viernes, 21 de febrero de 2014

Esto es pa cagarse...

Llevo cincuenta años cagando y ahora resulta que no sé cagar. No, no se rían que el asunto es serio, y además, la mayoría de ustedes tampoco sabe. ¿No se lo creen? Pues vean este vídeo y aprendan a cagar, a ver si se les quita de una vez esa cara de estreñidos.







Para que después digan que sólo hablo de política...


viernes, 14 de febrero de 2014

De donde no hay... (LXI)

Criticar la falta de capacidad de Susana Díaz para estar al frente de la Junta de Andalucía por haber tardado más de diez años en terminar la carrera de Derecho -capacidad de la que sin duda carece, pero no por eso-, y nombrar unos meses más tarde como candidato para enfrentarse a ella, a alguien que ha falseado su currículum y cuya única formación universitaria la finalizó pasados los 40, es para correr a gorrazos a quien haya tenido tamaña ocurrencia.

Y además, esa titulación es la de graduado en Protocolo y Organización de Eventos. Vamos, de una exigencia y altura intelectual... Que ya es llamativo que este tipo de conocimientos se consideren dignos de enseñarse en una Universidad. Así nos va.

Claro, que a lo mejor alguien ha pensado que con tanta Feria de Abril, tanta Semana Santa, tanto Rocío, tanto langostino huérfano y tanto cachondeo, qué mejor que ser titulado universitario en Organización de Eventos para presidir la Junta de Andalucía.

Si es que...


miércoles, 12 de febrero de 2014

Abogados sin toga o de cómo sobrevivir a una carrera de obstáculos

Es posible que lo que ahora voy a contar no le interese apenas a nadie, pero yo lo cuento.

Resulta que hasta hace bien poco, para ejercer de abogado bastaba con una licenciatura de 5 años -en algunas Universidades la licenciatura era de 4 años-, y después colegiarse. Y ya está. Tras el plan Bolonia, han metido en cuatro años la misma materia de esos cinco años de licenciatura y le han cambiado el nombre por graduado en Derecho.

¿Y creen ustedes que tras obtener la titulación basta con colegiarse y ejercer como antes? Pues no. Tras graduarse hay que hacer un máster universitario de Acceso a la Abogacía de año y medio y que cuesta una media de 6.000 euros. Es decir, han convertido una carrera de cinco años -cuatro en algunos casos-, en otra de cinco años y medio.

¿Y entonces, tras ese máster ya puede uno colegiarse y ejercer? Pues tampoco. Después hay que superar un examen estatal que se convoca una vez al año y, una vez superado, si sigues vivo, ya puedes colegiarte y ejercer. Y ojo con suspenderlo, porque se convoca -cuando se convoque- sólo una vez al año.

Pues bien, resulta que la primera hornada de graduados masterizados ya está en la calle. Literalmente en la calle. Porque ni se ha realizado aún examen estatal alguno ni, lo que es peor, hay fecha para realizarlo, por lo que no pueden ejercer la abogacía. A eso se le llama jugar con la ilusión y el esfuerzo de nuestros jóvenes.

En fin, que este gobierno en general, y el ministro Gallardón en particular, sigue cubriéndose de gloria.

Por cierto, se ha creado una plataforma denominada Abogados sin Toga para reclamar al ministro Gallardón que suprima este examen. Lo digo por si quieren apoyarla.


viernes, 7 de febrero de 2014

Las lecciones de democracia del indigente Tardá...

Sobre mi posición respecto del derecho a decidir de Cataluña ya me he retratado en varias ocasiones. Y quede claro que la mía no es una posición jurídica -la Constitución dice sobre el sujeto del derecho a decidir lo que dice, y poco se puede añadir-, sino una convicción personal.

Pero hoy no quería reiterar lo ya dicho, sino subrayar la indigencia intelectual de algunos independentistas. Se puede tener el convencimiento, no sólo jurídico -que ése, de momento, es indiscutible-, sino también personal y democrático, como la tiene el señor Margallo y muchos millones de españoles, de que quienes tienen que decidir la separación de Cataluña de España deben ser todos los españoles. O se puede tener la convicción de que el derecho a decidir corresponde al conjunto de ciudadanos que aspiran a separarse del resto del Estado.

Cualquiera de esas posiciones es respetable si se defiende pacífica y democráticamente, pero lo que resulta verdaderamente patético es defender ambas simultáneamente dependiendo de si juegas en casa o fuera de casa. Y eso es lo que hizo ayer el inefable Tardá en la Comisión de Asuntos Exteriores cuando el ministro Margallo le preguntó si estaría dispuesto a reconocer a Tarragona el derecho a escindirse de una hipotética República Catalana. Y claro, dijo que no.