miércoles, 31 de octubre de 2007

Invita la casa. Hoy: la ley de la claridad

Ya escribí hace un mes un artículo en el que reflexionaba sobre el problema del separatismo, la necesidad de encontrar solución a un problema real que no se soluciona mirando para otro lado y las dificultades para encajar ese derecho en el seno de un sistema democrático.

Pues aquí hay una posible solución al problema. Lean con especial atención el sexto párrafo y el resumen de la conferencia a la que se refiere en el quinto. Además, en la red hay amplia información sobre la Ley de la Claridad para quienes estén interesados en profundizar más sobre ella.

Es posible que a muchos les aburran estas cuestiones. A mí me parecen cruciales para el futuro de nuestro país y nuestra convivencia.


martes, 30 de octubre de 2007

Me lo explique, oiga

Y es que más sabe el diablo por viejo que por Bermejo, o algo así. Mira que a este hombre se le entiende todo. Hasta cuando habla, fíjate.

Pero hoy no he conseguido enterarme de lo que quería decir cuando, hablando de la apertura del juicio oral contra Ibarreche y compañía, hizo suyo el símil de la fiscalía. Con esa media sonrisa socarrona y autosuficiente que le caracteriza, ha dicho más o menos lo siguiente:

"Si una persona encuentra a alguien muy borracho y éste le pide que le lleve en coche, es diferente llevarle a un hospital para que se recupere o a su coche para que lo coja y eche a andar. La conducta es la misma: llevar a un borracho en el coche. Sin embargo, cualquiera que dedique un segundo a pensar en la valoración social de esa conducta, no tiene nada que ver llevarle para que coja su coche y salga andando borracho o llevarle a un hospital"


¿Y quién se supone que es Ibarreche? ¿El que se encuentra al borracho o el borracho? ¿Y qué se supone que ha hecho? ¿Llevar al borracho al hospital o dejarlo conducir ebrio? Y si Ibarreche es el borracho ¿le pidió al buen hombre que le llevara al hospital o se empeñó en conducir borracho?

Venga señor Bermejo, no me deje usted así y alardee de esa vocación pedagógica de maestro de pueblo condescendiente, con perdón para los maestros, de la que hace usted gala siempre que tiene ocasión.


lunes, 29 de octubre de 2007

El lenguaje secreto de un libro de tablas logarítmicas

Cuando el otro día estaba aclarándole a mi hijo algunos conceptos estadísticos para un examen que tiene esta misma semana, me vino a la mente un artículo que Manuel Conthe (sí, el de la CNMV) escribió en Expansión hace ya algunos años. Por aquel entonces tenía una columna semanal muy interesante sobre asuntos que mezclaban hábilmente cuestiones matemáticas, sociales, económicas o políticas. Me las leí casi todas y guardé las que me parecieron más interesantes.

Me he puesto a husmear por mi disco duro y he encontrado el artículo en cuestión que data del ¡10 de julio de 2.001! Mucho debió impactarme su contenido para que me viniera a la memoria seis años después. Seguramente tenga algo que ver el hecho de que leyera hace unos días que acaba de publicar su segundo libro, "La paradoja del bronce: espejismos y sorpresas en el mundo de la economía y la política". En cuanto salga en edición de bolsillo, que será pronto porque se venderá poco, me lo compro.

Resulta que a finales del XIX, un matemático y astrónomo estadounidense llamado Simon Newcomb, observó que las tablas de logaritmos estaban más deterioradas y manoseadas por el principio que por el final. Los que ya tienen cierta edad y hayan tenido la suerte de poder cursar el bachillerato, recordarán que para el cálculo de los logaritmos se utilizaban unos libritos que contenían multitud de tablas. No recuerdo si por aquellos años ya existían calculadoras que permitieran calcularlos directamente, pero sí recuerdo que yo no la tuve hasta que comencé en la Universidad. Lo que es seguro es que en la época del amigo Simon no las había. Y tampoco parece que el jabón fuese muy popular.

