Añoraba cuando yacía indeleble sobre aquella fina urdimbre de árboles muertos gozando dar vida al pensamiento. Cuando el cálamo saciaba su sed en ella y regurgitaba elegantes trazos indoloros. Nada que ver con el dolor del frío acero con que aquella Underwood tatuaba a golpes el papel con monótona precisión.
(Especialmente dedicado a Pilar, que es un punto... de cruz)
7 comentarios:
Muchas gracias,Tato, lo digo de verdad, disfruto mucho con tu microliteratura que me hace pensar en la dualidad presocrática: ser/ no ser; ser/parecer,Lo realmente irreal/la irrealidad de lo real.....pero tú lo haces literario y lo llenas de tintes (que no tintas)diferentes. Y como en los detergente, si te gusta díselo a todos. Mi hermano Jose ya es adicto a tu página y ahora te quiero abrir el horizonte de las costureras. Seguro que se enganchan.
Gracias por tu relato, me lo llevo.
Besos, Pilar
Felicidades Pilar.
Has conseguido que nuestro tabernero salte el mostrardor... para deleite de los parroquianos.
Aunque dicho sea de paso, la aquí escribiente lee todo lo que le sirven... comente o no.
Un beso querido Tabernero.
Ya lo sabes. Es increíble e impresionante. Intento llevar a rajatabla tu presentación y evitar halagos en demasía, pero me salto las reglas de tu taberna con facilidad.
Un microrrelato dice mucho con poco. Y este lo hace.
Un fuerte abrazo querido Tato.
He escrito en el blog de Pilar, este comentario, lo pongo aquí porque me parece relevante para tu entrada (lo que no deja de ser presuntuoso...):
Son interesantes esos ejercicios de escritura, que acaban siendo algo entre el juego de palabras, el jeroglífico, el trabalenguas y el problema de lógica... lei tres o cuatro veces la primera frase para elucidar que se trataba de la tinta... cuando lei el título, después de medio haber entendido el relato (sabía desde el principio que la Underwood era una máquina de escribir...), casi me da un ataque, ExTINTA... de verdad...
Este señor es un genio... pero no se pueden leer muchas cosas de esas muy seguido... se seca el intelecto... no se lo que costará escribirlas, no lo quuiero preguntar...
Hasta luego.
Yo no le digo ná, que después se enfada si le adoramos el ego...
Prefiero disfrutarle diariamente desde mi rinconcito de mostrador.
Ay, qué añoranzas... ¡Una underwood! Aún recuerdo la de mi abuelo, que laguien de la familia se apropió con buen criterio...
¡Nada como una buena pluma!
PD: buen relato, sí señor. Nos empiezas a tener mal acostumbrados...
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