miércoles, 18 de junio de 2008

Cuento: Lenguaje corporal

Tras escucharle largo rato atrapada por su peculiar forma de hablar, unas pequeñas gotas de sudor resbalaron alegres por mi frente incapaces de contener por más tiempo la alegría. El misterio quedó resuelto y me empotré en la mullida butaca, relajada y satisfecha. Cierto es que me perdí la conferencia por acercarme tanto a las palabras, pero debo reconocer que de todas las teorías expuestas sobre antimateria, agujeros negros y cuerpos celestes, interesarme, lo que se dice interesarme, sólo me interesaba el cuerpo de mi amigo el astrónomo, que estaba sentado justamente al lado.

Nos habíamos conocido hacía un par de semanas, en una reunión de catedráticos de Universidad, y me propuso que le acompañara a lo que él calificó de conferencia única e irrepetible. Tan ilusionado y encantador se mostró, que me vi obligada a dibujarle en el aire un ¡por supuesto! en forma de pequeños saltitos acompañados de un palmeo nervioso y cursi. ¡Qué vergüenza! ¡Y a mis años! Pero sólo de pensar en las posibilidades que se abrirían tras aquella penitencia... Una cena romántica, unas copas por los garitos de moda y, tal vez, un ¿en tu casa o en la mía? Aún no había decidido si estudiarlo, trabajarlo, o ambas cosas. Una egiptóloga con los pies en la tierra y un astrónomo con la cabeza en las nubes... Ya veremos qué sale de ahí.

Pero todo eso sería más tarde. Ahora, mientras aquel adonis, al que se le estaba poniendo cara de postre nocturno a marchas forzadas, escuchaba embobado, mi aburrimiento había encontrado una diversión inesperada en la extraña forma de hablar del singular conferenciante. Un hermoso jeroglífico. Sus continuos y extraños tics no eran aleatorios ni cadenciosos, aunque nadie en aquel enorme auditorio parecía haberse dado cuenta. Claro, que yo no era una observadora cualquiera. Tras un rato de concienzudo análisis, comencé a identificar las circunstancias en que se producían. Unas veces, durante un instante, dejaba caer imperceptiblemente la cabeza hacia delante mientras fruncía el ceño bajando sólo la ceja derecha. Otras, sólo dejaba caer la cabeza en un recorrido algo más amplio. Y otras, hacía un movimiento seco y rápido con la cabeza al frente sin mover el resto del cuerpo, como si pretendiera desempotrar de la nuca el cuello sudado de su camisa. Pero siempre con movimientos suaves, sin romper la armonía de sus gestos, como si todo formara parte de una compleja coreografía.

En poco más de media hora comencé a intuirlo. En algo más de una hora había conseguido descifrarlo. Me despistaron unas anomalías en la pauta principal. Anomalías que, curiosamente, también seguían un patrón definido. Sólo se producían al pronunciar determinadas palabras que contenían dos vocales juntas. Aquel hombre hablaba con acento. O, para ser más exactos, escenificaba las tildes. Y también las comas. Y los puntos. Y además, no parecía tener claras las reglas específicas de acentuación de diptongos e hiatos. Era todo un espectáculo para quien supiera ver más allá del firmamento que describían sus palabras. ¡Una conferencia única e irrepetible!, resonaron sus palabras en mi cabeza. No empezaba mal la noche. Cuando encendieron las luces, consideré llegado el momento de ponerle los puntos sobre las íes a mi acompañante.


5 comentarios:

Anónimo dijo...

Este tipo de lenguaje, despues del musical es mi preferido, sencillamente me encanta como lo hablas querido Tabernero.

PD. No se pero... encajaría muy bien como lenguaje tipo C.

pilar dijo...

Imagínate, el aire que sale por su boca formando palabras habla de las estrellas, y su cuerpo expresa para otra galaxia......me ha pasado a veces y es muy curioso ver esta disociación verbo-cuerpo. Bueno, genial.
Yo también te leo a menudo pero sólo te comento de vez en cuando porque veo que tienes tus fijos y que están a un nivel enorme y yo sólo quiero y puedo ser en esta dimensión "cibecosturera".
Disfruto mucho con tus historias.
Besos, Pilar

Er Tato dijo...

¿Sabes que el lenguaje C es un idioma de programación, querida Glauca? ¿A qué lenguaje te refieres como tu preferido después del musical, al corporal? Yo también lo prefiero, pero no después del musical, sino durante ;-)

Pilar ¿qué es eso de fijos y de nivel enorme? En esta taberna sois todos bienvenidos. Otra cosa es que algunos parroquianos sean ya viejos en la casa y les tenga un cariño especial. Aquí, ni es obligatorio comentar, aunque siempre me produzca especial placer saber que me leéis, ni ningún comentario tiene más valor que otro.

Yo os sirvo mis palabras humildemente aliñadas en el mostrador. Vosotros me premiáis con su lectura. Los comentarios sólo son las migajas chivatas que dejáis cuando se os olvida poner la servilleta debajo. El rastro que a veces deja vuestra visita. Algunos, entráis de puntillas y os marcháis sin hacer ruido, sin dejar migajas. Para ésos también tengo agradecimiento por perder su tiempo visitándome.

Besos a discreción

P.D.: Ahora que releo el último párrafo, creo que me ha salido un poco cursi ¿no? Pero así se queda, que me voy ya a la piltra.

Anónimo dijo...

Pues la verdad es que no tenían ni idea.
Mis conocimientos informaticos son limitados tirando a mediocre. Como decía mi abuela... las cuatro reglas y pálante pero que bonito es aprender.

Ahora que tengo un ratito me voy a leer tu nueva vuelta de tuerca al dichoso cannon...

Un beso.

Anónimo dijo...

Vaya dos personajes la egiptóloga y el astrónomo: una obsesiva y un fantoche.
Tato, me encantan tus relatos.
Un beso