lunes, 28 de julio de 2008

Orondo Olvido y Flaca Memoria, felices padres de políticos mediocres

El artículo con el que se abrieron las puertas de esta taberna, hace ya casi año y medio, hablaba del inminente cierre de la factoría de Delphi en Puerto Real. Casi tres meses después, este asunto volvió a protagonizar otro artículo.

Hoy, un año después de que se hiciera efectivo el cierre de la factoría, seguimos sin conocer las respuestas a las preguntas -algunas de ellas retóricas, debo reconocerlo-, que me hacía en aquellos artículos. Pero lo que sí sabemos es que ni uno sólo de los trabajadores ha sido recolocado. Que, a pesar de estar en el paro, no están contabilizados como parados, instalados como están en ese limbo estadístico denominado Demandantes de servicios previos al desempleo. Que, a sumar a los millones que irresponsablemente se le entregaron a Delphi en su momento, hay otros noventa que el Gobierno central y la Junta de Andalucía se han gastado hasta ahora en la recolocación de los que aún no están recolocados.

¿Y aquí no pasa nada? ¿Nadie dimite? ¿Nadie da explicaciones? ¿A nadie se le exigen responsabilidades, incluso judiciales? ¿Dónde está la oposición? ¿Dónde la sociedad civil? ¿Dónde el dinero que se le pagó a Delphi para mantener los puestos de trabajo? ¿Quién negoció esas subvenciones? ¿En qué condiciones?


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué vergüenza! Parece que ven números y no personas.
Un beso

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo... otra verguenza.

JLM dijo...

Nuestros políticos son irresponsables, en el doble sentido de la palabra. De todas maneras, atraer empresas a base de subvenciones para que se instalen en lugares que no les serían atractivos de otra manera, es pan para hoy y hambre para mañana. El problema es que "necesitamos" el pan para hoy, y completamos la frase con el socorrido adagio: y mañana Dios proveerá... Ahora, como vamos a una sociedad laica, Dios se alejará de nosotros y veremos a ver... :-)

Cuando Gillete cerró la factoría de Sevilla (yo me dejé la barba hace ya casi treinta años (¿tantos?)) me prometí no volver a comprar una hoja de afeitar de esa marca (ni de las desachables)... ahora que mis hijos empiezan a afeitarse han elegido las de la susodicha marca... y yo he olvidado mi promesa... ya se sabe que un grano no hace granero...

Saludos,