viernes, 7 de agosto de 2009

Historias de la taberna (I)

Cuando desenreda sus recuerdos y los desordena, dice que se llama Gonzalo, o Gabriel, o Jesús, pero todos lo conocemos por El Letri. Nadie sabe muy bien si porque en sus años mozos fue maletilla. O porque siempre anda buscando por entre el serrín del suelo los ripios invisibles que se le caen a su imaginación. O porque sólo deja de recitar a Lorca por soleares para endosarle un lujurioso beso con lengua a su eterna copa de aguardiente. Es probable que ya formase parte del mobiliario cuando el nuevo tabernero heredó aquella vieja tasca destartalada, porque en el extremo de la vieja barra de madera se aprecia claramente la horma fosilizada del hueso de su codo. Dicen de él que fue maestro de escuela y que le mataron a un hijo a base de electrochoques intentando curarle su desviado gusto por los hombres cuando él lo denunció por maricón. Dicen que desde aquel día se flagela remojando en alcohol las heridas en carne viva de su alma para que nunca cicatricen, para que siempre duelan. Y que no se quita la vida porque le avergüenza tener que mirar a la cara a su hijo. Sólo cambia de postura para que el aguardiente no tropiece siempre en el mismo recodo del estómago y se lo perfore por igual. O para ir al servicio a escurrir los restos licuados del único riñón que aún sigue a sus órdenes. Siempre que ve a alguien entrar en la taberna y no está ocupado intentando encontrar su mirada perdida, levanta la copa a modo de saludo, guiña un ojo mientras su cabeza naufraga hundida entre sus hombros, y sonríe mostrando unos inverosímiles dientes blancos, perfectos y almidonados, a los que sólo faltan un ojal y un botón sobre el que hacer el nudo de la corbata. A veces se pasa el día jugando consigo mismo en su pequeño tablero de ajedrez, moviendo las piezas de dos en dos para sorprender al contrario con alguna celada. Las pocas veces que no anda rumiando versos musicados dice a todo el que quiera escucharle que la vida le da arcadas y que si no la vomita es porque le da asco.


28 comentarios:

Capitán dijo...

Dura vida la que has elegido, la de tabernero. Conozco tabernas en las que no se fía y se prohíbe el cante, pero me temo que en tu taberna sólo se esconde tras un viejo rock.

Anda, ponme un aguardiente a mí también.

Juanma dijo...

Bueno, bueno, bueno...tremendo, pedazo de relato. De verdad: enhorabuena con todas las letras. Hay frases rotundas, contundentes, tabernarias, hoscas..."sólo cambia de postura para que el aguardiente no tropiece siempre en el mismo lado del estómago".
No sé si acaso es lo que más me ha gustado de todo lo que he leído tuyo. Es que a mí me fascinan estas historias y esta manera de narrarlas. ¿Has leído a José Luis Alvite, "Historias del Savoy"? Si la respuesta es negativa, amigo, no retrases esa lectura ni un solo día más. No te arrepentirás.

Un abrazo.

(ah, y que ya sé que toman cervecitas usted y su sobrino de usted con mi chica favorita...envidia perra me das.)

(otro ah, no sé qué hay en el audio porque estoy en el trabajo y aquí no lo puedo escuchar. Luego lo haré).

mangeles dijo...

Es impresionante y desgarrador en lo que cuenta, y hermosísimo y fantástico en como se cuenta.

Asombrada, conmovida y emocionada estoy.

Por cierto, a mí Lorca siempre me ha gustado como suena, tiene música...aunque soleares no había pensado yo...más que nada, porque no distingo muy bien los palos del cante.

Un beso conmovido.

Y yo, como no soy de aguardiente, me pediré un wiskito, aunque sea nacional, y no sean horas.

mangeles dijo...

Lo he vuelto a leer 2 veces, y dan ganas de quedarse a leerlo otras 5 más. Creo que mejor me lo copia a mano, para disfrutarlo.

Er Tato dijo...

En esta taberna no sólo se puede cantar sino también dar el cante. Y siempre se fía a los que pueden pagar, mi Capitán. Ahí va una copita de Machaquito para entonar la voz.

Bueno Juanma, ante todo muchas gracias. Y claro que conozco al maestro Alvite. Ya hablé de él en la taberna hace algo más de un año. Precisamente anoche, entre gin tonics y risas, le recomendé a tu chica favorita -¡y qué chica, Juanma!- Almas del nueve largo. Este relato, tras el que vendrán algunos más bajo la etiqueta Historias de la taberna, no es más que un guiño al maestro. Y no creas que es fácil escribir en ese tono tan de Alvite sin caer en la tentación de fusilar alguna de sus geniales frases. En el audio, un fantástico tema al alimón entre B.B. King y Eric Clapton para ambientar la historia: Ten long year.

Mejor te pongo un Jack Daniels, querida Mangeles. O la botella. El bourbon siempre ha desgarrado mejor los sentimientos. Y muchas gracias por tus palabras.

Hoy, besos para todos.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Coincido con mangeles.

Tu taberna es como un infierno abierto al público no "público".

Me ha encantado, y El Letri, me quedo con su pasado de maletilla, cuando recibió un golpe en el riñón.