Como en las tablas los números están ordenados de menor a mayor, nuestro avispado astrónomo concluyó que en la vida real abundan más los números cuya primera cifra significativa es el 1. Vamos, que son más frecuentes números como 0,13 ó 113 que números como 0,97 ó 932. Sacando su vena de matemático, quiso afinar su cálculo y estimar la probabilidad de que un número comience por un determinado dígito, llamémosle "d". Y lo consiguió. En 1.881 enunció una ley que estableció que dicha probabilidad era igual al logaritmo decimal de (1+1/d).

Pero parece que nadie le hizo mucho caso y su hallazgo pasó desapercibido, hasta que en 1.938 un ingeniero llamado Frank Benford descubrió de nuevo, de forma independiente, la misma ley tras recopilar gran cantidad de datos de diversas fuentes (apunte contables, pesos atómicos, números aparecidos en publicaciones.....). Según la Ley de Benford, como se la conoce actualmente, la probabilidad de que la primera cifra significativa de un número sea 1 es del 30,1%, de que sea 2 es del 17,6% y así sucesivamente (para el resto de dígitos será 12,5%, 9,7%, 7,9%, 6,7%, 5,8%, 5,1% y 4,6% respectivamente). Prueben, prueben.

Es importante subrayar que la Ley de Benford no es aplicable a números generados al azar, sino a aquellos que están sometidos a múltiples influencias como la población de ciudades, los números que aparecen en las páginas de un periódico, las cotizaciones bursátiles o ¡los datos de ingresos y gastos en una declaración de impuestos, a menos que alguien se los haya inventado!.

Esta ley tiene actualmente muchas aplicaciones, entre las que se encuentra la detección de fraudes fiscales o contables. Si están interesados, busquen por la red y se asombrarán.

Espero que en la nota del examen de mi hijo no se cumpla la Ley de Benford, salvo que se trate de un número natural de dos cifras.


domingo, 28 de octubre de 2007

Cuento: El instante

Suena el teléfono como una patada en el culo del silencio nocturno que le hace dar un respingo. Y a mí también. Adormilada, enciendo la luz. Las dos y diez de la madrugada. ¿Sí?, contesto de manera automática. Soy yo, estoy en el portal, déjame subir por favor.

En esta madrugada del 29 de Marzo, en vísperas de que todo termine de una vez, recuerdo lo que pensé hace ya cinco meses, a esa misma hora, en ese mismo instante. Un instante que se repetiría una y otra vez.

Aquella lejana noche del 28 de Octubre, cuando sonó el teléfono a las dos y diez, pensé que no podía ser. De nuevo él. Tenía claro que lo nuestro ya había acabado. También que si lo dejaba subir, terminaría metiéndose en mi cama otra vez. Lo pasaríamos bien. Y nada más. No. No era eso lo que a esas alturas de mi vida necesitaba. No era eso lo que quería. Y así se lo dije hacía ya una semana mientras me aseguraba, primero entre sollozos y después amenazante, que no podía dejarle, que se volvería loco, que sería capaz de cualquier cosa.

Esa tarde me había llamado para vernos en una cafetería del centro. Mi primer impulso fue colgar el teléfono, pero me suplicó que no lo hiciera, que sólo quería verme por última vez y ya no volvería a molestarme. Está bien, le contesté. Nos vimos, tomamos café, conversamos de manera civilizada y, antes de despedirnos definitivamente, me entregó un misterioso regalo que había mantenido en su regazo durante todo el tiempo.

Cuando llegué a casa, lo saqué de su extraño estuche. Era un precioso despertador antiguo. Lo coloqué en la mesita de noche. Cené algo ligero y me acosté temprano. Aunque me pareció absurdo, no sé por qué se me ocurrió preparar el despertador para que sonara a las tres de la madrugada. Esa noche, como todos los otoños, había que retrasar los relojes una hora. Me pareció una manera original de estrenar el regalo. Pero allí estaba yo, a las dos y diez de la madrugada, despierta, recordando nuestra ruptura de la semana anterior y la agradable charla que habíamos mantenido hacía apenas unas horas en la cafetería y en la que creía haber dejado clara la situación. Allí estaba, con el teléfono en la mano decidiendo si lo dejaba subir o no. En un impulso, me dirigí al videoportero y apreté el pulsador que abría el portal. Había que acabar de una vez por todas. Pero subió, me sedujo una vez más, y terminamos en la cama. A las tres, cuando sonó el obediente despertador, no recordaba qué demonios hacía allí ese reloj, ni por qué sonaba, ni qué hacía él dormido a mi lado. Cuando lo recordé, paré de un golpe seco el machacón sonido, giré las manecillas hasta marcar las dos en punto y volví a caer en un profundo sueño. Ya aclararía definitivamente las cosas por la mañana.

