lunes, 5 de mayo de 2008

¿Y a ti qué te importa?

A mí no me sale ser borde. Puede que sea cuestión de timidez. O de educación. O quizás de ambas cosas. Por eso, cuando recibo una llamada -otra más-, al teléfono fijo, descuelgo, y escucho al otro lado un ¿con quién hablo, por favor?, precedido de alguna introducción comercial, únicamente se me ocurre recordar, y sólo mentalmente, no se crean, aquel viejo chiste que termina con un ¡vaya mierda de adivino!. Y casi siempre balbuceo un tímido ¡perdone, pero no me interesa, gracias! que queda algo ingenuo. Casi ridículo. Sobre todo porque aún no me ha ofrecido nada concreto que rechazar, aunque ya sepa a esas alturas de la conversación que no me interesa. Realmente lo sé nada más descolgar, porque es raro que consigan crearme una nueva necesidad a golpe de teléfono, que en eso consiste el invento, pero me enseñaron que es de mala educación interrumpir a quien habla.

Algunas veces se reponen de la sorpresa inmediatamente y, en un tono desafiante, hacen la fatídica pregunta, ¿cómo sabe usted que no le interesa si aún no le he ofrecido nada?. Se intuye entonces una sonrisa de suficiencia, casi chulesca, al otro lado del teléfono. Como si, tras invadir la intimidad de quien no les ha llamado y recibir una respuesta educada pero firme, lo de vender quedara ya en un segundo plano. ¡Éste no me compra, pero se va a llevar un repaso!, parece decirse a sí mismo. Y entonces no le queda a uno más que ser grosero. Con todo el dolor del corazón.

Si desde el principio me saliera eso de ser borde, que va a ser que no, le respondería a mi interlocutora -casi siempre mujer-, con una ráfaga de verbo imperativo y socarrón ¿a dónde llama usted? ¿con quién quiere usted hablar? ¿quién es usted? ¿por qué llama a alguien que no sabe quien es? ¡Adiós muy buenas!¡Plonk! ¿Será porque no hago eso por lo que me siguen llamando?


7 comentarios:

Anónimo dijo...

No somos maleducados porque sabemos que solo están haciendo su desagradable trabajo: vender por teléfono.
Yo suelo dejar unos segundo y enseguida cortarles y colgarles con un "muchas gracias, pero no me interesa".
A mi abuela, después de morir mi abuelo, estuvieron preguntando los vendedores por él durante mucho tiempo, hasta que se hartó y les dijo: "No, no y rotundamente no". Es algo que recuerdo con mi hermano para reírnos un poco.

Néstor dijo...

Por si te sirve, cuando me llaman y me dice "¿quien eres?" siempre contesto "un ser humano, ¿y tú?".
El tema de los vendedores es diferente, porque se ganan la vida así. Yo les suelo escuchar y, si me interesa, les pido que me envíen los datos por mail. Nunca suelen enviar nada.

Ignacio Díaz Pérez dijo...

Amigo Tato, cuánta razón tienes. Yo, con el tiempo, he acuñado una fórmula que repito como autómata cada vez que me encuentro en una situación similar, y que creo que se sitúa en el equilibrio justo entre la educación y la bordería: "Señorita (o caballero, según el caso), no me haga usted perder mi tiempo y no le haré yo perder el suyo. Buenas tardes". Y cuelgo. Ahí lo dejo, por si alguien quiere utilizarla. No tiene copyright.

Un saludo

el aguaó dijo...

Hay todo tipo de casos. No hace mucho, me llamaron a mi movil, ofreciéndome un cambio de tarjeta a contrato, un nuevo móvil completamente gratis o una oferta que no podía rechazar. Tal vez por este último detalle, que no se puede rechazar, les cuesta más trabajo.

Teniendo en cuenta que son unos 'mandaos', en la mayoría de los casos, opté por escuchar. Despues de 15 minuos largos (muy largos), me propuse dedicarle una argumentada respuesta, prolongada y casi, diría, pesada, pero que no dejaba resquicio alguno para la oferta irrechazable que me proponía. Después de mi monólogo explicativo, optó por un gracias y facilitarme el número de telefono para ponerme en contacto cuando me interesara.

Desde entonces no me han llamado. Hay todo tipo de casos.

Un fuerte abrazo querido Tato.

Juan Antonio González Romano dijo...

A mí lo que me fastidia es que esas llamadas las hagan siempre a la hora de la siesta (cuando se supone que estamos con la modorra, las defensas bajas y la mente predispuesta a dejarse convencer: la mercadotecnia moderna no deja lugar a la improvisación). Conste que suelo, como tú, ser amable. Una vez escuché a alguien que, tajante, respondía a una de esas llamadas: "Lo siento: no compro nada por teléfono". Y colgó. Suficientemente taxativo y no excesivamente descortés. Al menos, no más que interrumpir una siesta.

Reyes dijo...

Normalmente suelo decirles que no se molesten, que no me interesan previa concesión de unos segundos de escucha, mas que nada por penilla, pero con el "¿Está la señora de la casa?" soy inflexible.

canalsu dijo...

Lo aprendí de un chiste de Emilio Aragón, un detenido por amenazas telefónicas aprovecha la llamada legal desde comisaría para lanzar sonidos guturales acompañados de respiracíon entrecortada. La mayoría de las veces funciona, salvo en las ocasiones que llaman cuando estás almorzando. Con la boca llena es difícil empeño.