domingo, 20 de enero de 2008

A su bola

Cuando me levanté esta mañana y me metí en la ducha, mi cabeza andaba en otras cosas. A su bola. La verdad es que lleva así desde el viernes, pero no me había percatado.

Esta mañana, cuando me enjaboné el pelo con el gel y el cuerpo con el champú, empecé a notar que mi mente llevaba puesto el automático. Ése del que les hablé hace unos días y que últimamente me costaba algún que otro rapapolvo de la contraria.

Aparentemente despierto, me di cuenta definitivamente de que no era cuestión de sueño cuando mi sobaco estuvo a punto de recibir una lluvia de espuma de afeitar. No sé yo si es buena idea que hoy me ponga al día de algunos trabajos de reparación doméstica pendientes.


1 comentario:

el aguaó dijo...

Cuando se activa el automático se corre el riesgo de perder el control.

Al menos los vellos de tus brazos tendrán nutrientes extra.

Un abrazo.