De sus enormes ojos escapaba una mirada ácuea y triste que sonaba a despedida. De sus labios carnosos, agitados en un compás sosegado e implacable, goteaba apenas un sonido imperceptible y sordo. Él la sostenía con suavidad mientras su frío cuerpo, a punto de escurrírsele de entre las manos, se quedó inmóvil. ¡Qué hermosa era! Se le escapaba la vida y decidió dejarla marchar. Al fin y al cabo sólo necesitaba otra más para ganar el concurso, pensó mientras colocaba una nueva mosca en el anzuelo.
Bemoles
Hace 21 horas
8 comentarios:
Plas, plas, plas... Hay días que paso por aquí y no sé qué más decir.
Al mar sólo le hace falta tener sirenas para ser perfecto. Enhorabuena por el relato.
No sabía yo que a las sirenas les gustaran las moscas ;D.
Buen relato, como siempre.
Tiene que ser duro dejar escapar una sirena cuando la tienes entre tus manos... pero si lo omaba como un concurso.
Excelente entrada.
Felicidades querido Tato.
Un abrazo.
con su permiso voy a llevarme el enlace de su blog para poder seguirle. Lo estaba oyendo en la radio y he llegado a su blog un saludo.
Una vez más a sus pies.
Y como mujer, ardo de ganas de conocerle...
Me ha encantado su entrevista, muy de usted.
¿Entrevista? Me la he perdido....cuenta, cuenta
Respecto del relato, otra vez más enhorabuena. Esta vez no interpreto (pero me quedo con las ganas)
Besos, Pilar
Bueno, dejar sin palabra a un letrado tiene su mérito...
Gracias, profe. Viniendo de un profesional...
Y no le gustan, Corina, y no le gustan. ;-)
Los concursos de pesca son así, querido aguaó. Ya sabes que no hay mayores troleros que los cazadores y los pescadores.
Canónico, bienvenido a la taberna. La primera ronda corre de mi cuenta. Por supuesto, ahora mismo te apunto en la pizarra.
¡Ay, dama! ¿ardes? Muy de usted también el comentario... ;-P
No te preocupes Pilar, que en un rato cuelgo la entrevista en la taberna. E interpreta, interpreta, que yo esta vez no digo ni mu.
Abrazos y besos
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