Un fuerte abrazo, y un placer.

Er Tato dijo...

Pues el Letri nunca nos contó cómo perdió su riñón, pero bueno es saberlo. No serás tú ese apoderado sinvergüenza del que a veces nos habla y que se quedó con la recaudación de sus dos únicas novilladas hace más de cuarenta años ¿no? ;-)

Muchas gracias por tus palabras, Javier.

Otro fuerte abrazo, que ya veo que no quieres besos.

Juanma dijo...

Genial Alvite, cómo no lo ibas a conocer. Mis disculpas. Un segundo matrimonio es una manera como cualquier otra de pasar del primero al tercero...tremendo. Me preocuparé para que Teresa lea "Almas del nueve largo".
¿Y sabe usted? Que me pone bastante la idea de escribir también según este modo...ya veremos.
Y sí, vaya chica...

Abrazos.

JUANAN URKIJO dijo...

Me ha dicho una buena amiga que viniera a leerte (hace ya semanas que no voy zascandileando por los blogs amigos, entretenido en otras historias) y, de verdad, se lo pienso agradecer. Me ha encantado tu relato, querido Tato, con ese verbo suelto, rico y desenfadado que gastas... y que tanto llega donde quieres que llegue.
Lástima que esta entrañable taberna tuya sea sólo virtual. Saben los dioses que hoy me iría a tomarme unas birras contigo. Y a charlar y a beber, y a charlar y a beber...

Un abrazo, amigo.

Er Tato dijo...

No hay nada que disculpar. Faltaría más. ¿Y si no hubiese conocido al genial Alvite y no me lo hubieses recomendado? Menuda putada...

Hombre Juanan, me alegra saber de ti. Me temo que tienes amigas generosas en exceso. Y quién sabe si algún día la vida no nos sorprende invitándonos a una ronda.

Abrazos enormes

Karol_a dijo...

Pena honda si señor, esas que son aceptadas y cada día le echas sal o agua para regarle la pena...
Muy bueno este escrito posee una narrativa perfecta y en medio de tanto dolor alcohol, se le encuentra una armonía al leer que la hace menos dura.
genial tato, me dejaste ebria, no me sirvas más copas que esta noche no llego a casa. :)

Fernando Sánchez Ortiz. dijo...

Estremecedor. No digo más.

No cogé ventaja, ¡miarma! dijo...

Afortunadamente, o no sé, ¿desgraciadamente?, hay muchos Letri en el mundo de las tabernas.
Dichoso tú que sabes expresarlo con esa claridad que da el ser tabernero.
Ponme a mi también una copa de aguardiente para compartirla con el Letri.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Qué capacidad descriptiva! Quedo fascinada.
Palabras y frases exactas, pinceladas que dan la imagen exacta de un personaje que podemos ver en cualquier bar, solo, en una esquina, con el vaso indespegable.
Besos.

Er Tato dijo...

Querida Karol_a, ten cuidado con los controles. No creo que se traguen que te has emborrachado en la taberda del Tato.

Muchas gracias, Fernando. Tampoco hace falta decir más.

Ahí va esa copa, Rafael. A tu salud.

Tan generosa en tus comentarios como siempre, querida Parsimonia.

Besos por doquier

Elisa dijo...

Menuda prosa te gastas, compañero, envidia me das.

Voy a tener que pasar por la taberna y beberme un aguardiente para contemplar al Letri en vivo y en directo.

Er Tato dijo...

Bueno Elisa, tú no eres precisamente manca. Si te ha gustado, hay ocho historias más en la serie, así que por aquí te dejo una botellita por si te apetece quedarte un rato. Si las lees, es recomendable hacerlo en orden cronológico

Besos

Anita Dinamita dijo...

Bueno, Tato, es la segunda vez que paso por aquí, y menos mal porque resulta desgarrador.
Yo fui camarera unos cuantos años, los suficientes como para escuchar unas cuantas historias trágicas.
Eres un maestro tabernero, si existe ese título, te lo otorgo.
Un abrazo!
Ana

Er Tato dijo...

Muchas gracias, Anita Dinamita. Te dejo otra botellita como a Elisa, por si quieres sentarte por aquí un rato.

Besos agradecidos

Susana Pérez dijo...

Has conseguido dejarme un no se qué en el cuerpo. Que bien expresado el dolor, que desgarrador.
Un saludo

Er Tato dijo...

Muchas gracias, Su.

Besos

Unknown dijo...

Demoledor, trágico hasta la médula de la palabra. Felicitaciones

Pilar dijo...

Genial.

Er Tato dijo...

Muchas gracias Patricia y Cartaphilus.

Saludos

Propílogo dijo...

Flipante. Certero, realista, bestia, afilado, constante...
Con tu permiso, me quedo un rato a leer.
P.

Er Tato dijo...

Gracias Propílogo, estás en tu casa.

Saludos

Julio Genissel dijo...

Hola Tato
Quería invitarte a que pases por mi blog y leas la narración homenaje a todos los compañeros de anónima: http://azullavable.blogspot.com/2010/10/ejercitando-la-derrota.html
Saludos
Julio

Er Tato dijo...

Gracias por la invitación, Julio. Voy para allá y bienvenido a la taberna.

Saludos