardes que le dedicó tiempo ha.

Puede que sólo sea una apreciación deformada por mi habitual recelo cuando de políticos se trata, pero ya en el título pone sobre la mesa las seis balas, seis, con las que carga el tambor del revolver que está a punto de disparar.

"La verdad es que, para no ser nada, el Gobierno está empezando a tomarse muchas molestias con la cosa económica". Pum. La primera destrozó la rótula de la pierna derecha del que fuera su peor alumno. Y peor amigo.

"Sin embargo, el acierto o no de la política económica anticíclica no se puede medir al peso o por el número de medidas adoptadas". La segunda levantó una pequeña nube de polvo junto a la rodilla sana que se apoyaba en el suelo, impidiendo que su dueño perdiera la eterna sonrisa al caer de bruces.

Con la tercera, "...no sé muy bien qué tiene que ver con la coyuntura económica otras medidas como transponer la Directiva comunitaria de Servicios, la privatización parcial de AENA, la Ley de Puertos o un nuevo intento de reformar la Formación Profesional. Son cosas que hay que hacer. Incluso que es bueno que se hagan. Pero con el ajuste del ciclo, tienen poco que ver. ¿O no se harían si estuviésemos creciendo al 4%? Si tenemos en cuenta además que varias de ellas no entrarán en vigor hasta 2009, queda clara la diacronía entre las mismas y la parte adversa del ciclo económico...", le desarmó de un disparo certero en el revolver que empuñaba con su mano izquierda.

"La próxima semana asistiremos en el Parlamento a un debate monográfico sobre estos asuntos con la intervención del presidente del Gobierno.Tengo que reconocer que me gusta más ese modelo que la presentación en foro neutral de un Informe Económico importado de otras tradiciones políticas." Pum. Disparo al aire. Advertencia. No está bien querer escaquearse de ir al Congreso a dar explicaciones ni intentar a toda costa enviar a Pedro Solbes, negociando por debajo de la mesa con ciertos grupos parlamentarios.

Resultará interesante saber cuándo disparará las dos balas que le quedan en el tambor. Por cierto ¿por qué usa el correo electrónico del Congreso para firmar sus artículos en medios privados?


viernes, 27 de junio de 2008

¡Qué pocas luces!

El ministro de Industria, Miguel Sebastián, afirmó tras el Consejo de Ministros que aprobó la subida de tarifas eléctricas, que el déficit tarifario, al que denominó déficit Rato-Montoro, es "una hipoteca invisible, porque los consumidores se están endeudando a un plazo de 15 años". También dijo que "es un sistema insolidario con los consumidores futuros" y que "incentiva el consumo energético en exceso, porque provoca mayores consumos y alimenta de forma artificial los beneficios de las compañías eléctricas, aumenta las emisiones de CO2, contribuye al cambio climático y perjudica a la balanza exterior española porque aumenta las importaciones energéticas". ¡Qué bien lo ha dicho, coño! Estaba deseando poder darle la razón a alguien del gobierno.

Pero uno se pregunta a continuación, sabiendo que el déficit acumulado en las legislaturas del PP ascendió a unos 1.500 millones de euros -aproximadamente el 10% del déficit actual-, y que la opinión del ministro es la que acaba de manifestar, por qué se ha seguido aumentando ese déficit año tras año desde 2004, por qué las nuevas tarifas aprobadas por él en 2008 siguen contribuyendo al déficit, por qué no se fomenta la energía nuclear.

Debe ser jodido tomar una decisión a sabiendas de que es un error. Y más jodido aún criticarla públicamente horas después. ¿Será que el nuevo ministro tiene pocas luces? ¿Será que nos toma por imbéciles? ¿O será que somos imbéciles?


La Coalición

Así se llama el nuevo grupo de presión creado por la SGAE, EGEDA (Entidad de Gestión de Derechos de Productores Audiovisuales), Promusicae (Productores de Música de España) y otros depredadores.

El nombre completo es Coalición de Creadores e Industrias de Contenidos, pero ellos mismos se autodenominan La Coalición. El nombrecito tiene tela. La Coalición. No me digan ustedes que no suena a mafia pura y dura. Pues bien, según ellos mismos dicen en un comunicado, sus objetivos son la promoción de cambios legislativos que garantice el respeto a la propiedad intelectual, lograr que el Gobierno lidere la lucha contra la piratería, llegar a un acuerdo con los proveedores de servicios de internet para combatirla, etc... Vamos, un grupo de presión puro y duro, con la SGAE a la cabeza. ¿Y adivinan a quién han fichado de latiguero mayor? Ya pueden cerrar sus ojos asombrados y parpadear antes de que se les sequen. O de que se los saquen.

Ahora que ya cobran por todo aquello que sea susceptible de ser usado para hacer una copia privada, aspiran a que no tengamos nada que copiar. Sobre la copia privada, dice la SGAE en su página que:

"Según la Ley de Propiedad Intelectual una obra ya divulgada puede ser reproducida sin autorización del autor cuando dicha reproducción se hace para uso privado del copista y siempre que la copia no sea objeto de utilización colectiva ni lucrativa. Por tanto, un usuario particular no tiene que solicitar autorización del autor/es de una obra musical o audiovisual cada vez que graba la misma para su propio uso, y sin que vaya a ser objeto de negocio."

También dice que:

"Es obvio que cada vez que se hace una copia de un disco para uso privado, se deja de vender un ejemplar del mismo, por lo que hay que compensar de alguna manera a los titulares de las obras contenidas en el mismo, por los ingresos que dejan de percibir."

Por otro lado, el art. 31.2 de la Ley de Propiedad Intelectual (LPI) dice que "no necesita autorización del autor la reproducción, en cualquier soporte, de obras ya divulgadas cuando se lleve a cabo por una persona física para su uso privado a partir de obras a las que haya accedido legalmente y la copia obtenida no sea objeto de una utilización colectiva ni lucrativa"

Veamos pues. Si alguien compra un CD original y hace una copia para su uso particular -para que no se le raye el original, por ejemplo-, parece claro que no se ha dejado de vender un ejemplar del CD. En ese caso, no debería pagar el canon porque no hay nada que compensar a los titulares de la obra. Como ese alguien no se libra de pagar el canon, quiere ello decir que no es ése el supuesto al que la ley se refiere cuando habla de compensación por copia privada, magnífico eufemismo por cierto.

¿A qué supuesto podrá referirse entonces? Pues sólo puede referirse al caso en que quien haga la copia privada no haya comprado la obra original. Por ejemplo, mi querido aguaó me acerca a casa su original de Amelie para que me haga una copia, o lo pone en su disco duro para que me conecte a su equipo y lo descargue al mío, o lo busco en la red. Todas ellas no son más que distintas maneras en que un particular puede poner a disposición de otro una obra original. Por otro lado, cuando el art. 31.2 de la LPI habla de obras a las que haya accedido legalmente ¿qué entiende por acceso legal a la obra?. No puede referirse a la compra de la misma, pues ya hemos visto en el párrafo anterior que en ese caso no estaría autorizado el cobro del canon por no haber tampoco perjuicio que compensar al autor. Sólo puede referirse, por tanto, a que alguien me la ceda voluntariamente para copiarla.

Si, como pretenden, convirtieran en ilegal que un particular pusiera voluntariamente a mi disposición el contenido de su ordenador mediante cualquier tecnología, es evidente que estarían impidiéndome elegir la forma en que puedo acceder a las obras cuyo original no he adquirido y limitando las posibilidades de hacer copias privadas de aquéllas. Así pues, si prosperasen los deseos de La Coalición, se vaciaría de contenido esta segunda interpretación del art. 25 de la LPI.

Por último, fíjense en lo que contestaba Pedro Farré, Director de Gobierno Corporativo de la SGAE, ante una pregunta de un internauta en un encuentro digital allá por 2007, a ver si huelen, siquiera de lejos, algún atisbo de condena a la piratería:

Pregunta: ¿Os dais cuenta de que con la implantación del canon estáis legitimando que piratee lo que me dé la gana?

Respuesta: La gente se copia obras y eso está bien. Lo que pedimos, porque es de justicia, es que se retribuyan mínimamente esas copia. Que sepa todo el mundo que las tarifas por copia privada son muy bajas. En modo alguno se puede afirmar, como dice la industria, que esos pequeños pagos constituyan un freno para el desarrollo de sus negocios. De hecho, ¿cuándo se han vendido más CDs y DVDs vírgenes? ¿Antes o después de que se creara el canon? La respuesta es clara: hoy (con el canon implantado) se venden un 1000% más de Cds y DVDs que hace cuatro años.

