jueves, 24 de julio de 2008

Ni independiente, ni imparcial. A mí, plin.

A mí, la verdad, el asunto como tal no me interesa lo más mínimo. Ni lo seguí en su momento ni me importa si Gómez de Liaño prevaricó. Ya estoy acostumbrado a que, cuando entre poderosos anda el juego, el brillo de las navajas alumbre los oscuros callejones.

Así que, de este culebrón, sólo me interesa subrayar dos cuestiones. La primera, que el cada vez más deslegitimado sistema judicial de nuestro país ha vuelto a quedar en entredicho. La segunda, que los poderosos son cada vez más inmorales, zafios y maleducados.

En cuanto a lo primero, resulta que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha fallado a favor de Gómez de Liaño en la demanda que éste interpuso contra el Estado español, constatando que no tuvo un juicio independiente e imparcial. Y además por unanimidad. ¿Tanto hubiera costado admitir las recusaciones que Gómez de Liaño planteó en su día a la Sala del Tribunal Supremo que lo juzgó y borrar de un plumazo cualquier sospecha posterior de parcialidad y falta de independencia? ¿Puede el sistema judicial de un país soportar el desprestigio que en los últimos años está sufriendo el nuestro sin que, tarde o temprano, salte por los aires uno de los pilares en los que se asienta nuestra mediocre democracia?

En cuanto a lo segundo, resulta patético y triste leer el editorial de El País titulado Prevaricó; claro que sí, escrito o mandado escribir por la otra parte. Es cierto que el Tribunal Europeo no anula la sentencia del Tribunal Supremo, pero a la vista de su categórica afirmación de que el condenado no tuvo un juicio independiente e imparcial, lo que en el mejor de los casos siembra la duda sobre la rectitud de la sentencia ¿no sería más razonable poner en duda la legitimidad de la condena por prevaricación o, cuando menos, no sacar pecho defendiendo una sentencia dictada por unos jueces tachados de parciales por un tribunal internacional y por unanimidad? Pues no parecen pensar así en PRISA. Y no sé por qué me extraña que no tengan sentido del ridículo. El duro editorial se aleja de la prudencia a la misma velocidad con la que se acerca a la arbitrariedad. Sitúa ciertos intereses personales por encima de la credibilidad del propio medio. Y aunque un editorial no deja de ser un artículo de opinión ¿alguien es capaz de creer en la honestidad intelectual de lo escrito en el resto del periódico tras leer uno de ese tenor?

Y una última consideración. ¿Para qué sirven estos tribunales internacionales si después de confirmar que no hubo un juicio justo, el Estado del país correspondiente no está obligado a repetirlo?


5 comentarios:

JLM dijo...

Debe ser una confirmación más de que España es diferente.

Y lo de PRYSA..., nos faltan medios de comunicación independientes... bueno, no creo que haya ninguno completamente independiente en ninguna parte del mundo... pero aqui, además, nos falta gente de la calle que se escandalice por estas cosas, y que, por ejemplo, deje de comparar determinados periódicos si publican cosas impresentables... la verdad no sé si esas cosas pasan en otras partes del mundo, pero debería haber algún sitio en el esas cosas sucedieran. Si vendieran pasaportes me compraría uno.

Saludos,

canalsu dijo...
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canalsu dijo...
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Er Tato dijo...

Como bien sabemos los blogueros, los comentarios se reciben en nuestro correo aunque sean suprimidos por su autor.

Quien ha borrado voluntariamente los dos anteriores, alguien a quien considero buen amigo -eso sí, virtual, porque no tengo el gusto de conocerlo personalmente-, sus motivos tendrá para haberlo hecho. Y puesto que en esta taberna existe la misma libertad para comentar como para borrar los propios comentarios, no seré yo quien revele lo que él mismo ha preferido que no se haga público.

Desconozco pues los motivos, pero si tienen algo que ver con la remota posibilidad de que me hubiesen ofendido, nada más lejos de la realidad. Y menos de ti, al que siempre otorgaré el beneficio de la duda. Ya sabes que la discrepancia es el leif motiv de este bolg. En cualquier caso, tengo la sensación de que en tu comentario malinterpretas ese "A mí plin" del título. O eso, o ha quedado demasiado ambiguo. Ya se sabe que la síntesis, y en eso tú eres un maestro, tiene esos riesgos. Así que, ¡marchando una de aclaración a la plancha! Ese "A mí plin" del título lo supongo puesto en boca de Juan Luis Cebrián y su banda, no en la mía.

Un abrazo

canalsu dijo...

No hay que darle más vueltas, Tato. Cuando uno no se entera de lo que lee, suele caer en el disparate si abre la boca.