Sonó el teléfono de nuevo. Tenía la sensación de que no habían pasado más de diez minutos desde que el despertador me torturó. Encendí la luz. En efecto, eran las dos y diez. Confusa, cogí el teléfono y escuché al otro lado del auricular, soy yo, estoy en el portal, déjame subir por favor. Miré a mi lado. Estaba sola. En la cama no había nadie y el despertador estaba listo para gritarme a las tres que todo volvía a comenzar.

Aquella noche no comprendía nada de lo que ocurriría durante los cinco meses siguientes, noche tras noche. Mañana, cuando en la madrugada imponga su dictadura el horario de verano y se consuman en un instante los sesenta minutos en que quedaron encerrados mis días, puede que todo acabe. O puede que no.


(Dedicado a mi querido aguaó)


sábado, 27 de octubre de 2007

Espejito, espejito......(II)

Dice mi amigo Anasagasti en su blog que los fueros vascos no eran un privilegio, sino un simple derecho originario de autogobierno. Pues vale.

También dice que tras 28 años de su aprobación, el Estatuo de Guernica sigue sin cumplirse. Lo que no dice es por qué el gobierno vasco no demanda al gobierno español por incumplir la ley. ¿O es que no lo tienen tan claro?

Y también presume de que sin el PNV, Zapatero no tendría presupuestos. Se nota que el "gachó" es de Bilbao (porque los de Bilbao nacen donde les da la gana, claro). Menos mal que por lo menos no niega que se ha tratado de un intercambio de cromos. Eso sí, después de afirmar que "hay mucho cuento y mucha superficialidad en la política española" (sic). ¿En quiénes estaría pensando?


La oveja negra


En un lejano país existió hace muchos años una oveja negra.
Fue fusilada.

Un siglo después, el rebaño arrepentido le levantó una
estatua ecuestre que quedó muy bien en el parque.

Así, en lo sucesivo, cada vez que aparecían ovejas negras eran
rápidamente pasadas por las armas, para que las futuras generaciones
de ovejas comunes y corrientes pudieran ejercitarse también en la escultura.

(Augusto Monterroso)


miércoles, 24 de octubre de 2007

Indecencia

Es indecente y obsceno. Como a la víctima no la han machacado físicamente lo suficiente, no es delito, sino falta. Sus miedos, su angustia permanente, le salen gratis a este mierda.

Lo otro, la vejación, los golpes, la patada, a trescientos euros como mucho y a otra cosa mariposa. Bueno, eso siempre que el fiscal se presente a la acusación y no aleguen que iba borracho. Tan borracho como para dar con absoluta precisión una patada en la cara mientras viajaba de pie en un vagón en movimiento y mantenía una conversación por el teléfono móvil.

Esperemos que la trascendencia mediática que está teniendo este asunto impida que ocurra lo que ocurre normalmente cuando las agresiones no son televisadas. Esperemos que en esta ocasión se incumpla la ley y se haga justicia.

Nunca he entendido muy bien por qué ir borracho o drogado es un atenuante si en el momento de su ingestión se era absolutamente responsable de sus actos y consciente de sus posibles consecuencias. Y menos entiendo aún que sea un agravante en la Ley de Seguridad Vial o en el nuevo Código Penal en lo referente a la conducción de vehículos a motor y un atenuante en el resto de casos.


martes, 23 de octubre de 2007

El primo de Rajoy

El juego de palabras estaba a huevo, así que mérito ninguno. Pues eso, que se nota que Rajoy es de letras puras. Aunque me preocupa más lo del primo. Si es profesor de Física y no cree en la estadística como instrumento de la ciencia, mal vamos.