Y entonces ¿qué?, me pregunté dubitativo mientras me despertaba del sueño la brusca patada en la puerta de los esbirros de Don Corleone. ¿Que qué de qué?, me respondí incrédulo volviéndome a dormir resignado y con dolor de cabeza.


Así es la vida

El pasado domingo, cuando volvimos de la playa, encontramos una cría de mirlo en la calle. Sí, hijo de... esos otros mirlos que se comen mis ciruelas justo antes de que reciban esa segunda mano de morado con el que se maquillan, como si pretendieran avisar de que ya están listas para conocer varón. Estaba acurrucado en un rincón y acobardado. Apenas volaba, a pesar de que ya vestía plumas de adolescente y boqueras en franca retirada. Si lo dejábamos allí, su mala suerte sólo sería el preámbulo de una muerte segura, así que decidimos -bueno, mi hijo decidió-, que había que hacer algo. Lo recogió y lo soltamos en el jardín, seguros de que sus padres, que siempre andaban merodeando por allí, lo encontrarían.

Así fue. Era todo un espectáculo ver cómo aquellos comedores compulsivos de ciruelas y cagadores profesionales de tapias recién pintadas, le traían la comida. Mi hijo y, por qué no decirlo, toda la familia, andábamos pendientes del nuevo invitado. Éramos conscientes de la provisionalidad de la situación, pero en nuestro fuero interno anhelábamos que cuando pudiera volar, no se marchara. Nos alegró comprobar que sus padres, día tras día, acudían varias veces a ofrecerle un banquete de gusanos e insectos. Mi hijo, ya de vacaciones, andaba todo el día pendiente de él. Lo cogía, lo acariciaba, lo soltaba, lo volvía a coger, le ponía un recipiente con agua, comprobaba constantemente cómo estaba...

Pero este jueves lo encontró muerto. Me lo dijo por teléfono. No pude ver su cara, pero mis oídos miraban el retrato que de ella pintaba su voz. Aunque se empeñara en distorsionarla para que sonara normal, la decepción y una cierta tristeza sobresalían como armónicos rebeldes. Imagino que a él también le sonó falsa mi respuesta de no te preocupes, no pasa nada, hemos hecho todo lo que estaba en nuestras manos.

Me pregunto qué sentirían sus padres al no encontrarlo. Si pensarían que éramos unos desalmados y que, finalmente, habíamos decidido acabar con él. Si también sentirían tristeza.


miércoles, 25 de junio de 2008

Imaginación en negro

Mientras iba en el coche con la radio puesta camino de Madrid, escuché de refilón que mencionaban a José Luis Alvite. Hacían una crítica de su último libro y hablaban de un mundo creado por él: el Savoy. Cuando lo mencionaron, recordé vagamente haber leído algo sobre él, pero no era consciente de que me hubiese impactado. Tan aduladora era la crítica sobre su buen escribir, que en cuanto llegué al hotel, tras colgar las camisas para que escurrieran las arrugas y ponerme cómodo, saqué el portátil, busqué en mi bolsillo el código de la conexión wifi que había solicitado al recepcionista y me encomendé a san gúgel.

Imperdonable. Llevo un buen rato leyendo parte de lo que circula de él por la red. Apuntaré en mi debe no tener en mi estantería ninguno de los dos libros de Alvite. Incluso asumiré la vergüenza de reconocer que no me llamó la atención lo poco que leí de él hace algún tiempo. Quizás por ese aire de novela negra que impregna su mundo literario en torno a ese garito llamado Savoy. Jamás he sido un fan de ese tipo de literatura. Pero nunca es tarde para rectificar.

Y para compensar, aunque sea mínimamente, el agravio, ahí va un artículo suyo publicado en La Razón el 22 de Enero de 2003, denominado "El Savoy (I)". Saboreen cada frase, cada metáfora, cada símil, cada gramo de ironía y cinismo.

A estas alturas creo que ya todos sabemos que el jefe del Savoy es Ernie Loquasto, un tipo escarmentado por la vida que ya sólo se da prisa para perder el tiempo. Fue él quien me dijo que «de un tipo se sabe que es tranquilo cuando entre cigarrillo y cigarrillo, aprovecha para fumar». Una madrugada también me dijo que «un buen reloj sólo sirve para que las mujeres elogien tus modales». Acerca del matrimonio las ideas de Ernie son relativamente pintorescas. Suele decir que «el segundo matrimonio es una manera como otra cualquiera de separar el primero del tercero». Algo parecido le escuché al jefe cuando una noche en el club se me dio por evocar paisajes. Ernie me miró y me dijo: «¿El paisaje? Bobadas, Al. El paisaje sólo es lo que un fugitivo necesita para cambiar de ciudad». Del ex boxeador Sony «Sweet» Sullivan os hablé unas cuantas veces. Lleva años alejado del ring pero aún conserva secuelas de los golpes. A veces se acerca al barman del Savoy y le pregunta por el andén del tren a Chicago. En el boxeo no ahorró dinero. Gastó bastante en juergas con mujeres y dice la leyenda que un buen puñado de billetes el muy idiota los guardó en el fuego. Y cuando se dio cuenta, era un pobre diablo con el dinero justo para necesitar mucho más. Los billetes que le quedaban dicen que los gastó en pagarle al tipo que le enseñó a contarlo. También se dice de él que el hueso más duro de su rostro es la cereza del martini. Una madrugada me contó que en sus malos tiempos tras malgastar el dinero del boxeo, espesaba la saliva en la boca para tener algo que comer. Dudo que sea cierto, pero también se corrió por ahí que Sony había compartido la dentadura postiza con un ex-jugador de béisbol. ¡Pobre Sony! Dice que «en los Buenos tiempos del Madison, yo era negro como carbón a oscuras pero tenía un dinero, muchacho, así que, ¡lo que son las cosas! las chicas me confundían con Troy Donahue». Al piano suele sentarse el entrañable Larry Williams, un tipo que en los ensimismados momentos de nostalgia, toca suave como si interpretase a Gershwin con las manos en los bolsillos. Larry se casó tres veces. De sus ex esposas lo más íntimo que conserva son números de tres teléfonos cortados.


martes, 24 de junio de 2008

Cuento: Un final rebelado

Puso el punto final y sonrió satisfecha. Terminó el relato que supondría un antes y un después en su corta experiencia de escribidora de cuentos. Todos sus lectores, escasos aunque fieles, esperaban con impaciencia la publicación de cada escrito, convencidos de que siempre valía la pena hacer la aburrida travesía de los párrafos previos con los que incitaba, incluso al más sagaz de los lectores, a dejarse conducir dócilmente hacia un inesperado final. Todos anhelaban su dosis semanal de estupor.

Pero esta vez, cuando se publicara en el próximo suplemento dominical, la sorpresa sería la ausencia de ésta. Harta ya de que la onda expansiva de la explosión final sólo dejara cascotes del mimo con el que construía la trama, había decidido coser los bajos de este último relato con los pespuntes anodinos de la normalidad. Era consciente del riesgo. Cabía la posibilidad de que la responsable de su éxito fuera sólo la calidad de su imaginación y no la brillantez literaria de su escritura. En ese caso, enterraría su fantasía bajo el peso de las palabras que jamás volvería a escribir. Debía averiguarlo. No podía vivir con aquella desazón.

Como todos los domingos, aquél se levantó temprano. Salió a la puerta a recoger del buzón la prensa y se preparó el desayuno. Aún en pijama y ante un café recién exprimido, abrió el suplemento. Sus ojos se abrieron aún más que las enormes páginas. La taza, que ya había adquirido velocidad de crucero a bordo de su mano, quedó paralizada a mitad de trayecto. Con el brusco frenazo, un par de diminutas gotas de café con leche consiguieron escapar, multiplicando espectacularmente su tamaño cuando el papel de periódico, eternamente sediento, consiguió engullirlas con el ansia de una magdalena caducada en pleno agosto.

No podía ser. Ése no era el relato que ella había enviado el viernes a la redacción. Lo volvió a leer más despacio. Bueno, sí. Era el mismo que envió, excepto en su desenlace. Se podía leer perfectamente toda la trama. El sufrimiento de aquella mente privilegiada y su familia cuando le diagnosticaron la extraña enfermedad mental. Sus sensaciones al ser internado en un psiquiátrico. La impotencia ante el fracaso de todos los tratamientos conocidos. La angustia de decir sí a un tratamiento experimental, nunca antes ensayado en seres vivos. Todo estaba allí. Magistralmente retratado con la infinita gama de colores que pueden nacer del negro sobre blanco.

Pero el final, ese final que no debía eclipsar la belleza de un relato cuidado hasta el más mínimo detalle -quizás el mejor de todos los que había escrito hasta entonces-, no era su final. Aquel final simplón con desenlace feliz y que debía lucir de esta guisa, "...tras dos largos meses de tratamiento experimental, alcanzó a transformarse en cuerdo. Llevaban treinta años tratándolo sin éxito y, ante el asombro de los médicos presentes, el cuerdo comenzó a hablar con palabras doctas y sapiencia admirable. Como antes de la larga enfermedad", se había transmutado en otro de similar apariencia pero de sentido radicalmente distinto. El nuevo final se parecía extrañamente al tipo de desenlace que su lector habitual esperaría de ella. Hasta tal punto era sorprendente, que terminó apropiándose, con su narcisismo de parásito engreído, de la brillantez de los párrafos que le precedían. Como siempre.

Pasados los primeros momentos de iracunda incertidumbre, la razón de su desdicha se le mostró desnuda e inverosímil. ¿Un mensaje del destino? ¿Una extraña casualidad? Lo cierto es que, desde el comienzo del final del relato hasta el final de la página, incluyendo el resto de noticias, un error tipográfico había mutilado algunos vocablos sin la más mínima compasión. Había hurtado la letra u a todas aquellas palabras que originalmente deberían lucirla tatuada en sus cuerpos de papel y tinta.


Invita la casa. Hoy: Manifiesto por la lengua común

Se ha puesto en marcha una iniciativa para solicitar al Parlamento, nuestro Parlamento, medidas legales que garanticen, entre otras cuestiones, el derecho de todos los ciudadanos a recibir la enseñanza en castellano. Como quiera que firmo hasta la última coma del manifiesto, lo reproduzco a continuación en su integridad. Para todo aquel que quiera hacerlo, existen formularios de adhesión en varios de los medios digitales más importantes.


MANIFIESTO POR LA LENGUA COMÚN

Desde hace algunos años hay crecientes razones para preocuparse en nuestro país por la situación institucional de la lengua castellana, la única lengua juntamente oficial y común de todos los ciudadanos españoles. Desde luego, no se trata de una desazón meramente cultural -nuestro idioma goza de una pujanza envidiable y creciente en el mundo entero, sólo superada por el chino y el inglés- sino de una inquietud estrictamente política: se refiere a su papel como lengua principal de comunicación democrática en este país, así como de los derechos educativos y cívicos de quienes la tienen como lengua materna o la eligen con todo derecho como vehículo preferente de expresión, comprensión y comunicación.

Como punto de partida, establezcamos una serie de premisas:

1. Todas las lenguas oficiales en el Estado son igualmente españolas y merecedoras de protección institucional como patrimonio compartido, pero sólo una de ellas es común a todos, oficial en todo el territorio nacional y por tanto sólo una de ellas -el castellano- goza del deber constitucional de ser conocida y de la presunción consecuente de que todos la conocen. Es decir, hay una asimetría entre las lenguas españolas oficiales, lo cual no implica injusticia (?) de ningún tipo porque en España hay diversas realidades culturales pero sólo una de ellas es universalmente oficial en nuestro Estado democrático. Y contar con una lengua política común es una enorme riqueza para la democracia, aún más si se trata de una lengua de tanto arraigo histórico en todo el país y de tanta vigencia en el mundo entero como el castellano.

2. Son los ciudadanos quienes tienen derechos lingüísticos, no los territorios ni mucho menos las lenguas mismas. O sea: los ciudadanos que hablan cualquiera de las lenguas cooficiales tienen derecho a recibir educación y ser atendidos por la administración en ella, pero las lenguas no tienen el derecho de conseguir coactivamente hablantes ni a imponerse como prioritarias en educación, información, rotulación, instituciones, etc... en detrimento del castellano (y mucho menos se puede llamar a semejante atropello «normalización lingüística»).

3. En las comunidades bilingües es un deseo encomiable aspirar a que todos los ciudadanos lleguen a conocer bien la lengua cooficial, junto a la obligación de conocer la común del país (que también es la común dentro de esa comunidad, no lo olvidemos). Pero tal aspiración puede ser solamente estimulada, no impuesta. Es lógico suponer que siempre habrá muchos ciudadanos que prefieran desarrollar su vida cotidiana y profesional en castellano, conociendo sólo de la lengua autonómica lo suficiente para convivir cortésmente con los demás y disfrutar en lo posible de las manifestaciones culturales en ella. Que ciertas autoridades autonómicas anhelen como ideal lograr un máximo techo competencial bilingüe no justifica decretar la lengua autonómica como vehículo exclusivo ni primordial de educación o de relaciones con la Administración pública. Conviene recordar que este tipo de imposiciones abusivas daña especialmente las posibilidades laborales o sociales de los más desfavorecidos, recortando sus alternativas y su movilidad.

4. Ciertamente, el artículo tercero, apartado 3, de la Constitución establece que «las distintas modalidades lingüísticas de España son un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección». Nada cabe objetar a esta disposición tan generosa como justa, proclamada para acabar con las prohibiciones y restricciones que padecían esas lenguas. Cumplido sobradamente hoy tal objetivo, sería un fraude constitucional y una auténtica felonía utilizar tal artículo para justificar la discriminación, marginación o minusvaloración de los ciudadanos monolingües en castellano en alguna de las formas antes indicadas.

Por consiguiente los abajo firmantes solicitamos del Parlamento español una normativa legal del rango adecuado (que en su caso puede exigir una modificación constitucional y de algunos estatutos autonómicos) para fijar inequívocamente los siguientes puntos:

1. La lengua castellana es COMUN Y OFICIAL a todo el territorio nacional, siendo la única cuya comprensión puede serle supuesta a cualquier efecto a todos los ciudadanos españoles.

2. Todos los ciudadanos que lo deseen tienen DERECHO A SER EDUCADOS en lengua castellana, sea cual fuere su lengua materna. Las lenguas cooficiales autonómicas deben figurar en los planes de estudio de sus respectivas comunidades en diversos grados de oferta, pero nunca como lengua vehicular exclusiva. En cualquier caso, siempre debe quedar garantizado a todos los alumnos el conocimiento final de la lengua común.

3. En las autonomías bilingües, cualquier ciudadano español tiene derecho a ser ATENDIDO INSTITUCIONALMENTE EN LAS DOS LENGUAS OFICIALES. Lo cual implica que en los centros oficiales habrá siempre personal capacitado para ello, no que todo funcionario deba tener tal capacitación. En locales y negocios públicos no oficiales, la relación con la clientela en una o ambas lenguas será discrecional.

4. LA ROTULACION DE LOS EDIFICIOS OFICIALES Y DE LAS VIAS PUBLICAS, las comunicaciones administrativas, la información a la ciudadanía, etc... en dichas comunidades (o en sus zonas calificadas de bilingües) es recomendable que sean bilingües pero en todo caso nunca podrán expresarse únicamente en la lengua autonómica.

5. LOS REPRESENTANTES POLITICOS, tanto de la administración central como de las autonómicas, utilizarán habitualmente en sus funciones institucionales de alcance estatal la lengua castellana lo mismo dentro de España que en el extranjero, salvo en determinadas ocasiones características. En los parlamentos autonómicos bilingües podrán emplear indistintamente, como es natural, cualquiera de las dos lenguas oficiales.

Firmado por Mario Vargas Llosa, José Antonio Marina, Aurelio Arteta, Félix de Azúa, Albert Boadella, Carlos Castilla del Pino, Luis Alberto de Cuenca, Arcadi Espada, Alberto González Troyano, Antonio Lastra, Carmen Iglesias, Carlos Martínez Gorriarán, José Luis Pardo, Alvaro Pombo, Ramón Rodríguez, José Mª Ruiz Soroa, Fernando Savater y Fernando Sosa Wagner.


lunes, 23 de junio de 2008

Dos elevado a cuarenta y nueve historias

Una asidua parroquiana y sin embargo opositora -de las que opositan, no de las que se oponen, aunque cosas habrá, imagino, a las que se oponga aunque no me consten-, me ha enviado un meme. Sabedora la muy puñetera de que no soy amigo de memespremios ni de memes a secas, me amenaza con el remordimiento eterno si rompo la cadena. La tentación de mantener mi rebeldía es grande, pero la chiquilla anda de exámenes y no quiero ser el causante de un disgusto que no le permita concentrarse, así que vamos a ello.

