En la tercera entrega de mis dudas existenciales reflexionaba sobre si debiera o no ser ilegal rotular calles con nombres de asesinos. Más allá de la inmoralidad del acto.
Ahora, en el ayuntamiento de Zizurkil, se han puesto de acuerdo todas las fuerzas políticas para retirar los monolitos y las calles que homenajean a etarras. Con la fuerza de la razón. Con la fuerza de la mayoría. Con la fuerza de la convicción. Con el desprecio social hacia lo inmoral, pero sin la obligación legal de ser lo que uno no quiera ser.
Así sí.
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