Cuando le arranqué la cabeza con mis propias manos de forma inesperada e impulsiva tras lanzar con desdén el cuchillo sobre la mesa, todos se me quedaron mirando con los ojos fuera de sus órbitas y boqueando por la falta de oxígeno que el terror les sisó. Pálidos y descompuestos, susurraban nerviosamente palabras ininteligibles. Mientras aquellos cadáveres descansaban en sus platos en distintas fases de autopsia hábilmente diseccionados por los hermosos cubiertos de plata, en mi plato ya descansaba la cabeza hueca de un hermoso langostino de Sanlúcar. Es lo que tiene cenar con la aristocracia. Siempre se pierden el placer de chupar una buena cabeza.
El sufrimiento de un genio
Hace 5 horas
10 comentarios:
Tato, siempre sorprendente! Cuando pensaba en lo brutal de la escena, me abres el apetito con un buen langostino, ja, ja.
chupar ¿cabezas?
¿qué tipo de cabezas sueles chupar tú?
según tu respuesta te envío mi teléfono y quedamos
Lamentable, se rindió usted ante la alta alcurnia y se perdió el mejor momento del sanluqueñismo.
Lástima...
Ja, ja, ja...
Me quito el sombrero, Tato.
Soboro ¿qué tal ha ido el asunto? Seguro que bien.
¡Que no, dama, que no! Que no hay presencia ni protocolo que le impida al protagonista del relato comerse un buen langostino sanluqueño con las manos.
¿Quitarse el sombrero, Nestor? Una manzanilla fresquita, buena compañía y una ración de langostinos de Sanlúcar en una terracita cualquier noche de verano. Eso sí que es para quitarse el sombrero.
Un par de besos y un abrazo
Tato...
Aquí, calor lo que quieras, pero los langostinos de Sanlúcar son bien escaso...
B x C
¡Ole el arte!
Buenísimo
Tato, tengo una propuesta para ti de relato común en mi blog.
No es un premio, por lo que no tienes esa excusa para rechazarlo, pero si decides finalmente no seguir el relato, se quedará incompleto, desmembrado, mutilado, sufriendo años y años. Eso después se queda en tu conciencia ... :P
A veces, aquellos mejores placeres de nuestra vida pasan desapercibidos para aquellos que creen tenerlo todo.
He vuelto querido Tato, aunque me preocupa mi falta de expresión. Creo que las oposiciones me han pasado factura. Espero encontrar el camino de nuevo.
Un fuerte abrazo.
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