Se trata de un relato colectivo que, como bien dice X -quien a su vez se lo envió a Soboro, la opositora-, en su blog, se convertirán en 2 elevado a 49 relatos distintos (exactamente quinientos sesenta y dos billones novecientos cuarenta y nueve mil millones novecientos cincuenta y tres millones cuatrocientos veintiún mil trecientos doce relatos). Que Leinad, el creador del meme, vaya buscando una nueva cuenta de correo para cuando se consume la tragedia.

Ahí van pues las REGLAS, la HISTORIA, incluida mi aportación -la número 31-, y los dos nominados para contribuir con su puñado de palabras, junto con mis disculpas anticipadas por el marrón. O no. And the winners are: Pilar y el aguaó. No, no hace falta que me lo agradezcáis.

REGLAS

1. Cada persona continuará la historia escribiendo DOS FRASES. Delante de ellas pondrá entre paréntesis su número de turno (el siguiente al último que vea). Es decir, se copia toda la historia, primero las reglas y luego las frases (con los números) de los demás, luego se pone el nuevo número de turno y luego las dos frases.

2. Después, se nomina a otras dos personas.

3. No se puede nominar a la persona que te nominó ni a una a la que nominaras en un turno anterior (si lo tuviste).

4. El blogger que escriba el turno 50 terminará la historia y la mandará al email leinad19xico@hotmail.com

LA HISTORIA

(1) Era impensable, no me lo podía creer, mi mente daba vueltas una y otra vez y no conseguía ser consciente de lo que había pasado, ya no había vuelta atrás, era todo tan confuso. Miré durante unos instantes el martillo ensangrentado, lo envolví en un paño que encontré en el primer cajón de la cómoda y lo escondí en el fondo del armario.

(2) A los tres minutos me encontraba en la calle, necesitaba airearme, pensar... En aquellos momentos mi mente aún no estaba preparada para ello... (3) El aire gélido de la mañana cortaba mi rostro como un cuchillo acerado, aún sentía en mi pecho el ritmo acelerado de mi corazón sobresaltado por los espeluznantes hechos que había, en fracciones de segundo, vivido... Aún no podía explicarme cómo demonios había llegado el martillo hasta mis manos y por qué reaccioné de la forma tan brutal como lo hice... (4) Sólo sé que había acabado todo, que era el fin de mi tortura y el comienzo de una vida mejor. Por primera vez, me sentí libre. (5) Había logrado lo que estaba deseando hace mucho tiempo. ¿O realmente yo no lo había deseado nunca? (6) Solamente las circunstancias me habían hecho llegar a aquel extremo en el que me encontraba. No, seguro que detrás de todo aquello había una fuerza misteriosa que me apoyaba.

(7) La pregunta era: ¿Por qué? Sacudí la cabeza. No me debía engañar por mas tiempo, no, yo ya sé mi verdad, pero al estar dormitando tantos segundos de mi vida me va a costar desperezarla. (8) Tal vez, la bruja de mi suegra no merecía brecha de tales dimensiones en su cráneo. Sin embargo, por una vez, creía haber hecho lo correcto. (9) Por otra parte, si yo no la hubiese atacado a ella quizás ahora sería yo la víctima. Porque a decir verdad la relación con mi suegra siempre había sido de amor-odio. (10) Pero ya había pasado todo y no era hora de pensar en "si hubiera sido de otra forma". Ahora tenía que explicarle a mi pequeña hija Andrea que ya no vería más a su malvada y querida abuelita. (11) Sentí un ruido lejano, parecían las agujas de un reloj y esto hizo que me sobresaltara. Estaba un poco aturdida, ¿se trataba sólo de un mal sueño?

(12) Me dirigí al último cajón donde creía haberlo guardado y toqué algo frío y húmedo. Algo extrañamente húmedo en un cajón. (13) Retiré la mano instantáneamente, me asusté, aquel objeto no me resultaba familiar, pero la duda me carcomía por dentro. La eterna lucha entre la curiosidad y la prudencia, pues yo, en el fondo, sabía que debería cerrar ese cajón para siempre y olvidarme de lo que había tocado, pero no fui capaz de resistirme y volví a introducir temblorosamente la mano. (14) Mientras cientos de instantes paseaban fugazmente por mi cabeza, pensé que lo tenía todo embrollado, estaba perdida. Me había metido en un montón de negocios insensatos en lugar de pensarlos despacio y con método.

(15) Las facturas de los gastos de mi propia casa y de mis aventuras en el juego se acumulaban hasta el infinito... Suspiré y me dispuse a esconder todos los rastros de mi acto. (16) He de limpiarlo todo antes de que lleguen mi marido y mi hijo. Arrastré el cadáver hacia la bañera de la planta de abajo. (17) Una sonrisa fugaz asomó en mi rostro cuando pensé que, a pesar de que tenía a mi suegra por una cabeza dura, su craneo se rompió con bastante facilidad. Supongo que casi cualquier cosa se rompería con facilidad con un martillo de acero tan pesado.

(18) La vieja bruja hacía un ruido peculiar al ser arrastrada por el suelo, ni siquiera notaba su peso muerto, a decir verdad, una vez muerta, mi suegra tenía el peso de un pajarillo. Era algo casi tierno, si no hubiera sido por la masa sanguinolenta que era una parte de su cráneo, su cara era la de una amable anciana que hace pasteles para sus nietos y se reúne para jugar al bridge con sus amigas los viernes por la tarde, cada una cometiendo la locura de beberse una copita de jerez.

(19) Mi suegra no jugaba al bridge, es más, tenía dudas de que hubiese jugado alguna vez a algo, que hubiese sido una niña alguna vez, inocente y sin tanto rencor por dentro. Siempre recordaría aquel gesto duro, severo y aquellos comentarios mordaces pero revestidos de azúcar; aquellas miradas condescendientes. (20) Su sonrisa... su sonrisa llevaba al mismísimo demonio dentro. Desde luego, mi marido nunca supo nada de mi angustia, de mi rabia al ver que su madre me despreciaba, que me consideraba una aprovechada que no valía ni para limpiarle los zapatos a su hijo.

(21) Aún recuerdo el día de mi boda, con mi madre, mis hermanas y mis primas revoloteando alrededor de mi cuarto y en el que habría de cambiarme. Mi suegra estuvo diligente con todas ellas, les sirvió deliciosos pastelillos entre sonrisas y comentarios cómplices. (22) Pero mi tocado no aparecía. Mi hermana iba a ser la encargada de peinarme y me había regalado un tocado muy bonito, nada extravagante, algo sencillo. (23) Recuerdo cómo mi suegra aplaudió la ocurrencia de no contratar una peluquera, recuerdo el "qué encantador". El tocado no apareció aquel día, suerte que compramos otro igual gracias a mi paranoia y cuando metí la mano en aquel cajón... lo encontré, intacto, un poco amarillento, pero con la etiqueta puesta aún. (24) Como una burla desde el más allá. Apretaba el tocado con mis manos ensangrentadas, me daban ganas de coger aquel martillo y destrozar cada uno de los huesos, y la carne... pero habría que limpiar más y suficiente trabajo en vida había dado aquella dichosa mujer.

(25) Gracias a Dios, mi marido era un tipo que se tragaba todas las series de policías del universo, solo necesitaba lejía para la sangre, su asquerosa y maldita sangre, tan espesa y pegajosa como ella lo fue en vida. Y sosa, mucha sosa, con sosa y agua su cuerpo se desharía en horas, lo que pasa es que era más difícil lo de la sosa, porque es imposible retener a mi familia de no entrar en el baño... (26) Lo de eliminar la sangre era sencillo, lo de eliminar su cuerpo era más complejo. Ni muerta me iba a dejar vivir.