Y que conste que sobre esto del cambio climático soy bastante escéptico. Hay científicos serios en ambos bandos. El origen de mi escepticismo no sólo es ése, sino la facilidad con la que se está utilizando políticamente esta cuestión. Y si no, que se lo pregunten al primo de Rajoy. O a su primo. O a Zapatero. O a Llamazares y sus duendecillos verdes.


lunes, 22 de octubre de 2007

Valiente

Un día cualquiera a la vuelta de tu trabajo. O quizás de tus estudios. Casi las once de la noche y con ganas de llegar a casa. El compás del tren mece tu cansancio y tu mente echa a volar. Piensas en tus cosas. En lo que han tenido que sacrificar tus padres para buscar una vida mejor en una tierra desconocida. En lo valientes que han sido. En ese chico que te gusta tanto y que no se ha enterado aún de que existes. O en ése otro que te sigue a todas horas coladito por ti, pero que no termina de hacerte tilín.

Entra un chico en el vagón gritando a su teléfono. Se sienta casi enfrente y te mira con cierto descaro. Otro salido más, piensas entre coqueta y molesta. Sus gritos empiezan a ponerte nerviosa. Se levanta, se queda plantado de pie delante de ti y te mira. El estómago amenaza con engullirse a si mismo y desaparecer. El corazón comienza a sonar en estéreo a cada lado de tus sienes. Continua su camino y suspiras aliviada.

De pronto se vuelve y acerca su cara a la tuya. Muy cerca. Te dice al oído cosas. Entiendes las palabras, pero no comprendes qué dice y por qué. Antes de que te des cuenta comienza a pegarte mientras te insulta. Una vez. Y otra. Otra más. Te invade el pánico. El vagón desaparece, la gente no existe, sólo ves su cara y su mano dirigiéndose hacia ti. Puede hacerte lo que quiera y tú no puedes hacer nada. Nadie puede hacer nada. Nadie quiere hacer nada. Te sientes sola. Estás sola.

Deja de pegarte. El tren aminora su marcha y él se dirige hacia la puerta, detrás de tu asiento. Sigues en una nube, una nube negra, pero al menos parece que se acaba la tormenta. Sigue gritando al teléfono, pero tu ya no escuchas nada, no entiendes nada, no eres nada. El tiempo se espesa hasta hacerse sólido y atrapar los segundos. Que pare ya el tren, o que me despierte del sueño, o que alguien le parta la cara, o que...... No te dio tiempo de terminar de desear. Un tremendo golpe en la cara te deja grogui. La sorpresa vacía tu mente y el dolor te acolcha la cara. Mientras te proteges con tus manos, golpea el costado y de nuevo la cabeza. El tren se detiene y él se marcha.

No sabes cómo has llegado a casa ni cuánto tiempo ha pasado. Parece que todo sucedió hace meses, pero el dolor en tu cara y en tu alma te recuerda que lo sucedido es reciente. Muy reciente. Piensas en qué le dirás a tus padres para que no se sientan culpables por traerte a una tierra donde no os quieren, salvo para los trabajos que ellos desprecian. Piensas en las carcajadas de ese animal mientras alardea ante su manada de la hazaña. Piensas en el miedo absurdo que produce en algunos el color de tu piel o tu dulce acento al hablar. Piensas........ ¡que hay que ser valiente!, que no has venido aquí para que el primer desalmado te robe tus ilusiones, tu futuro, el fruto de tu esfuerzo. Que también hay buena gente que te ha ayudado. Que hay que ser valiente. Que tú eres valiente.

Cobarde

Espeluznante. Una alimaña entra en el vagón hablando por su teléfono móvil. Se sienta con desdén y arroja con rabia una revista sobre el asiento de enfrente. No se oye nada, pero se intuye una conversación nerviosa, casi violenta.

