jueves, 8 de enero de 2009

El dolor del desorden

Unas veces ladea su inteligencia a la izquierda, hasta que la oreja casi sestea sobre su hombro. Otras, la derrama por la derecha. Con paso lento y mirada de experto, presiente uno a uno los tatuajes de aquellas mágicas bisagras que soportan las puertas de la imaginación. Espaldas firmes. Epítomes perfectos sobre sus lomos trastocados. Al azar. Arriba, al frente, a diestra o a siniestra. Al día siguiente deberá voltearlos de nuevo para que sus clientes no acaben también con dolor de cuello, piensa mientras, ya anochecidas su vida y la jornada, cierra con mimo su librería de viejo.


5 comentarios:

Juan Antonio González Romano dijo...

Qué capacidad de sugerencia tienen las librerías de viejo. Me ha recordado la seguidilla que les escribí en http://ahdelavida.blogspot.com/2008/03/homenaje.html

Anónimo dijo...

Qué magnífica metáfora la de las bisagras que soportan las puertas de la imaginación.
Besos a precios rebajados (hasta el 70%)

Juanma dijo...

Y ya, queridos Tato y profe, que nunca he estado en ninguna...Cosas que uno se pierde, o no tiene, sin saber muy bien por qué...

Un abrazo.

cibeles dijo...

Me ha recordado esas librerias antiguas con una puerta de madera que con el paso de los años no encaja y que al empujarla suena una campanita de aviso. Hay libros por todas partes, casi no se puede pasar y el librero conoce los titulos y autores de todos los libros y su ubicación, te puedes pasar horas mirando. Muchas gracias por este regalo. Saludos.

pilar dijo...

Un mundo especial para perderse...con un olor .....Precioso relato. Cierro los ojos y parece que estoy en esa librería, hasta me huele a este saber rancio, de joyas escondidas. Besos, Pilar.