(27) Pasada una hora parecía que no había ocurrido nada, todo rastro de sangre que pudiera haber dejado esa bruja me había encargado de hacerlo desaparecer, pero seguía sin saber qué hacer con su cuerpo. De repente recordé cuántas veces nos había hablado de aquella casita que había heredado en su pueblo y a la cual nunca quiso llevarnos pues "estaba muy lejos". (28) Yo sabía perfectamente que era una vil excusa pero Carlos nunca admitió que tuviera razón, y si su madre decía que era una paliza llegar allí, por más que estuviera solo a poco menos de hora y media de la ciudad, ni siquiera insinuaba que él creía lo mismo que yo. Sin más dilación me puse en movimiento, y al cabo de un rato me encontraba al volante de nuestro coche camino del pueblo y su casa, con ella envuelta en bolsas de plástico en el maletero, una pala y a su lado la sosa que me ayudaría a sacarla de nuestras vidas para siempre.

(29) Mas, ¡qué juguetón el destino!, me tenía reservada una sorpresa. No bien hube enfilado la carretera que me sacaría de este embrollo, acaso tan excitada por los sucesos recientes que no presté atención al pie derecho, unas sirenas llegaron a mis oídos, la luz roja y azul en mi retrovisor, la voz que me da el alto: la policía. (30)A través del retrovisor, observaba con angustia el paso firme del agente que se acercaba al coche con una mano puesta en su cinturón, junto al arma. Me pidió que saliera del vehículo y en ese momento me sentí como el personaje de Javier Bardem en No es país para viejos: tenía muchas ganas de hacer desaparecer al policía.

(31) Pero me reprimí. Salí del coche con la ansiedad mordisqueando sañuda los pliegues de mi estómago. Alcé la vista, le miré a la cara y contuve el vómito. No podía ser él. Era imposible.


sábado, 21 de junio de 2008

Necrófago

Cuando le arranqué la cabeza con mis propias manos de forma inesperada e impulsiva tras lanzar con desdén el cuchillo sobre la mesa, todos se me quedaron mirando con los ojos fuera de sus órbitas y boqueando por la falta de oxígeno que el terror les sisó. Pálidos y descompuestos, susurraban nerviosamente palabras ininteligibles. Mientras aquellos cadáveres descansaban en sus platos en distintas fases de autopsia hábilmente diseccionados por los hermosos cubiertos de plata, en mi plato ya descansaba la cabeza hueca de un hermoso langostino de Sanlúcar. Es lo que tiene cenar con la aristocracia. Siempre se pierden el placer de chupar una buena cabeza.


viernes, 20 de junio de 2008

Se acabó la diversión, llegó el comandante y mandó a callar

Los habituales recordarán mi postura sobre el dichoso canon. Pues bien, ya se ha consumado el atraco y llaman la atención varias cuestiones.

Según la ley 23/2006 de reforma de la Ley de Propiedad Intelectual, quedan exceptuados del pago de la compensación "los discos duros de ordenador en los términos que se definan en la orden ministerial...". Pues bien, la orden ministerial a la que se refiere define, entre otras cuestiones, las tasas a pagar por cada dispositivo y ha sido publicada en el BOE de ayer. ¿Y saben ustedes en qué términos define los discos duros exentos? Pues como aquel "dispositivo de almacenamiento magnético de un ordenador en el que se aloja el sistema operativo de dicho ordenador, al cual está conectado con carácter permanente, de forma que éste solo y exclusivamente pueda servir de disco maestro o del sistema en el sentido de que su conexión sólo le permite adoptar esa funcionalidad y no la de disco esclavo." Cuando compremos un segundo disco o cuando se nos averíe el principal y compremos uno para sustituirlo y recargar el sistema operativo, pagaremos 12 euros. El precio de un disco duro de unos 300 GB, que viene a costar unos 50 ó 60 euros, se verá incrementado en más de un 20%. Además, los TDT con disco duro también pagarán esos 12 euros a partir del primer año de vigencia de la orden. ¿Es que también van a cobrar por grabar los anuncios de la tele o el telediario?

Por otro lado, la disposición tercera de la orden ministerial marca unos ingresos mínimos y máximos para cada modalidad de reproducción, indicando en su dispositivo tercero que "las compensaciones y distribuciones establecidas en los apartados primero y segundo se revisarán al objeto de que las cantidades devengadas se sitúen dentro los límites mínimo y máximo anteriores, correspondientes a cada modalidad de reproducción citadas." Si tenemos en cuenta que el límite máximo marcado queda muy por debajo de la realidad según la estimación de unidades vendidas en 2.007 de cada elemento gravado, la recaudación será muy superior a ese límite. Y por supuesto, el exceso no se devolverá. Si acaso, servirá para reajustar las distintas tasas en el siguiente periodo anual.

A todo esto hay que añadir que la SGAE y similares llevan varios meses solicitando al gobierno que prohíba el intercambio de obras con derechos de autor a través de las redes P2P. Aspiran al modelo que se acaba de poner en marcha en Francia. Pero entonces surgen algunas preguntas. Si no puedo compartir obras protegidas ¿qué coño voy a copiar con las fotocopiadoras, los escáneres o las grabadoras? ¿qué carajo voy a copiar en DVD/CD, discos duros o memorias USB? Siendo así, sólo podría hacer todas esas guarradas con obras no protegidas, y en ese caso ¿con qué derecho cobran por usar todos esos dispositivos y soportes para las fotos de la abuela, el vídeo de la boda, posavasos tipo Ikea o colgarlos del ciruelo con una cuerdecita para impedir que los puñeteros mirlos se coman todas mis ciruelas, que ya os adelanto que el invento no funciona?

En fin, que aunque podría ser zapatero y esbozar una sonrisa de seminarista adolescente, voy a ser franco y a llamar a las cosas por su nombre. Esto es un latrocinio con la complicidad consciente del Estado. Y los que roban son ladrones.


jueves, 19 de junio de 2008

Vergüenza ajena

Caminando hacia la estupidez sin descanso. Con obstinación, esa virtud de la que presume el pueblo vasco.

Ayer, en la Comisión de Educación del Parlamento Vasco, el gobierno nacionalista anunció que el próximo curso será el último en el que los alumnos podrán optar por uno de los tres modelos lingüísticos existentes en esa Comunidad Autónoma. El modelo A, en castellano, el B, bilingüe y el D, en euskera, desparecerán para ser sustituidos por un único modelo en el que la lengua vehicular sólo sea el euskera. Allá ellos. Si la mayoría decidió que sean estos iluminados los que les gobiernen, ¿quién soy yo para compadecerme de su suerte? Atentos a los resultados de las cercanas elecciones.

Hoy, en ese mismo Parlamento, se vota el Proyecto de Ley de Reconocimiento y Reparación de Víctimas del terrorismo. Mientras, ayer se anunciaba por parte del gobierno autonómico el compromiso de preparar otra ley específica para víctimas policiales y desaparecidos. La equidistancia como modelo de convivencia. El vómito como desahogo.


miércoles, 18 de junio de 2008

Cuento: Lenguaje corporal

Tras escucharle largo rato atrapada por su peculiar forma de hablar, unas pequeñas gotas de sudor resbalaron alegres por mi frente incapaces de contener por más tiempo la alegría. El misterio quedó resuelto y me empotré en la mullida butaca, relajada y satisfecha. Cierto es que me perdí la conferencia por acercarme tanto a las palabras, pero debo reconocer que de todas las teorías expuestas sobre antimateria, agujeros negros y cuerpos celestes, interesarme, lo que se dice interesarme, sólo me interesaba el cuerpo de mi amigo el astrónomo, que estaba sentado justamente al lado.

Nos habíamos conocido hacía un par de semanas, en una reunión de catedráticos de Universidad, y me propuso que le acompañara a lo que él calificó de conferencia única e irrepetible. Tan ilusionado y encantador se mostró, que me vi obligada a dibujarle en el aire un ¡por supuesto! en forma de pequeños saltitos acompañados de un palmeo nervioso y cursi. ¡Qué vergüenza! ¡Y a mis años! Pero sólo de pensar en las posibilidades que se abrirían tras aquella penitencia... Una cena romántica, unas copas por los garitos de moda y, tal vez, un ¿en tu casa o en la mía? Aún no había decidido si estudiarlo, trabajarlo, o ambas cosas. Una egiptóloga con los pies en la tierra y un astrónomo con la cabeza en las nubes... Ya veremos qué sale de ahí.