Se levanta. Mira a un lado y a otro como si quisiera comprobar que no hay nadie que pueda impedirle la salvajada que pretende hacer. A este lado del vagón sólo hay un chaval que no parece tener más de trece o catorce años y no se aprecian más que algunos pasajeros al otro extremo. Pasa por delante de una adolescente a la que se queda mirando, como cuando te parece haber reconocido a alguien y no estás seguro. Sigue andando, pero inmediatamente se da la vuelta y acerca asquerosamente su cara a la de la chica. Empieza a golpearle en la cabeza, le pellizca obscenamente un pecho, otro golpe en la cabeza y, cuando parece que ya se marcha, se vuelve y le da una violenta patada en la cara. Y un puñetazo en el costado. Y otro en la cabeza. Hasta que para el tren y se marcha. Nadie ha intervenido. Nadie ha hecho el más mínimo intento de levantarse.

Ella tiene dieciséis años. Su pecado, ser ecuatoriana. Él, veintiuno. Alguien capaz de hacer lo que ha hecho, a sangre fría, sin mediar palabra, sin motivo, merece el más absoluto desprecio. De todas las acciones miserables del hombre, las presididas por el abuso cobarde del fuerte sobre el débil son las más repugnantes y monstruosas.

No soy ningún valiente. La violencia, incluso verbal, me hace un nudo en el estómago, pero el asco que he sentido al ver las imágenes hubiese hecho que le vomitara mi miedo a la cara con un par de buenas hostias.

El miedo es libre, sí. Tanto como la libertad que nos arrebata.


jueves, 18 de octubre de 2007

Tengo una(s) pregunta(s) para usted

¿Con qué intención su Gobierno manifiesta pública y reiteradamente que volverá a negociar con una banda terrorista si se dan las condiciones, informando así a los asesinos de que les bastará con dejar de matar para acceder a negociar y que seguir matando hasta ese momento no cierra ninguna puerta?

¿Qué piensa conceder llegado ese momento, al parecer claramente ansiado por usted? Si es algo ilegal ¿cómo explicará a los demócratas que se consigue más con la fuerza que con la palabra? Y si es algo legal ¿cómo explicará que no se lo concedió a un lehendakari democráticamente elegido y sí a quienes lo exigieron con armas y sangre?


miércoles, 17 de octubre de 2007

José Luis, ejemplo de demócrata

Apenas cinco minutos después de que un ciudadano le preguntara por qué llamaba País Valenciano a la Comunidad Valenciana y él le respondiera que cada uno es libre de llamar a las cosas como crea conveniente, le recriminó en tono bronco y desafiante a una señora que le llamara José Luis. Ésta es sólo una muestra más de la mediocridad de nuestros políticos que son capaces de aplicar un argumento y su contrario separados por apenas unos minutos. O tienen problemas de memoria a corto plazo como la famosa Dory de Buscando a Nemo, o tienen claro que quienes la tenemos somos los ciudadanos. A estas alturas ya se habrán dado cuenta de que no hablo de Zapatero, sino de otro José Luis. Un tal Carod-Rovira, del que dicen las malas lenguas que apostató del castizo Pérez.

Que este señor presuma de demócrata cuando en Cataluña multan a comerciantes por no rotular en catalán sus establecimientos, parece una broma de mal gusto. Si un comerciante, que vive de que los clientes entren en su negocio, decide rotularlo en inglés, francés o esperanto ¿qué democracia es ésta que permite que se pueda prohibir a un particular hacer uso de su libertad?

Con este concepto de democracia, resultan poco creíbles los golpes de pecho que se dio después sobre el referéndum de autodeterminación en Cataluña para el 2014 "si la mayoría de la sociedad catalana quiere, y si no, no se hará y no pasará nada". Ya se inventarán alguna multa para resolver ese "y si no".

Y que conste que cada vez tengo más claro que es preciso buscar salidas democráticas y justas, si es que las hay, para aquellos que no quieren pertenecer a un determinado Estado. Mirar para otro lado no solucionará un problema cada vez más evidente. Ni la Constitución es una vaca sagrada, ni nos debe asustar debatir sobre independencia y sus consecuencias para todos. También para los independizados.


lunes, 15 de octubre de 2007

¡Al suelo, que vienen los nuestros! (II)

Aunque la frase es muy conocida y ya le ha usado por aquí alguna vez, no puedo evitar volver a utilizarla: ¡Al suelo, que vienen los nuestros!

