Esa noche no la vi venir. Hacía ya un rato que no la sentía cerca, a pesar de que éramos uña y carne. Como partes de un mismo cuerpo. Incluso llegamos a este mundo un mismo día de Enero. Éramos idénticas. Un reflejo en el espejo. Hasta esa noche.
Cuando la vi aparecer, de pronto, empuñando aquel cuchillo de cocina, se me heló la sangre. Apenas tuve tiempo para apartarme e impedir que se clavara en mi corazón. Pero no pude evitar que me alcanzara. Cuando el acero hurgó en mi carne y descabelló una arteria, soltó histérica el cuchillo y taponó con un paño de cocina aquel potente chorro rojo, caliente e intermitente, por el que también a ella se le escapaba la vida. Por el que también ella sufría.
Varios puntos de sutura y una semana de baja. Aún siento escalofríos al recordarlo. Al revivir la sensación de pánico e impotencia que me paralizó. Cuando la punta de aquel cuchillo apareció, inesperadamente, tras aquel trozo de coco que sujetaba con fuerza. Cuando el coco escapó de pronto. Cuando el cuchillo se hundió entre el pulgar y el índice, lejos del corazón. No. Ya no seremos idénticas. Una de nosotras lucirá una hermosa cicatriz. La siniestra.
Dicen que alguien dijo "....que no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha" (Mateo 6, 1-4). ¡Bah! Paparruchas. Después pasa lo que pasa.
4 comentarios:
La siniestra suele ser la peor considerada de las dos. Seguro que los zurdos no piensan lo mismo.
No estoy seguro, pero es posible que lo de siniestra se lo pusieran los romanos. Ya se sabe... por eso de que cuando el pájaro volaba por el lado izquierdo, era mala suerte.
Un abrazo querido Tato.
Curiosa contradicción: por un lado se hiere; por otro intenta sanarse al ver que se va la vida. ¿Pero que vida, la suya o la de la diestra?
¿Se salva por egoísmo o para evitar la muerte de su compañera?
Me quedo con la segunda opción: por una vez prefiero pensar en positivo.
Saludos y no solo me reservo una mesa en su taberna, sino que me permito el lujo de enlazarlo con mi blog.
Es curiso tabernero, leyendo tu cuento me ha dado por ¡pensar... ! que a veces la semejanza nos descoloca tanto que queremos acabar con ella, aunque el precio sea el propio dolor.
Ahora que estamos en temporada taurina:Dos orejas y el Rabo para usted.Saludos
P.D.Me refiero al del toro.Mas saludos
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