lunes, 12 de noviembre de 2007

Y ahora los empresarios (I)

La patronal catalana, Fomento del Trabajo Nacional que se llama la criatura, presentó la pasada semana un informe sobre las inversiones reales del Estado en cada Comunidad Autónoma.

En la presentación, además de comparar entre sí las inversiones del Estado en Madrid, Cataluña y Andalucía según tres ratios (en porcentaje sobre el total, en inversión por PIB y en inversión por habitante), su presidente ha solicitado la publicación de las balanzas fiscales. No es necesario que se publique lo que ya sabemos. Como ya analicé en mi trilogía sobre las balanzas fiscales (I, II y III), al margen de las dificultades de cálculo allí expuestas, es obvio que las regiones ricas tendrán una balanza fiscal negativa. ¿Y qué?. Probablemente el señor Juan Rosell también la tenga negativa y su vecino del cuarto, que está en el paro, positiva. En eso consiste lo que exige nuestra Constitución en su artículo 31.

Se confunden gravemente quienes plantean la cuestión desde el punto de vista territorial, afirmando que tal o cual región aporta más de lo que recibe. Es una cuestión de ciudadanos y no de regiones. Quienes están constantemente pidiendo la publicación de las balanzas fiscales sólo pueden tener un objetivo: exigir su equilibrio porque les beneficia. ¿Y cuál será el siguiente paso? ¿Que la Cataluña rica exija también el equilibrio contra la Cataluña pobre? ¿O alguien cree que esos desequilibrios no se reproducen a cualquier escala (que le pregunten si no al vecino parado de Juan Rosell)? Esa es la naturaleza de nuestro sistema fiscal y una de las bases de nuestra convivencia. Si nos lo cargamos, no nos queda casi nada.


No hay comentarios: