jueves, 31 de enero de 2008

Véndanse, señores votantes, pero no tan barato.

Seamos serios. Todos vendemos nuestro voto. Unos más caro y otros más barato. Unos por ideas y otros por bienestar económico o dinero. Unos pensando en todos y otros pensando en sí mismos. Todos intercambiamos el voto esperando obtener algo a cambio. Comerciamos con él.

Sigamos siendo serios. Todos los que pretenden ser elegidos para tomar decisiones en nombre de un grupo, sea como presidente de la comunidad de vecinos, como representante sindical, como alcalde o como presidente de un país, intentan comprar nuestro voto. Nadie que aspire a ser elegido dejará de pedir que le voten y de explicar los beneficios que obtendrá a cambio quien lo haga.

Nadie debería escandalizarse por llamar a las cosas por su nombre. Este juego de intercambios mutuos es natural en democracia. Es sano, siempre que se haga con honestidad y transparencia. El problema radica en que casi nunca se hace así.

Por eso, a mí me asombra que Zapatero le reproche a los del PP la baja consideración que tiene de los votantes por afirmar que se venden por cuatrocientos euros, aunque lo que realmente dijeron es que él los quiere comprar por esa cantidad. Parece lo mismo, pero no es igual. Y digo que me asombra porque con ese reproche, Zapatero está afirmando implícitamente que considera indigno a aquel ciudadano que venda su voto por dinero. O quizás quiera decir por tan poco dinero. Sin embargo no le parece indigno que los partidos mercadeen con los votos a cambio de inversiones o cargos públicos.

El ciudadano es dueño de su voto y puede elegir prostituirlo o no, allá cada cual. Pero quienes aspiran a representarnos, se llame Zapatero o Rajoy, no tienen derecho a mentir, manipular y usar nuestro dinero para comprar nuestros favores. Y menos aún a darle lecciones de moralidad a la puta después de haber retozado con ella.


2 comentarios:

Ignacio Díaz Pérez dijo...

Completamente de acuerdo. Lo suscribo de cabo a rabo, pero en mi caso, porque lo he leído, que yo no soy de los que van firmando cosas por ahí sin leerlas...

Un saludo

Er Tato dijo...

Hay algo peor que firmar cosas sin leerlas. Firmarlas cuando, habiéndolas leído, uno no se ha enterado de nada.

Hay gente que confunde la ausencia de dolo con la ausencia de culpa y de responsabilidad política.

Me alegro de que alguien en esta ciudad lea lo que firma aunque no firme todo lo que lea. No espero menos de mis parroquianos.

Un saludo