Cuánta pereza da estar todo el día intentando hacer oír a un sordo. Imagínense, además, hacerlo escuchar. Ya dijo el genial Borges que no hay peor sordo que el que quiere oír. Aunque éstos últimos, al menos, ponen empeño. Por eso, por la pereza, y porque lo expresa mejor que yo, traigo a la taberna lo que escribe hoy Fernando Savater desde la tribuna que de vez en cuando le presta El País.
Sólo les dejo un aperitivo. Lean, lean. Si no son sordos, claro. Ahí va:
¿Recuerdan la anécdota del orador que se levanta para pronunciar su alocución tras el banquete y pregunta a un comensal remoto: "Usted, allí al fondo, ¿me escucha bien?". Y el otro responde: "Perfectamente, pero voy a cambiarme con aquel señor, porque parece que allí ya no se oye". También yo he estado esperando hasta que han respondido al Manifiesto por la Lengua Común incluso los que se sentaban voluntariamente allí donde es imposible escuchar lo que dice. Pensando a veces, con cierto desaliento, que es una seria objeción contra la existencia de la lengua común el que muchos que parecen comprenderla malinterpreten tan patentemente un texto sencillo como ése.
1 comentario:
Te he escuchado perfectamente.
Publicar un comentario