miércoles, 30 de abril de 2008

Soneto nocturno

Ruido en el patio llegada la noche
golpe en la mesa enmascarado y sordo
¡Vaya, tras la cena ando algo vilordo,
aunque certero preparo el reproche!


Salgo al trompicón, busco a trochemoche,
asustado aparento que lo bordo
¡carajo, pardiez, si es el gato gordo
de la vecina de al lado! ¡Fantoche!


Tumbado al fondo del jardín oscuro
ajeno a mis aviesas intenciones
el final del sosiego le aventuro.


¡Y es que ya me tiene hasta los cojones!
Empuño la manguera, te lo juro.
Uno, dos, tres y cuatro remojones.


6 comentarios:

Anónimo dijo...

Pobre lindo gatito!
Si no molestan. Son silenciosos como ninjas hasta que tienen el celo. Se ponen tontorrones y empiezan a maullar como bebés desconsolados.
Entonces, efectivamente, son un coñazo.

Er Tato dijo...

¡Ah!¿Pobre y lindo gatito?
Se mea en el limonero
mancha la tapia ¡cabrito!
y en el ciruelo, agujero.

Anónimo dijo...

Es que hay cada "gato" suelto...

Anónimo dijo...

Comparto tu aversión a los gatos. Para egoísta en mi casa ya estoy yo, habráse visto.

el aguaó dijo...

Compruebo, con satisfacción y gozo, que Las Musas pasan mucho tiempo contigo. Tu genialidad, y la complicidad con ellas, se demuestra en esta entrada.

¿Se quedan a dormir en tu casa? Si es así, preséntamelas...

Un fuerte abrazo querido Tato.

Er Tato dijo...

¡Que más quisiera mi caro aguaó!
Por la hora en la que escribí, ya lo vé
ni una vino, esperando me quedé.
Di en "Publicar entrada" y me acosté.