Pero todo eso sería más tarde. Ahora, mientras aquel adonis, al que se le estaba poniendo cara de postre nocturno a marchas forzadas, escuchaba embobado, mi aburrimiento había encontrado una diversión inesperada en la extraña forma de hablar del singular conferenciante. Un hermoso jeroglífico. Sus continuos y extraños tics no eran aleatorios ni cadenciosos, aunque nadie en aquel enorme auditorio parecía haberse dado cuenta. Claro, que yo no era una observadora cualquiera. Tras un rato de concienzudo análisis, comencé a identificar las circunstancias en que se producían. Unas veces, durante un instante, dejaba caer imperceptiblemente la cabeza hacia delante mientras fruncía el ceño bajando sólo la ceja derecha. Otras, sólo dejaba caer la cabeza en un recorrido algo más amplio. Y otras, hacía un movimiento seco y rápido con la cabeza al frente sin mover el resto del cuerpo, como si pretendiera desempotrar de la nuca el cuello sudado de su camisa. Pero siempre con movimientos suaves, sin romper la armonía de sus gestos, como si todo formara parte de una compleja coreografía.

En poco más de media hora comencé a intuirlo. En algo más de una hora había conseguido descifrarlo. Me despistaron unas anomalías en la pauta principal. Anomalías que, curiosamente, también seguían un patrón definido. Sólo se producían al pronunciar determinadas palabras que contenían dos vocales juntas. Aquel hombre hablaba con acento. O, para ser más exactos, escenificaba las tildes. Y también las comas. Y los puntos. Y además, no parecía tener claras las reglas específicas de acentuación de diptongos e hiatos. Era todo un espectáculo para quien supiera ver más allá del firmamento que describían sus palabras. ¡Una conferencia única e irrepetible!, resonaron sus palabras en mi cabeza. No empezaba mal la noche. Cuando encendieron las luces, consideré llegado el momento de ponerle los puntos sobre las íes a mi acompañante.


De donde no hay...(II)

Una vez más, tres protagonistas, tres, repiten el "De donde no hay..." de hoy. A este paso se va a tener que convertir en una sección fija de la taberna, empeñados como están algunos en ponerse de pie en el mostrador, bien a la vista. A veces pienso que lo hacen a propósito, como ésos a los que entrevistan en la tele y hacen una tontería adornándola con un "seguro que mañana salgo en todos los zapping". Que pareciera que de esa forma la tontería fuera menos tontería, el tonto menos tonto y el inútil menos inútil.

Comencemos -"comenzón" que diría el genial Tip-, por Pepiño Blanco que, en un alarde de dominio en el uso del idioma que ya quisiera para sí la ministra Aído, ha afirmado:

"No estamos en situación de crisis, sino en un problema de dificultades"

La ministra, que tan sólo es culpable de no haber dicho no a quien le propuso exhibirla en su mueble-bar de Ikea, muestra en la entrevista que le hacen hoy en El País, ese fondo que no conseguimos ver porque nos quedamos en la anécdota. Lean, lean qué pedazo de fondo:

"P. ¿Se replantearán el alejamiento forzoso del agresor condenado por violencia de género? ¿O la dispensa por la que la víctima no está obligada a declarar contra su marido?
R. No puedo hablar de reformas. Estamos a la espera de esos informes. Cualquier reforma debe hacerse desde el consenso. "

"P. ¿Hay algo, entonces, que se pueda concretar, hay algún acuerdo firme con algún ministerio para poner en marcha alguna medida concreta?
R. Claro, estamos en conversaciones. Todo aquello en lo que se está trabajando se está coordinando en los distintos niveles. "

"P. ¿Hay terrenos en los que el hombre está discriminado? ¿Por ejemplo, con la custodia de los hijos tras un divorcio?
R. [Un largo silencio]. Nuestro trabajo es la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres
. "

El dueño del mueble-bar, el señor Rodríguez Zapatero, a la sazón presidente de la república independiente de nuestra casa, pudo escuchar con atención a su invitado de honor, Kofi Annan, en el discurso que éste ofreció a los presentes el pasado lunes en el auditorio del Museo del Prado. Cuando repartieron los traductores simultáneos, la mayoría de los asistentes hicieron uso de él. Nuestro presidente no. Convencido como está de que en este país vale más parecer que ser, lo dejó encima de la mesa y se dispuso a ejercer de mimo políglota de cara al público. Claro, que no contaba con que Kofi Annan se hiciera el simpático con una especie de chiste al que todos los asistentes reaccionaron con una sonora carcajada. Lógicamente, Zapatero no se rió y, tras un pequeño retardo que se sumaba al ya existente entre las palabras del orador y la traducción simultánea, esbozó una ligera sonrisa. Seguramente no cogió el chiste a la primera. No sean mal pensados.


viernes, 13 de junio de 2008

Cuento: Sacrificio

Cuando aquella mañana me informaron de que estaba despedido, el desánimo sedó mis emociones. Ni una mueca. Ni un ruido al tragar la sequedad de mi boca. Con la mirada estrellada en el suelo y el ruido sordo de palabras que ya no escuchaba, firmé el recibí de la carta sin siquiera mirarla. La doblé con desgana para que cupiese en el bolsillo de la camisa y la guardé. Cayó al suelo en una extraña pirueta. Como burlándose de mi torpeza. Era un estúpido. Precisamente ese día llevaba mi única camisa sin bolsillo. La recogí de las frías baldosas donde descansaba obscenamente despatarrada, di media vuelta y salí del despacho. Todo había transcurrido con la lentitud grisácea de lo irreal, hasta que, al salir a la calle, el sol del mediodía apuñaló mis ojos.

A mis cincuenta y siete años recordaba escasos momentos de felicidad. Desde mi orfandad, con tan sólo nueve años, viví de desgracia en desgracia. Protagonista de historias, a cual más extravagante y grotesca, siempre quise en ellas ser el actor secundario, consciente del sufrimiento que, invariablemente, el destino infligía al principal. Y ahora, una vez más, ese mismo destino reescribía mi futuro tachando con tinta indeleble mi presente. Ya no lo soportaba más. Algo tenía que hacer para que aquella extraña enfermedad dejara de dirigir mi vida.

Desde hacía tiempo, una rara habilidad para la escritura me permitió ganarme la vida trabajando en las redacciones de los periódicos. Uno tras otro, terminaban despidiéndome al descubrir el secreto. Nunca tardaban más de tres o cuatro meses. Con el tiempo, conseguí ocultar la enfermedad y sus efectos durante cada vez más tiempo. Dando tumbos por oscuras redacciones de tercera, llegué al periódico del que me acababan de despedir. Hacía de eso más de tres años. Conseguí ascender por méritos propios a adjunto del redactor jefe. Las crónicas y columnas de opinión que escribía a diario habían recibido varios premios y gozaba del respeto de todos mis colegas. Escribir me aportaba chispazos de felicidad momentánea. Instantes de placer auténtico, aunque se marcharan sin dejar razón en la memoria. Y eso era todo un lujo para un desgraciado como yo. Hasta que, una vez más, todo quedó al descubierto. Bajé la guardia por un momento y las caras de incredulidad a mi alrededor certificaron el desastre.

A esas alturas, la verdad sonaba falsa en mi boca. De nada sirvió que me deshiciera en explicaciones. Ni que aportara informes médicos. Hacían verdaderos esfuerzos por simular que me creían, pero sólo era civilizada hipocresía. Intentaban convencerme de que la verdadera razón de mi despido era que mentí cuando me contrataron, aunque lo que reflejaban sus caras era indignación y vergüenza por el ridículo hecho durante tres largos años. Sus egos no podían soportar que yo, un brillante redactor que había conseguido duplicar la tirada diaria del periódico, hubiese conseguido mantener el engaño durante tanto tiempo. Por más que argumenté la excepcional calidad de mis trabajos –recordatorio que les alteró aún más si cabe-, no hubo forma de convencerles. ¡Nos has engañado!, repetían a gritos una y otra vez, conscientes de lo ridículos que sonaban. La situación empeoró cuando, en un intento desesperado por desmontar su tesis, negué que hubiese mentido para ser contratado. Ni en el anuncio de trabajo se indicaba, ni en la entrevista posterior se me preguntó. El puñetazo en la mesa fue respuesta suficiente a mi osadía. Pero era la verdad. Nunca pude mentir porque nunca me lo preguntaron.

