lunes, 26 de enero de 2009

Espacios púdicos

Ya estaba tardando la Iglesia en entrar al trapo de la provocación, torpe aunque sana, de la publicidad seudoatea en los autobuses. Y lejos de hacerlo manifestando su opinión sobre el asunto, obvia por otro lado, o criticando con argumentos teológicos y de fe, lo ha hecho reclamando que los poderes públicos la prohíban.

Así lo hace cuando el presidente de la Conferencia Episcopal (CEP), Rouco Varela, dice que "la utilización de espacios públicos para hablar mal de Dios ante los creyentes es un abuso que condiciona injustamente el ejercicio de la libertad religiosa", o que "no es aceptable que se diga o se insinúe que los que creemos en Dios vivimos preocupados por ello...", o que "apela a las autoridades competentes para que tutelen como es debido el derecho de los ciudadanos a no ser menospreciados y atacados en sus convicciones de fe".

Y así lo hace también la propia CEP cuando dice que "los espacios públicos que deben ser utilizados de modo obligado por los ciudadanos no deben ser empleados para publicitar mensajes que ofenden las convicciones religiosas de muchos de ellos", o que "las autoridades competentes deberían tutelar el ejercicio pleno del derecho de libertad religiosa".

Pocos argumentos y escasa fe tendrán quienes pretenden callar a otros con la demagógica excusa de que no deben usarse los espacios públicos para "publicitar mensajes que ofenden las convicciones religiosas". Olvidan que ellos también usan los espacios públicos para hacer proselitismo. O que se financian con impuestos -¿qué espacio más público que ése?-, aportados por todos, católicos y no católicos. O que en Semana Santa y otras festividades religiosas, ocupan las calles de las ciudades con procesiones y todo tipo de símbolos religiosos. O que poseen emisoras de radio utilizando el espacio público radioeléctrico.

No seré yo quien abogue por que el espacio público les sea vetado a las distintas confesiones religiosas. Ni soy antirreligioso, ni anticlerical, pero sean ustedes serios, señores obispos, arzobispos, cardenales y demás mandamases. Combatan la palabra con la palabra y tengan cuidado con los argumentos de ida y vuelta, que ya saben que los carga el diablo, ese viejo enemigo de ustedes.


9 comentarios:

Zapateiro dijo...

Buena reflexión, aunque ¿qué cabe esperar de Rouco?

Y yo soy creyente, ¡ojo!

Un saludo.

Juanma dijo...

Pues sí, querido amigo, completamente cierto y de acuerdo contigo. Gran final el de tu entrada.
Cuando tanto de un lado como de otro se da crédito a las tonterías, éstas se multiplican.

Un abrazo.

Juan Antonio González Romano dijo...

Rouco es mucho Rouco. Pero lo de prohibir publicidades de cierto tipo ya se da. Las que presentan estereotipos contra la mujer, que de algo ha de servir cierto ministerio. O las que portan los jugadores de fútbol, aunque en sus camisetas ponga sólo "Palestina".
En efecto, lo del serio Rouco es muy poco serio. Pero preocupante, muy preocupante.

Ludwig Constantine dijo...

La Iglesia es que está últimamente que lo tira. Entre "la blasfemia" de los autobuses, el nuevo escándalo de abusos sexuales (entre los supuestos abusadores, por cierto, un obispo en proceso de canonización) y la retirada de la excomunión a los obispos lefebvristas, se está cubriendo de gloria.

Er Tato dijo...

Es que se puede ser creyente y tener sentido común, Zapateiro, aunque algunos de los que os representan, al menos en vuestras creencias, pongan todo su empeño en demostrar lo contrario.

Se hace lo que se puede, amigo Juanma. A veces, un buen final hace buena una mala película.

Querido profe, éste es el país de las prohibiciones. Ayer leía en la prensa a algún que otro columnista -que en otras ocasiones ha criticado con vehemencia la injerencia del gobierno catalán en la libertad de los ciudadanos en asuntos como la lengua o los rótulos comerciales-, que reprochaba que la Generalidad no hubiese prohibido las actividades deportivas como sí lo hizo la Xunta de Galicia. Más allá del tremendo drama, más allá de las responsabilidades que sobre el estado de esas instalaciones puedan tener las autoridades ¿es que no nos quedamos tranquilos si el Estado, en cualquiera de sus formas, no nos prohíbe ser libres por nuestro propio bien? Una vez avisados del peligro ¿no deberíamos ser los ciudadanos quienes tomemos las decisiones que nos afectan sólo a nosotros?

Cubrirse de gloria es lo habitual para la iglesia, querido Ludwing.

Besos y abrazos

el aguaó dijo...

La Iglesia cada vez hace más méritos por no abandonar los tabloides. Ya sean televisivos o escritos.

Y yo también soy creyente, pero no católico. Cuando digo esto, la gente no suele entenderlo.

Un abrazo querido Tato.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Yo creo que una cosa es la calle, donde todo el mundo se puede manifestar, y otra un servicio público. Para mí, poner publicidad atea o religiosa en un bus o en una consulta de la Seguridad Social rechina. Por otra parte, Tato, la Iglesia ya no se financia con dinero público. Eso ha sido un acuerdo alcanzado por ZP con la CEP. Ni un céntimo de un español que no lo desee va a para a la Iglesia. Eso era antes. Aun así, las iglesias, con sus obras de arte, están abiertas para todos.Un abrazo

Er Tato dijo...

Algunas precisiones, amigo Jesús.

La calle es un bien público, mas público que los autobuses urbanos que, en la mayoría de los ayuntamientos, son gestionados por empresas públicas que han decidido financiarse con publicidad privada. Por otro lado ¿realmente crees que es ésa la cuestión?¿no hubiesen inventado otro argumento si en lugar de un autobús , el soporte hubiese sido un espacio publicitario de los muchos que hay en las ciudades? Y si la cuestión fuera realmente el soporte ¿por qué no han dicho lo mismo con esta campaña?

Por otro lado, lamento informarte de que la Iglesia sí se financia con dinero público. Hasta 2006, había una dotación directa del Estado a la Iglesia, independiente de la recaudación correspondiente a la famosa X con la que se marcaba la asignación voluntaria de los ciudadanos. A partir de 2007, se elevó la asignación del 0,52% al 0,7% y además se adelanta la recaudación, sin cobro de intereses, prevista para dotar de tesorería a la Iglesia. Si el pago de ese 0,7% por parte de quienes marcan la casilla correspondiente se hiciera además de lo que debiera pagar ese mismo ciudadano según sus rentas, tendrías toda la razón, aparte el perdón de los intereses por los pagos anticipados, en que la Iglesia no está financiada con dinero público, pero no es así. En otras palabras, si cada uno pagamos 2000 euros de IRPF y tú marcas la casilla de asignación tributaria a la Iglesia Católica y yo no, de los 4000 euros, hay 14 euros de dinero público que va a la Iglesia.


Dicho esto, reconozco, y así lo he hecho en alguna entrada, la enorme labor social que hace una parte de la Iglesia, y no precisamente la CEP. Pero la verdad es la verdad y los tics antidemocráticos de cierto sector de la Iglesia están ahí.

Un abrazo

Máster en nubes dijo...

De acuerdo, Sr. Tato, totalmente de acuerdo.

Y soy creyente. Pero la torpeza de Rouco ha sido de no creer (sólo en un sentido de la expresión ;-).

Me pregunto quién asesora a los obispos en comunicación. O son muy malos o nos les hacen ni puñetero caso. O si, en cualquier caso, no es tema de comunicar, sino de pensar 2 veces en el fondo de las cosas.