Aquí tenemos un nuevo autorretrato de la indecencia del gobierno vasco y de los partidos que lo sustentan.
Por un lado el gobierno, que a través de su portavoz Miren Azkarate, ha afirmado que no comparte el acuerdo alcanzado entre PSOE y PP para acabar con el terrorismo porque "supone renunciar al final dialogado de la violencia". Nunca he estado de acuerdo con la negociación y el diálogo para que unos delincuentes dejen de delinquir. Tampoco cuando los propios delincuentes están predispuestos a él como una posible vía de solución, así que imagínense si ni siquiera lo están. Ya sé que esta señora se pasa mi opinión por el forro de su enanez mental. No esperaba menos. De todas formas, que no desespere, porque ni el pacto se ha hecho por escrito, ni en él se dice que el objetivo último es la derrota de ETA. Con los antecedentes de nuestro presidente -incumpliendo un pacto por escrito propuesto por él mismo y mintiendo durante todo el proceso de negociación-, no sería descartable ese final dialogado por el que suspira la señora Azkarate.
Por otro lado, Mikel Arana, portavoz de Ezker Batua, afirma que el acuerdo "no tiene como fin último acabar con el terrorismo, sino destrozar el tripartito vasco". A ver Mikel, a ver. Que se trata de encarcelar a los asesinos. ¿Hay alguno en el tripartito? No seas tan narcisista, hombre, y tómate la medicación.
Y finalmente, el presidente del PNV, Iñigo Urkullu, que no se sumará al acuerdo por estar basado "sólo en las vías policiales y judiciales, dejando fuera los objetivos de la reinserción y la convivencia". Que digo yo, que para reinsertarlos habrá antes que desinsertarlos ¿no? Que cuando nuestra Constitución, que por cierto el PNV no aceptó en su día, dice que las penas privativas de libertad estarán orientadas hacia la reeducación y la reinserción social, no quiere decir que ése sea su fin último, como algunos pretenden. Cuando el Estado decide que alguien debe ir a la cárcel, lo hace para proteger a la sociedad y para enviar señales inequívocas a los delincuentes. Y si puede hacerlo recuperándolo después para la convivencia, miel sobre hojuelas. No ponga usted el carro delante de los caballos, señor Urkullu, que ni siquiera es del mismo Bilbao.
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