Esta entrevista acaba de cepillarse de un plumazo un mogollón de votos. Sinceramente, estas declaraciones me han dejado completamente descolocado. ¿Qué gana Mayor Oreja y su partido con ello? ¿Realmente piensa lo que dice? ¿Se trata de un ataque de sinceridad o de la búsqueda del voto de extrema derecha?

Ellos sabrán, pero a este tabernero que ha defendido que la derecha en España se ha civilizado y que no es de recibo que la izquierda esté permanentemente acojonando al personal con el fantasma de una derecha irreal, le acaban de dejar en ridículo.

Tomo nota.


sábado, 13 de octubre de 2007

Invita la casa. Hoy: sueños

Lamentablemente hay muchos Fernandos como los de la historia que nos cuenta Néstor.

No sé si para los que no son padres ésta sólo es una historia más. Espero que no. Para mí, que ya soy incapaz de quitarme el traje de padre desde que hace ya más de tres lustros se quedó pegado a mi alma, el relato es tremendo.

Tremendo para Fernando, que estuvo sólo y no supo o no pudo decir no. Tremendo para sus padres, que permitieron que estuviera sólo. Y tremendo para este joven abogado, que es capaz de llenar de humanidad sus experiencias profesionales.


jueves, 11 de octubre de 2007

¿Quién da más?


No sé cual de las tres cosas es peor, si el video de las Juventudes Socialistas, el video de Rajoy o Pepiño metiendo miedo con lo que ocurre cuando la derecha se pone a gritar España.

Que a Rajoy le hace falta urgentemente un asesor de imagen y unas cuantas raciones de sentido del ridículo es evidente, pero que los socialistas no sepan hacer política sin usar el dóberman de una derecha que afortunadamente ya no existe en nuestro país, es descorazonador.

Y lo peor de todo es que nos toman por imbéciles. Bueno no, quizás no sea eso lo peor.


lunes, 8 de octubre de 2007

Si torturas la estadística, te dirá lo que quieres oir.

Siempre me han entusiasmado las matemáticas recreativas y los problemas lógicos. Quienes me conocen saben que no soporto los chascarrillos que se resuelven mediante dobles sentidos en el lenguaje o con trucos que no tienen nada que ver con la lógica, las matemáticas o el raciocinio.

Por eso, cuando leo alguna noticia que basa su sensacionalismo en algún dato estadístico, me divierte acudir a la fuente y comprobar cuan equivocado está el periodista en cuestión. Hay muchos divertimentos lógicomatemáticos que se basan en que la intuición y el sentido común nos ofrece una respuesta obvia, mientras que la ciencia nos demuestra lo lejos que estábamos de la solución. Aunque la estadística no es la única rama en la que la intuición está reñida con la calculadora, sí es la que más sorpresas produce y la que más se presta a la manipulación de las conclusiones que se pueden extraer de los datos objetivos.

Hoy, cuando leía en la prensa y escuchaba en la radio a sesudos tertulianos quejándose de lo intolerable que resulta que, a igual puesto de trabajo, el salario medio de la mujer en 2006 haya sido inferior en 6.000 euros al salario medio del hombre según un informe de la AEAT, me vino a la cabeza ese juego de azar que consiste en apostar por que sale un determinado número en un bombo con 3 dados. La gente asume que si tirando un dado tiene 1/6 de posibilidades de que salga por ejemplo el 1, tirando 3 tendrá 3/6; es decir, que realmente el juego es justo porque tiene el 50% de posibilidades de ganar, pero no es así. ¿O quizás sí?

