domingo, 20 de julio de 2008

Destino obstinado

Cuando paseaba por aquel frondoso bosque y se encontró con siete enanitos, supo que el destino nunca le permitiría ser libre. ¿Para eso he estudiado dos carreras y tres másteres?, se preguntó Blanca mientras una lágrima acariciaba su hermosa piel de ébano.


6 comentarios:

pilar dijo...

Da miedo que las niñas lean cuentos de princesas y príncipes porque luego pesan más que la mejor preparación que hayan recibido. La mujer más sobradamente preparada, como tu Blanca, es capaz de dejarlo todo en cuanto ve tres señales. Cuantas de éstas, economistas, médicas, abogadas.....están escondidas en sus casas.

Buenísimo el microC (lo mismo me lo llevo a mis clases de "Cambios sociales y de género" ¿me dejas?)
Pilar

Er Tato dijo...

Faltaría más Pilar. Ya sabes que todo lo que hay en la taberna está a disposición de todos. Sólo hay que respetar las condiciones de la licencia que se indica bajo mi perfil, que se resume en que se debe citar la fuente y no se puede usar con fines lucrativos -¡como si a alguien le pudiera interesar pagar por lo que aquí hay!-, por si acaso ;-)

Besos

Anónimo dijo...

Tato, supongo que ha sido intencionado lo de la piel de ébano, en lugar de su cabello.
Vale, vale, la duda ofende.
Bueno, es que la pobre Blanca ha montado un circo y le han crecido los enanos.
Lo malo de luchar contra el destino es que nunca sabemos cuál es el nuestro. Y eso sólo para los que creen en él.
Un beso.

el aguaó dijo...

Quizás su desesperación creció al principio, cuando vio ante sí el destino que la esperaba, pero las carreras tuvieron que ser Empresariales o algo así, porque luego montó un gran monopolio: explotaba una mina cuyos beneficios se quedaba, porque nunca vi un enano con traje de chaqueta y ella iba siempre mu mona, que se suele decir, y además tenía empleados a siete hombres sin seguridad social y a jornada completa. Sólo les pagaba el menú, y encima vivía en el hogar de sus trabajadores.

No si al final...

Un fuerte abrazo querido Tato. Y enhorabuena por la entrada claro está.

Er Tato dijo...

Ya sabes, querida Soboro, que no doy puntada sin hilo. Y no te preocupes, la duda ofende, pero tú no. ;-)

Aguaó, el próximo relato lo escribimos al alimón.

Siete besos gigantes

JUANAN URKIJO dijo...

Me he imaginado a una mujer inmigrante, proscrita y desposeída de sí misma, en un reino de mediocres.

La imaginación es tan libre que se me escapa. No puedo a veces con ella, Tato.

Abrazote.