miércoles, 26 de octubre de 2016

¡Cómo pasa el tiempo sin que apenas pase nada...!

Leía esta mañana un artículo de un miembro de la Asociación de Profesores de Instituto de Andalucía (APIA) con el que me he sentido absolutamente identificado. Quizás porque dice cosas como ésta:

"No parece difícil comprender el rechazo que las reválidas provocan en los alumnos, para los que supone un obstáculo. Pero sus familias, especialmente las de peor situación sociocultural y los partidos que dicen representarlas, deberían plantearse que unos títulos académicos devaluados significan simplemente una estafa. Sus hijos no tienen más armas que el esfuerzo y el mérito para mejorar su posición laboral y social; si estas armas no sirven, el origen, el dinero o los contactos serán aún más determinantes."

...que se parece demasiado a esta otra que escribí ¡hace ya casi diez años!:

"Una pésima formación humana y académica, el desprecio hacia la necesaria autoridad de los educadores por considerarla un valor reaccionario y, en suma, la inacción en la exigencia a nuestros jóvenes de sus obligaciones, a quienes más perjudica es precisamente a los menos favorecidos. Igualar a todos en la mediocridad es impedir al desfavorecido que use lo único que le puede permitir progresar: inteligencia y esfuerzo. El rico, el poderoso, el "hijo de papá", aun siendo mediocre, tiene su vida resuelta. El pobre, el humilde, no puede permitirse el lujo de que el sistema, en nombre de un progresismo de plastilina, le iguale por debajo, le deje en el pelotón de los mediocres teniendo capacidad para no serlo."

¡Cómo pasa el tiempo sin que apenas pase nada, sin que nada cambie y parezca distinta la nada...!


martes, 25 de octubre de 2016

Del mandato imperativo y otras confusiones...

Si para algo está sirviendo todo este jaleo político es, desde luego, para que la gente se interese algo sobre nuestro sistema político, lo que no está nada mal a la vista de la ignorancia generalizada al respecto. Que si los plazos de investidura, que si las consultas al Rey, que si mayorías en primera y segunda vuelta, que si el artículo tal de la Constitución, que si la Mesa del Congreso...

Ahora, con el trajín que tienen en el PSOE por la exigencia a sus diputados de votar en el sentido decidido por la Dirección del partido, le toca el turno al dichoso mandato imperativo del art. 67.2 de nuestra Carta Magna, ése que establece que los miembros de las Cortes Generales no estarán ligados por mandato imperativo. Y claro, muchos dicen que si los diputados no están sometidos a mandato imperativo, ni es democrático ni constitucional exigirles el voto a los diputados por parte de los partidos políticos.

Vayamos por partes. En efecto, un diputado o un senador no está sujeto a mandato imperativo alguno, ni de sus electores ni de nadie, de tal forma que es absolutamente libre para decidir el sentido de su voto en las Cortes Generales. Ahora bien, no podemos ignorar que quien decide libremente pertenecer a un partido político, acatar sus estatutos y presentarse a unas elecciones formando parte de sus listas asume voluntariamente una serie de obligaciones. Y no lo digo yo, lo dice, entre otras, la Ley Orgánica de Partidos Políticos en su art. 8, cuando establece que deberán cumplir las obligaciones que resulten de los estatutos del partido y, en todo caso, acatar y cumplir los acuerdos válidamente adoptados por los órganos directivos del partido.

Por tanto, ¿puede un partido político imponer legal y coactivamente el sentido del voto a sus diputados? Evidentemente no. ¿Puede tomar medidas contra el desacato de sus diputados respecto de un acuerdo válidamente adoptado por el partido? Evidentemente sí. ¿Y cuáles? Pues todas aquéllas que estén contempladas en sus estatutos o en las leyes y entre las que no figura, por supuesto, la retirada de su acta de diputado o senador.

No debiéramos confundir la prohibición constitucional de mandato imperativo a los miembros de las Cortes Generales con el derecho que tiene una organización, política o de cualquier otra índole, de aplicar a sus miembros las normas internas de las que se han dotado y que, recordémoslo una vez más, aceptaron voluntariamente cuando decidieron pertenecer a dicha organización.


jueves, 20 de octubre de 2016

El estado de la Comunidad... de vecinos

Ayer, en el debate de la Comunidad, nada nuevo bajo la mediocridad. Frente al quiero y no puedo de Juanma, la lectura a trompicones y casi ininteligible de Teresa, los besos con lengua, casi pornográficos, que se dio Marín a sí mismo y la verborrea, efectiva pero vacía, de Susana, sólo hubo un tenue brillo de Maíllo. Aunque sólo en las formas, en la pasión que le puso al asunto, que el fondo anduvo bastante deforme. 

Este hombre me cae bien, no lo voy a negar. Se le nota que se cree lo que defiende, aunque defienda cosas increíbles. Como cuando dijo en un par de ocasiones que la reforma del art. 135 de la Constitución había llevado a este país a la ruina, a la desigualdad social y al emprobrecimiento de la clase media. Ya dijimos por aquí hace mucho tiempo que los límites establecidos en esa reforma no entrarían en vigor hasta el año 2020, tal y como establece la Disposición adicional única de la reforma constitucional. Y digo yo, si no está en vigor ese límite, ¿cómo ha podido esa reforma llevar a este país a la ruina, a la desigualdad social y al empobrecimiento de la clase media de este país?

Por cierto, si quieren verles la cara mientras dicen estas tonterías, pueden hacerlo aquí.