Pero de nada servía ya lamentarse. Había decidido buscar de nuevo trabajo. Era realmente bueno escribiendo y no iba a permitir que me despidieran otra vez sólo por no saber leer. Realmente, por no poder leer. Esa maldita enfermedad que no permitía a mi cerebro identificar aquellos extraños signos, pero sí transformar en palabras lo que pensaba, sentía, escuchaba o miraba, no iba a arruinar mi vida una vez más. Estaba decidido. Se acabó para siempre volver a explicar, soportando miradas incrédulas y ofensivas, los efectos de una rara enfermedad que no terminaba de creerse nadie. Me arranqué los ojos. Nadie iba a despedir a un ciego que escribía de forma tan extraordinaria por no saber leer. Nadie esperaba de un ciego que supiera ni pudiera leer. Y por si fuera poco, las bonificaciones en la cuota de la Seguridad Social aumentarían mi caché.


Resulta que también son humanos

"Para mí, Zapatero es uno de los pensadores más influyentes en el movimiento socialdemócrata. La manera en que se ha aproximado a temas como la inmigración, la igualdad de género y un amplio abanico de temas sociales y económicos es un modelo de referencia para otros socialdemócratas en el mundo. Ha creado un verdadero liderazgo." (Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía 2001)

Produce cierta satisfacción comprobar cómo todo un premio Nobel también es humano y puede decir tonterías. Dicho con todo el respeto y la humildad que mis limitaciones aconsejan, por supuesto. Resulta curioso que el Nobel se lo concedieran por sus trabajos sobre mercados con información asimétrica. Llama la atención además, que el mundo de la política se adapte como un guante a los mecanismos que rigen ese tipo de mercados. Información asimétrica, selección adversa, riesgo moral... ¿De qué me suena?


miércoles, 11 de junio de 2008

Propuesta a la RAE. Transexual: miembra con miembro

Se queja la ministra Aído de que "nos quedamos en la anécdota y no vamos al fondo de las cuestiones", en clara referencia al dichoso palabro del miembro hembra, la miembra, que aunque suene igual no es lo mismo que mi hembra -¡y qué hembra!. Porque el discurso fue oral, que ya me gustaría a mí haber visto el texto para comprobar si llevaba o no hache intercalada.

Es lo que tiene la política espectáculo. Frases rimbombantes, fuegos artificiales, ministerios huecos... Así es imposible no quedarse sólo con la anécdota. No hay otra cosa con qué quedarse porque todo es una enorme anécdota y detrás del decorado sólo hay un desierto de ideas. Y luego la culpa la tenemos los que sólo nos fijamos en lo que se nos muestra. ¡Pues muéstrennos el fondo, coño!

¿Quieren una muestra? Con la que está cayendo, el grupo parlamentario socialista sometió ayer a votación en el Congreso una propuesta no de ley que reza así:

"El Congreso de los Diputados insta al Gobierno a que elabore y ponga en marcha un Plan de Acción para impulsar la igualdad efectiva de las mujeres en el ámbito de la innovación tecnológica y la sociedad de la Información que permita, entre otros objetivos, identificar y minimizar los impactos de género negativos en estos ámbitos y favorecer la participación y el protagonismo de las mujeres en los mismos"

Lo que hace el aburrimiento. Si quieren leer el debate previo a la votación, aquí lo tienen (p.20). Si no, se lo resumo. Los socialistas, cuyo jefe es el presidente del gobierno -por si hay algún despistado-, insta ¡al gobierno! a tomar medidas para reducir la brecha digital de género. Dicen que hay que hacer algo para solucionar el problema de que sólo el 42,5 % de las mujeres accedan a internet frente a un 57% de hombres. No termino yo de entender qué tiene que ver esa diferencia con la discriminación por razón de sexo, salvo el posible menor interés de las féminas por el ciberídem. ¿O es que van a imponer el uso de internet a las mujeres aunque, como mi queridísima, se suban al sofá a grito limpio cuando ven un ratón? ¿No se han parado a pensar que puede que no les dé la gana usar internet?

Y si ahora alguien es capaz de separar el fondo de la anécdota -o el polvo de la paja que diría un lúbrico-, sin echarle guasa al asunto, está invitado a una ronda.


¿Igualdad? ¿Qué igualdad?

No sé a qué espera nuestro presidente. En ese afán suyo por ser el primero en legislar sobre todo aquello que suene a igualitarismo, se le está escapando una nueva ocasión. En la breve pero intensa historia de nuestra democracia, nadie ha tenido lo que hay que tener para proteger por igual el derecho a la huelga y un conjunto de derechos, de los llamados fundamentales en nuestra Constitución, tales como el derecho a la libertad (no secuestrar camiones en las áreas de servicio), a la seguridad (que no le quemen a uno el camión), a circular por el territorio nacional (que no se atraviesen camiones en las carreteras) o a trabajar cuando se puede y se desea hacerlo.

Por omisión, cobardía y una absurda tendencia a confundir firmeza con debilidad democrática, éste y todos los gobiernos que recientemente han sido, muestran invariablemente su vergonzante incapacidad cuando debe proteger los derechos de todos frente a los de los delincuentes, que no otra cosa son quienes se amparan en el derecho de huelga para cometer delitos. Hace falta una ley de huelga, sí, pero más urgente es que el gobierno haga respetar, con la fuerza legítima del Estado, las leyes existentes. De momento, sólo eso, señor presidente. Si quiere, hágalo con una sonrisa de cruasán relleno de talante, pero hágalo.


martes, 10 de junio de 2008

En todas partes cuecen habas

Cuando he leído hoy en el blog de Yoani, éste que tienen aquí al lado y que se llama Generación Y, una noticia del diario Granma en la que se informaba de que cuarenta y cinco cubanos han sido "remitidos a sus respectivas provincias de origen por vivir ilegalmente en la capital", me he quedado sin habla.

Claro, que a continuación he estado a punto de enviarle esta noticia, en la que procesan por desórdenes públicos a quien recibió una patada en los huevos por parte de un dirigente del PNV, a ver si también ella se queda sin habla. Después he pensado que para qué le voy a dar ese disgusto a la chiquilla. Que bastante tiene ya con lo que tiene. Que qué gano yo mostrándole que no sólo en Cuba hay fascismo.


lunes, 9 de junio de 2008

De donde no hay...

Pepiño Blanco en su blog, antes de tomar la medicación:

"Me he resistido en estos últimos meses a confesar públicamente mi simpatía hacia Barack Obama para no interferir en lo más mínimo en el proceso de elección..."

La ministra Aído -se desconoce si llegó-, hoy en la Comisión de Igualdad del Congreso:

"Quiero agradecer a sus señorías la atención que me han prestado. Estoy convencida de que el compromiso con la igualdad de los miembros y miembras de esta Comisión..."

Nuestro presidente, allá por Febrero de este año, después de tomar la medicación:

"Pero el euribor, el precio que marca las hipotecas, lo fija el Banco Central Europeo (¿eing?) [...] por cierto, un índice que ha llegado a su techo, que está bajando ya, y por tanto, a partir aproximadamente de junio se empezará a notar por parte de las primeras familias de nuestro país que les baja algo la cuota de la hipoteca..." (para incrédulos)


Despiértense del sueño

Cuando uno vive por encima de sus posibilidades, tarde o temprano termina cayéndose del guindo. Durante años, el déficit exterior ha estado financiando el consumo interno. Algo así como una familia mileurista que se gasta todos los meses mil doscientos euros porque un vecino le presta el exceso de gasto. Hasta que al vecino le hace falta el dinero o empieza a sospechar que esa no es una buena inversión. Entonces, la familia se queda con la deuda acumulada -que por supuesto debe pagar-, y tiene que recortar drásticamente sus gastos.

Cuando uno es tan dependiente del exterior respecto de la energía y no ha tomado medidas para reducir esa dependencia -por ejemplo, impulsando la energía nuclear-, se queda al albur de circunstancias que no controla. Después, lo fácil, lo cómodo, es decir, a grito limpio y con rostro compungido, que uno no es responsable de los problemas. Que son el resultado de esas circunstancias que no controla. Así, el efecto de mi ineptitud se convierte en justificación de mi impotencia, eximiéndome de culpa.

Ahora, aquellos sectores cuya materia prima principal es un derivado del petróleo se ponen en huelga. Pescadores, transportistas, taxistas... Y piden que el Estado haga algo. ¿Más? Ya tienen ventajas fiscales y subvenciones que alejan el precio de sus productos o servicios de los precios reales.

