Mientras el humo del tabaco no paraba de meterle el dedo en el ojo, se preguntaba qué coño hacía él en aquel antro. Sí, era su treinta cumpleaños, aún era virgen y tenía una pinta de empollón que amodorraba la libido de cualquiera, pero su idea de la diversión estaba muy alejada de aquello. Carnosas bailarinas de todas las razas, sudorosas y medio desnudas flirteando desdeñosas con la lujuria ajena. ¿Qué prefieres las negras o las blancas?, le dijo su amigo con un guiño vicioso. Y entonces su tedio se tornó júbilo. Las blancas, dijo colocando sobre la mesa el pequeño ajedrez que siempre llevaba encima.
Bemoles
Hace 22 horas
8 comentarios:
Magnífico remate de un texto espléndido que, una vez más, consigue resumir grandes relatos en breves fragmentos de líneas trenzadas.
Aunque un hombre sabio, y al que quiero mucho, me enseñó en una ocasión a decidir el color de mis piezas con un gesto muy sencillo. Cerrado cada puño en la espalda sobre un peón blanco y otro negro, el contrincante elegía color al azar.
Un fortísimo abrazo querido Tato.
Genial. En su punto. Esta vez no le ha sobrado ni un gramo de sal.
Bueno, querido aguaó, el cariño siempre exagera una barbaridad, pero gracias.
Me alegro de que hoy la tapita haya estado a su gusto, amigo Maese. Y gracias.
Un par de abrazos
Y aunque no le haya sobrado ni un ápice sal, siempre se agradece un botellín, tabernero.
Ah, y si se pasa por mi rincón podrá escuchar otro tema de Joe Hisaishi que ya dijo usted que le había gustado dicho compositor.
Yo soy una experta jugando a las damas...
Y yo también, querida Dama... Cuando quieras echamos una partida ;-)
Te soplo un beso por no comer
¡Qué bueno!
Pues muchas gracias, Elisa.
Besos
Publicar un comentario