domingo, 13 de junio de 2010

La inmoralidad del mercado... ¿de quién?

Se oye permanentemente por ahí que es inmoral que los mercados -sea lo que sea que quieran decir con eso-, chantajeen a los gobiernos. Que los obliguen a tomar medidas que no quieren. Que tengan más poder que los legítimos representantes del pueblo. En fin, que quiénes son los mercados para decidir lo que deben hacer los gobiernos.

Como si una familia que estuviese gastando muy por encima de sus ingresos durante una década, pidiendo créditos al banco para el chalet, los dos coches y el crucero de todos los veranos, sin ahorrar, sin formarse para mejorar en su trabajo, sin tener un plan de contingencia por si acaso, llamara inmoral al banco que ha decidido no prestarle más dinero y quitarle la casa si no cambia inmediatamente el jamón por mortadela y el deportivo por el autobús. ¡Pero cómo se le ocurre decirle qué es lo que tiene que hacer en su propia casa! ¡Será desalmado!

Si los mercados financieros tienen el poder de dirigir las decisiones de los gobiernos es porque esos gobiernos les han concedido ese poder. Ni más ni menos. Permitiendo una expansión monetaria sin precedentes. Pidiendo prestado y derrochando a manos llenas. Mirando para otro lado ante los turbios balances de las entidades financieras y la falta de transparencia de determinados productos que tenían el derecho y el deber de regular. Presumiendo ante los ciudadanos de un espectacular crecimiento del PIB año tras año basado en los mismos pilares que ahora desprecian. Incitando a los ciudadanos a consumir y a endeudarse como si la fiesta nunca fuera a terminarse. Impidiendo con dinero público que el propio mercado se depure. Ayudando a quienes gestionaron mal, desincentivando de paso a quienes lo hicieron bien. ¿Quién es entonces el inmoral?


5 comentarios:

rilettillo dijo...

Pues yo creo que un mercado es tan inmoral como lo es un martillo: será inmoral el uso que se haga del martillo para romper el cráneo de una persona y moral para asegurar los clavos de un hospital. Como todo instrumento, como todo medio, los mercados serán en todo caso amorales, no inmorales.

También creo que ante una situación de extrema necesidad no queda otra opción que hacer lo que se impone. Si un barco ha naufragado y estamos nadando solos en alta mar, no tendría sentido quejarnos del "chantaje" que nos hace el mar por quitarnos la libertad de elegir si queremos nadar con todas nuestras fuerzas o no.

Pero también pienso que si bien el mercado puede ser el mejor de los esclavos (pues nada mejor que él para decidir la mejor asignación de recursos en función de la información que nos da el sistema de precios), quizá sea también el peor de los señores. Si el Estado obtiene sus recursos vía impuestos, vía empresas públicas o vía endeudamiento, y si durante los últimos veinte años el Estado español ha decidido rebajar al mínimo las dos primeras vías de financiación, ¿no ha estado esclavizándose a sí mismo al entregarse al destino que le deparasen los mercados financieros?

Es verdad que esto se hizo arguyendo la menor productividad ofrecida por una gestión pública frente a la privada (para privatizar empresas públicas) y defendiendo que la alta presión fiscal y los altos costes laborales desincentivaban el crecimiento económico. Pero, ¿y si el mercado y la democracia (que en nuestro imaginario colectivo europeo suponemos conviviendo armónicamente en las "democracias liberales") tuviesen más fricciones de las que parecen tener? Quizá cierta falta de productividad debería ser asumida como el coste necesario para que no se den estados de excepción económica.

Quizá no sea éste el momento para quejarnos, como niños con una pataleta, por lo que nos exigen los mercados. Pero sí puede que lo fuese aquel momento en el que se tuvo que decidir si se quería una Unión Europea sin una política fiscal común; o cuando se decidieron medidas descentralizadoras que iniciaron una competencia fiscal a la baja (ya entre comunidades autónomas en el interior del Estado español, ya entre Estados dentro de la Unión Europea). Pues aunque los mercados sean amorales, lo que sí sería inmoral y fetichista sería entregarles nuestras decisiones democráticas como quien le rinde pleitesía a un martillo.

Er Tato dijo...

Pues estamos bastante de acuerdo en general, rilettillo. Únicamente aclarar que yo no pretendía calificar de inmoral al martillo -como claramente se deduce de mi entrada-, sino precisamente a quienes lo califican de inmoral después de presumir del bienestar que habían creado haciendo uso de él. Los pactos con el diablo suelen ser divertidos y placenteros hasta que llega el momento de rendirle cuentas a Lucifer.

Saludos

Antonio Carrero Acuña dijo...

¿Quién es inmoral el que yerra(gobiernos)porque según Vd, no han cumplido su misión de vigilancia o el que delinque(intermediarios financieros)? que sin escrúspulos han inundado el sistema financiero de productos estafa?.
¿Quién es inmoral, los gobiernos que prestan dinero para reflotar empresas de estos desalmados, o éstos que se adjudican los primeros beneficios de después del desastre que formaron?
Por cierto, permítame una pregunta
¿pasa Vd, mucho tiempo en la taberna? A veces, por sus entradas, me temo que sí.

Er Tato dijo...

Antonio, me temo que has hecho un resumen de mi entrada bastante tendencioso. De un empresario se espera que obtenga beneficios, de un gobierno, que mire por los intereses del conjunto de los ciudadanos a quienes gobierna, que actúe con dureza contra quienes se salten la ley, que administre la hacienda como un buen padre de famila y algunas cosas más. Respóndete tú mismo a las preguntas que me haces.

Saludos

Karol_a dijo...

Pues yo creo que el primero que no cumple la ley es el gobierno y que los empresarios hacen "cualquier cosa por ganar dinero y digo "cualquier cosa" quien es el inmoral, el que dice " no hagas lo que yo hago, sino lo que yo digo" y si el gobierno está para mirar por el pueblo dime porqué tanto apropio indebido del dinero público y porqué tanto enriquecimiento de los políticos o todos tenían herencias? díganme cuántas empresas y negocios suculentos a empresas amigas han subido arriba y cuántas subvenciones millonarias a empresas con dineros bajo cuerda, asi que son los trabajadores los golfos no? ay tato, me gustaría saber a qué te dedicas, pues no sé pero me temo que tiene razón rlettillo, muchas horas dedicas a esta taberna y eso sin contar el tiempo minuciosos para no encallar con tus entradas, con perdón maestro es que eso que me dijiste de los trabajadores golfos más que empresarios y políticos me ha hecho llamarle desfachatez pura y dura, como el martillo. :)