Volviendo al asunto. Quienes basándose en esa estadística concluyen que los empresarios son unos sátrapas y los sindicatos están en la inopia, son claros candidatos a ser víctimas de las más sutiles, y no tan sutiles, manipulaciones. En la metodología empleada para la obtención de los datos queda claro que los salarios medios se han calculado a partir de los salarios declarados por los pagadores de los mismos, sin mencionarse en ningún caso que se haya tenido en cuenta la variable "jornada laboral" y sin indicar tampoco que se trate de los mismos puestos de trabajo, cuestiones por otra parte imposibles de contemplar en base a la metodología empleada. Si tenemos en cuenta que existe una mayor proporción de mujeres que de hombres con jornada reducida, se explicaría una parte muy importante de ese diferencial. Y probablemente el resto venga explicado por el mayor porcentaje de mujeres en sectores con convenios colectivos más bajos (sector limpieza, hostelería....), junto con las reticencias de algunos empresarios para incorporar a la mujer en puestos de responsabilidad.

De esta forma, sería más razonable concluir que sólo una mínima parte de las mujeres, al menos en lo que se refiere al parámetro "igual puesto de trabajo-menor salario", estaría discriminada. Desde luego esta conclusión es más acorde con mi experiencia personal en el mundo de la empresa.


sábado, 6 de octubre de 2007

Izquierda, izquierda. Derecha, derecha. Adelante, detrás. Un, dos, tres

Una cosa es lo que era la izquierda, otra lo que es y otra muy distinta lo que debiera ser. Y lo mismo le pasa a la derecha. La evolución de la sociedad ha ido matizando tanto el concepto de izquierda y derecha, que se ha pasado de una concepción del Estado y su relación con el individuo radicalmente opuesta, a la existencia de lugares comunes que ya nadie cuestiona y que en muchos casos difuminan las fronteras entre ambas formas de concebir la acción política. Al menos nos queda el consuelo de que mientras no llegue la LOGSE a Barrio Sésamo, adelante y detrás seguirán siendo adverbios y significando lo mismo.

Antes, cuando la izquierda tenía que luchar por la igualdad de oportunidades o por una libertad inexistente contra una derecha dictatorial que favorecía a los ricos en detrimento de los pobres, que fomentaba los monopolios en manos de los poderosos o que utilizaba la coacción del Estado para obtener prebendas ilegítimas, las cosas estaban muy claras. A nadie se le ocurría preguntar qué diferencias había entre la izquierda y la derecha. Era tan obvio quiénes eran los progresistas, los que querían evolucionar y progresar, y quiénes los conservadores, los que no querían que nada cambiara, que nadie se hacía esa pregunta.

Ahora, asentada la "democracia", construido un Estado del Bienestar que pocos cuestionan y civilizada la derecha, la que permanece asilvestrada es la izquierda. Ha perdido la ventaja competitiva que suponía tener el monopolio moral de la defensa de los débiles, de la lucha contra la injusticia y de la búsqueda del bien común. La derecha se ha modernizado y defiende la redistribución de la renta y los mecanismos de protección social, si bien es cierto que lo hace desde un modelo de Estado distinto. En un escenario en el que la derecha no cuestiona la enseñanza gratuita, las pensiones o las prestaciones por desempleo, a la izquierda se le ha agotado parte de su discurso, se le ha secado la imaginación y ha respondido con más Estado, más intervencionismo y más paternalismo. Si los avances sociales conseguidos han sido el resultado del trabajo y el esfuerzo de muchas personas a las que no le regalaron nada ¿por qué desprecian ahora esos valores?

Cuando la izquierda demoniza el mercado, contrapone de manera absurda lo social a lo económico. Ignora que para mantener el sistema de protección social son necesarios recursos económicos que sólo pueden ser generados de forma eficiente por el libre mercado. Las lógicas del monopolio público o privado sólo generan injusticias porque manipulan las reglas de juego, empobrecen a la sociedad y despilfarran recursos.

La izquierda en la que yo creo debería aprovechar la globalización y el libre mercado para conseguir una sociedad más justa e igualadora de oportunidades, debería reorientar los sistemas de protección social que generan parásitos y lastran la creación de riqueza, debería renunciar a regular aquellos comportamientos individuales que no afecten a derechos de terceros, debería ser firme contra quienes usan la solidaridad de los demás en su propio beneficio, debería ser especialmente exigente con los resultados de las actividades que se financian con recursos públicos, en particular la educación. En definitiva, debería poner el Estado al servicio del individuo pero sin anularlo, dignificarlo pero sin adocenarlo.

