martes, 20 de mayo de 2008

Dos Españas y un tribunal

Como ya he comentado en otras ocasiones, la sola mención a la adscripción ideológica, propia o por herencia de nombramiento, de los magistrados del Tribunal Constitucional cuando se analiza una sentencia dictada por esta institución, debería avergonzar a cualquier demócrata.

Que se alabe o critique una decisión jurisdiccional de este órgano, por el mero hecho de que quien eligió al magistrado que votó a favor o que emitió su voto en contra es de tal o cual tendencia, en lugar de por su calidad jurídica, su certera argumentación o su fidelidad al espíritu de la Constitución, deja claras las razones del desprestigio de nuestro sistema judicial y los agujeros de nuestro Estado de Derecho.

Por eso, aunque sigo a la espera de que se publiquen la sentencia que respalda la constitucionalidad del art. 153.1 del Código Penal y los votos particulares que la rechazan, a estas alturas el asunto ha quedado ya reducido a una simple cuestión de adscripción política. De ser conservador o progresista. De ser de una España o de la otra. Al parecer, lo de menos es la argumentación que hayan empleado los magistrados para apoyar su criterio. Aún así, y disculpen que sea tan rarito, esperaré a que se hagan públicos los argumentos de unos y otros para fijar mi posición definitiva.

Por cierto, si alguien no sabe de qué hablo, le diré que ese artículo se reformó para agravar las penas al hombre en caso de maltrato a su pareja, siempre que ésta sea mujer. Y que algunos jueces elevaron una cuestión de inconstitucionalidad sobre éste y otros artículos de la Ley Integral de Medidas contra la Violencia de Género.

Actualización 22-5-08: Ya están publicadas la sentencia y los votos particulares. Especialmente interesante éste.

3 comentarios:

Herodes Antipas dijo...

Amigo mio, te recomiendo busques un buen butacón para descansar, mientras estos señores dirimen diferencias, porque me da la impresión que va para largo. Entrará uno y pondrá sus leyes. Saldrá éste, entrara otro, cambiará todo a su antojo y vuelta a empezar. Ya sabes, la ley de la cara o la cruz. Siempre es y será así.
Un fuerte abrazo

Ignacio Díaz Pérez dijo...

Esto es así, porque los primeros que desconfían de la democracia y de la independencia judicial y que no creen en ellas, son los propios partidos políticos, que nombran a los magistrados. El día que un partido político deje de poner bajo sospecha a los magistrados, habremos alcanzado, los jueces y los ciudadanos, un grado de libertad que a los partidos les da miedo.

Un saludo

Néstor dijo...

Pues sí, yo también estoy esperando los votos particulares.
Entre los de mi raza, esas discusiones se quedan un poco aparcadas. A nosotros sí nos interesa la fundamentación jurídica, claro.