Tropecé el otro día, como por casualidad, con esta obra maestra de Pedro de Miguel. Como soy incapaz de no compartir mi suerte con los parroquianos de la taberna, aquí la dejo, sobre el viejo mostrador. Si al terminar de leerla se les queda anudada a la garganta una extraña sonrisa imposible de tragar, o un signo de admiración gotea asomado al lagrimal de sus ojos sorprendidos, no se inquieten. Se trata de una variedad del síndrome de Stendhal que cursa sin efectos secundarios permanentes, ni dolor físico. Si no han sentido nada de eso, no se preocupen. Es que a veces soy un poco excesivo. Tómense un par de estos comprimidos todas las noches hasta que se les alivie la indiferencia.
SOLEDAD
Le fui a quitar el hilo rojo que tenía sobre el hombro, como una culebrita. Sonrió y puso la mano para recogerlo de la mía. Muchas gracias, me dijo, muy amable, de dónde es usted. Y comenzamos una conversación entretenida, llena de vericuetos y anécdotas exóticas, porque los dos habíamos viajado y sufrido mucho. Me despedí al rato, prometiendo saludarle la próxima vez que le viera, y si se terciaba, tomarnos un café mientras continuábamos charlando.No sé qué me movió a volver la cabeza tan sólo unos pasos más allá. Se estaba colocando de nuevo, cuidadosamente, el hilo rojo sobre el hombro. Sin duda, para intentar capturar otra víctima que llenara durante unos minutos el amplio pozo de su soledad.
3 comentarios:
Es imposible quedarse indiferente ante este magnífico tesoro literario.
Habría que colocar una nota en la zona inferior, la cual indicara que se podía sustituir el hilo rojo por otros detalles o elementos que llamen la atención de aluien y paliar la soledad de cada persona.
Un fragmento genial y que da mucho que pensar. Gracias por traérnoslo querido Tato.
Un fuerte abrazo.
Sugerente, inteligente. Da que pensar. Yo, que juego con hilos,tendré que hacer esto cuando ya esté sola.
En otro orden de cosas, el tuyo es un blog con hilo, que cuando te pasas tienes que mirar atrás...de los que te hacen volver.
Son curiosos los hilos virtuales...jajajaja. Besos, Pilar.
Se nota que he llegado, soy un petardo, te lo comento todo (más lo literario). Bueno te dejo descansar...vuelve a poner el hilo en tu hombro (bueno...pero si tu no estás nunca solo, siempre tienes llena la taberna)
Yo lo he visto normalmente sin hilo, pero le doy a su mano un papelillo que encuentro por ahí, que también le vale.
Sensibilidad y buen gusto, tabernero.
Un beso
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