miércoles, 25 de junio de 2008

Imaginación en negro

Mientras iba en el coche con la radio puesta camino de Madrid, escuché de refilón que mencionaban a José Luis Alvite. Hacían una crítica de su último libro y hablaban de un mundo creado por él: el Savoy. Cuando lo mencionaron, recordé vagamente haber leído algo sobre él, pero no era consciente de que me hubiese impactado. Tan aduladora era la crítica sobre su buen escribir, que en cuanto llegué al hotel, tras colgar las camisas para que escurrieran las arrugas y ponerme cómodo, saqué el portátil, busqué en mi bolsillo el código de la conexión wifi que había solicitado al recepcionista y me encomendé a san gúgel.

Imperdonable. Llevo un buen rato leyendo parte de lo que circula de él por la red. Apuntaré en mi debe no tener en mi estantería ninguno de los dos libros de Alvite. Incluso asumiré la vergüenza de reconocer que no me llamó la atención lo poco que leí de él hace algún tiempo. Quizás por ese aire de novela negra que impregna su mundo literario en torno a ese garito llamado Savoy. Jamás he sido un fan de ese tipo de literatura. Pero nunca es tarde para rectificar.

Y para compensar, aunque sea mínimamente, el agravio, ahí va un artículo suyo publicado en La Razón el 22 de Enero de 2003, denominado "El Savoy (I)". Saboreen cada frase, cada metáfora, cada símil, cada gramo de ironía y cinismo.

A estas alturas creo que ya todos sabemos que el jefe del Savoy es Ernie Loquasto, un tipo escarmentado por la vida que ya sólo se da prisa para perder el tiempo. Fue él quien me dijo que «de un tipo se sabe que es tranquilo cuando entre cigarrillo y cigarrillo, aprovecha para fumar». Una madrugada también me dijo que «un buen reloj sólo sirve para que las mujeres elogien tus modales». Acerca del matrimonio las ideas de Ernie son relativamente pintorescas. Suele decir que «el segundo matrimonio es una manera como otra cualquiera de separar el primero del tercero». Algo parecido le escuché al jefe cuando una noche en el club se me dio por evocar paisajes. Ernie me miró y me dijo: «¿El paisaje? Bobadas, Al. El paisaje sólo es lo que un fugitivo necesita para cambiar de ciudad». Del ex boxeador Sony «Sweet» Sullivan os hablé unas cuantas veces. Lleva años alejado del ring pero aún conserva secuelas de los golpes. A veces se acerca al barman del Savoy y le pregunta por el andén del tren a Chicago. En el boxeo no ahorró dinero. Gastó bastante en juergas con mujeres y dice la leyenda que un buen puñado de billetes el muy idiota los guardó en el fuego. Y cuando se dio cuenta, era un pobre diablo con el dinero justo para necesitar mucho más. Los billetes que le quedaban dicen que los gastó en pagarle al tipo que le enseñó a contarlo. También se dice de él que el hueso más duro de su rostro es la cereza del martini. Una madrugada me contó que en sus malos tiempos tras malgastar el dinero del boxeo, espesaba la saliva en la boca para tener algo que comer. Dudo que sea cierto, pero también se corrió por ahí que Sony había compartido la dentadura postiza con un ex-jugador de béisbol. ¡Pobre Sony! Dice que «en los Buenos tiempos del Madison, yo era negro como carbón a oscuras pero tenía un dinero, muchacho, así que, ¡lo que son las cosas! las chicas me confundían con Troy Donahue». Al piano suele sentarse el entrañable Larry Williams, un tipo que en los ensimismados momentos de nostalgia, toca suave como si interpretase a Gershwin con las manos en los bolsillos. Larry se casó tres veces. De sus ex esposas lo más íntimo que conserva son números de tres teléfonos cortados.


5 comentarios:

JLM dijo...

Hace unos años, había una sección del programa de Carlos Herrera dedicado a este señor. Muy surrealista, muy atractivo; nunca pude dejar de escuchar una de estas historias del Savoy.

Saludos,

bogar dijo...

Maestro,tenemos los mismos gustos literarios.Yo tambien lo escuché en el programa de Carlos Herrera y me enganché.Como siempre saludos

el aguaó dijo...

La verdades que no lo conocía, pero afortundamente, estás tú para hacérnoslo saber.

Gracias.

Un abrazo querido Tato.

Anónimo dijo...

Gracias, gracias, gracias Tato.

Hace tiempo oí algo de José Luis Alvite pero no me quedé ni con su nombre ni con el título del libro.

Esta mañana me he comprado "Almas del nueve largo" y voy a empezar a leerlo este mismo fin de semana.

Carlos RM dijo...

Lo recuerdo de los programas de Carlos Herrera. ¿Sigue participando en algún programa de radio?