Tarde o temprano, enmascarar el precio de las cosas pasa factura. Se entra en una espiral de la que es difícil salir. Se subvenciona a un determinado sector con nuestros impuestos para que el precio final no refleje el coste real. Se confunde al consumidor manipulando el mejor indicador de escasez relativa, impidiéndole tomar decisiones racionales. Se pierde la noción de que entre todos, adquiramos o no ese producto, estamos pagando una parte de él. En esas condiciones, la economía pierde eficiencia porque no se asignan correctamente los recursos del país. Se desperdician en producir bienes que aparentemente son competitivos, cuando están lejos de serlo y podríamos comprarlos a quienes los producen más baratos que nosotros. El proteccionismo, en el amplio sentido del término, es pan para hoy y hambre para mañana. Y en estos tiempos en los que a los países ricos se les llena la boca de solidaridad con los países pobres -aquéllos que ahogan la agricultura y la incipiente industria de éstos con su proteccionismo cómplice y descarado-, nos conformamos con darles una limosna para tender al viento nuestra conciencia después lavarla. En nuestra lavadora ecológica último modelo de máxima eficiencia energética, por supuesto.

Cuanto antes despertemos de nuestro dulce sueño, antes emprenderemos la dirección correcta. La historia de la humanidad muestra que los mayores avances nunca se han producido desde la comodidad del sofá, sino desde el ruído incómodo de un estómago vacío. Ya saben, el hambre agudiza el ingenio.


domingo, 8 de junio de 2008

Déjà vu

Hoy está siendo un domingo de relax, sofá y "tele". Lo que se dice un Plácido Domingo.

Por la mañana motociclismo, con tres carreras emocionantes y vibrantes, en las que los españoles han hecho un magnífico papel. Antes de la final de Roland Garros me toca preparar la comida, como casi todos los fines de semana. Hoy, especialidad del Tato, espaguetis con salsa de langostinos y cerveza muy fría. Mientras escribo esto en mi portátil, Nadal va ganando dos set a cero y 5-0 en el tercero. Esto tiene buena pinta. Dentro de un rato, el gran premio de Canadá, donde Alonso tendrá que demostrar si de verdad el R-28 tiene algo que hacer este mundial. Ya veremos.

Lo dicho. Un Plácido Domingo, preámbulo de un Puñetero Lunes. Es extraño, pero cuando termino de escribir esto me queda la sensación de un déjà vu.


Dudas existenciales (VI)

¿Por qué, en este país de presunciones donde se confunde la institución con la persona, al mediocre lo llaman Ilustrísimo o Excelentísimo? ¿Uno se convierte en ilustrado o excelente al alcanzar el cargo, o debiera alcanzarlo sólo el que ya lo era antes? Si un empresario no quiere atender a sus clientes en catalán ¿por qué no lo dejan en paz si es obvio que el mercado lo pondrá en su sitio? ¿O es que lo que temen es que sea el mercado el que les ponga en su sitio a ellos? ¿Por qué quien impone llama fascista a quien no se deja imponer? ¿Es que Nadal no gana suficiente como para comprarse unos calconcillos de su talla? ¿Tanto le aprietan que tiene que dar esos gritos a cada golpe? ¿Por qué el realizador saca siempre un primer plano de su trasero precisamente cuando se da el pellizquito para sacarse los calzoncillos de la raja del culo?


jueves, 5 de junio de 2008

Invita la casa. Hoy: latidos del camino

Un parroquiano que de vez en cuando copea por esta taberna nos pide colaboración a los blogueros valientes y solidarios, como él mismo dice. Ando escaso de lo primero, pero trataré de compensarlo ejerciendo de lo segundo. Faltaría más.

Además de colgar un enlace permanente al catálogo de la exposición justo debajo de mi perfil, aquí y aquí lo explica muy bien Miguel Andréu, que así se llama el parroquiano. No lo conozco personalmente, pero ¿a que tiene cara de buena gente y de gustarle la cerveza fresquita más que a un bloguero un comentario ajeno?. Háganle una visita, que merece la pena.

¡Ah! Y cuando compren una fotografía, no olviden pedir el ticket. Presentándolo en el mostrador de esta taberna serán obsequiados con una cervecita fría, fría, fría. Así que anímense. ¡Ojú, que caló!


miércoles, 4 de junio de 2008

Cuento: Notas de amor

La tomé en mis brazos y acaricié sus caderas con los ojos ardientes. Esos ojos con los que mira la tristeza mientras la esperanza y el pudor esnifa una lágrima traicionera. Jamás nos habíamos separado desde que la vi por primera vez. Fue al salir del conservatorio, hace ya más de cuatro décadas. Iba del brazo de otro hombre y aflojé instintivamente el paso para observarla sin ser visto, para enamorarme a cada paso, para imaginarme la dulce música de su cuerpo entre mis manos.

La avanzada edad de su acompañante, la pulcritud de su traje, de buen paño y con toda seguridad hecho a medida, su cuidada barba teñida, sin una sola cana, y el desdén con el que la trataba, transmitía la desagradable sensación de ser aquélla una relación de pura conveniencia. Mercantil e interesada. Al doblar la esquina, entraron en aquella tienda de antigüedades que yo conocía bien. Todas las mañanas pasaba frente a su puerta camino del conservatorio. Sin saber por qué, me quedé observando el escaparate repleto de obras de arte. Muebles restaurados con varios siglos de antigüedad, bellísimos cuadros, dorados candelabros... Podía verlos a través del cristal mientras él discutía acaloradamente con la dueña, gesticulando y manoteando. Al cabo de unos minutos salió de la tienda a grandes zancadas. Solo. ¿Y ella? Me dio un vuelco el corazón. Entré, nervioso e inseguro como un adolescente. Entonces la vi. Y hasta hoy. Recorrimos medio mundo juntos. Unas veces llorábamos de felicidad, otras reíamos por no llorar, y las más, gozábamos. Pero siempre juntos.

Hace algunos años ya que llevamos una vida relajada y sedentaria. Los achaques de la edad, que llaman al goce tranquilo, a la felicidad serena. Y ahora, una extraña enfermedad que comenzó afectando su hermosa piel caoba y que creíamos vencida, ha reaparecido con tal virulencia que afecta ya a su columna vertebral. Probablemente un parásito que se coló de polizón en su cuerpo durante nuestro último viaje, nos dijeron los especialistas.

Y ahora estaba allí, esperando junto a ella. Con la mirada perdida y fija sobre aquel extraño cartel que en hermosas letras góticas indicaba el camino del quirófano. Curioso nombre para aquella estancia fría, pulcra hasta la exageración y repleta de extraños artilugios. Cuando el lutier rodeó cuidadosamente con sus brazos mi viola da gamba y se adentró por el largo pasillo, mi corazón perdió el compás y comenzó a desafinar como un alumno de primer curso de solfeo. Una semana más tarde, está ya casi recuperada. Mírenla -¡qué hermosa es, Dios mío!-, en la última sesión de rehabilitación con su fisioterapeuta.


lunes, 2 de junio de 2008

Diga me

Harto ya de escuchar conversaciones ajenas, callar secretos inconfesables y vivir de oído otras vidas, me colgué. Tuve suerte de ser un modelo antiguo. El inalámbrico que me sustituyó aún sigue esperando que legalicen el suicidio asistido. O a que baje de precio el último modelo del folleto de Mediamarkt.


domingo, 1 de junio de 2008

Si tú lo dices...

El pesimismo no crea ningún puesto de trabajo, ha dicho nuestro presidente a modo de abrigo con que tapar la vergonzante desnudez que un traicionero micrófono -otro más-, dejó al descubierto. Con esas carnes de quirófano de saldo. ¡Y yo con estos pelos!

Pero cierto es. Tan cierto como que el optimismo tampoco los crea. Sobre todo si ambos se limitan a maquillar la realidad. Es lo que tiene que la mentira tenga premio, que uno termina empapelándose con ese rol paternalista de amo de la verdad que debe ser administrada al pueblo en pequeñas dosis. Poco a poco. Pero nunca antes de que la obstinada obviedad le levante la falda a la trola.

Por desgracia, es ése un lugar común de nuestra clase política. De vez en cuando se revuelcan en el lodo de la calle para oler a pueblo, para que la manada les acepte, para parecer de los nuestros el tiempo suficiente antes de echarse al monte. Después, tienen cuatro años para desinfectarse, para perfumarse de incienso, para insultar nuestra inteligencia.

Pero no pasa nada. Al fin y al cabo, a mí las cosas me van bastante bien. Se lo digo todas las mañanas a ése que se asoma al espejo con la sonrisa puesta. Hoy puede ser un gran día, plantéatelo así... Y soy feliz. Pero es que en mi caso es verdad.