¿Para cuándo una izquierda moderna que crea más en el individuo, que sea capaz de convencer sin necesidad de asustar con el dóberman, que sepa gestionar sus valores con menos Estado, que sepa mantenerse en el poder sin necesidad de clientelismos, que asuma sin complejos algunos valores positivos de la derecha, como el esfuerzo y el trabajo, con la misma inteligencia con la que la derecha ha abrazado el Estado del Bienestar?

Algunos seguimos esperando.


martes, 2 de octubre de 2007

Sobre el aborto y la eutanasia

¿Se puede ser de izquierdas, estar en contra del aborto y a favor de la eutanasia? Pues claro que se puede. Lean si no.

Ya sé que son cuestiones complejas, pero si me defino como liberal de izquierdas, la respuesta no debería extrañar. No me gustan demasiado las etiquetas, pero muchas veces es imposible no usarlas para describirse a uno mismo o a los demás. En esa especie de síntesis, de retrato concentrado, no caben los matices y eso lo empobrece. Por contra, encerrar en un par de palabras una actitud ante la vida, obliga a subrayar sólo lo importante, a dibujar con trazo grueso pero firme, lo esencial.

Hay mucha gente que cuando se cuelga una etiqueta, sobre todo en política, se olvida de pensar. Es como si les grabaran a fuego en su cerebro un formulario tipo test con una serie de preguntas ¡pero con la respuesta marcada! ¿Que la etiqueta dice "soy de izquierdas"? En la pregunta del aborto y la eutanasia estará marcada la casilla "a favor". ¿Que en la etiqueta pone "soy de derechas"? La casilla marcada indicará "en contra". ¡Y ay del que se le ocurra pensar por sí mismo!

Muchos niegan la coherencia de ser liberal y de izquierdas, o viceversa, tanto monta. Los liberales, porque no entienden que uno tenga sus reticencias sobre la bondad de eso que ellos llaman el "orden social espontáneo". Los comunistas y socialistas, porque no se explican que uno no abrace el colectivismo a ultranza, resultado de su desconfianza radical hacia el individuo. A los que nos sentimos libres para pensar, nos la trae al pairo lo que opinen estos fabricantes de corsés mentales.

Pero no nos dispersemos. Hablaba de mi postura respecto del aborto y la eutanasia y, en contra de lo que pudiera parecer, ambas tienen más que ver con mi liberalismo que con mi izquierdismo. Precisamente mi convicción personal de que el Estado no debe interferir en el derecho a decidir de las personas cuando los efectos de sus actos sólo afectan a ellos mismos, me lleva a condenar el aborto y admitir la eutanasia. Con dos excepcciones. Respecto del aborto, lo considero admisible cuando hay un riesgo claro para la vida de la madre. Respecto de la eutanasia, la considero inadmisible cuando no es el resultado del libre albedrío del afectado, bien en el momento de la decisión, bien en un momento anterior.


lunes, 1 de octubre de 2007

¡Ay, qué mal rollo.......!

Vaya por delante que no las comparto, pero si seguimos subastando el Estado a base de golpes de mano con los Presupuestos Generales en la idem, podríamos hacer reflexiones un tanto curiosas.

Por ejemplo, si a Cataluña, una de las comunidades más ricas, se le va a seguir dando dinero en función de su riqueza en detrimento de otras más pobres, a lo mejor a mí, si fuera extremeño, andaluz o gallego se me podría ocurrir dejar de comprar productos catalanes, no tanto como demostración de un infantil anticatalanismo, sino en defensa propia. Y me explico. Si las comunidades más desfavorecidas dejaran de adquirir bienes y servicios producidos en Cataluña, su PIB bajaría considerablemente. Como consecuencia, con su nuevo Estatuto en la mano, la parte del presupuesto que habría que asignarle disminuiría de manera importante y habría más dinero para los demás.

Y podríamos continuar, pero prefiero no hacerlo, no vaya a ser que a alguien se le ocurra empezar a matar compatriotas o regalar pisos a los habitantes de otras regiones que reciben sus dineros en función de la población, con tal de que ésta disminuya y haya más para repartir.

Tiempo al tiempo.