viernes, 15 de mayo de 2009

Invita la casa. Hoy: Soplando vidrio

"Soplando vidrio y otros estudios sobre el microrrelato español" es un libro escrito por Fernando Valls que contiene esta fantástica y deliciosa reflexión sobre un género que, como algunos de los que copean por aquí sabrán, me fascina:

"El microrrelato es un género narrativo breve que cuenta una historia (principio éste irrenunciable) en la que impera la concisión, la elipsis, el dinamismo y la sugerencia (dado que no puede valerse de la continuidad), así como la extrema precisión del lenguaje, que suele estar al servicio de una trama paradójica y sorprendente. A menudo, se presta a la experimentación y se vale de la reescritura o lo intertextual; tampoco debería faltarle la ambigüedad, el ingenio ni el humor. Al aislar y centrarse en el desarrollo de una sola acción, en torno a unos pocos personajes, se intensifica su significado, cargándose de densidad, algo que no ocurre en aquellas narraciones en donde una determinada acción suele presentarse junto con otras distintas, compartiendo su protagonismo. Su estrategia compositiva, como si de un relámpago de sentido se tratara, consiste en arrancar de inmediato para acabar al instante, mientras que en el cuerpo del texto, que es donde realmente se la juega el escritor, no puede haber errores ni vacilaciones, puesto que gran parte del tejido narrativo debe permanecer elíptico o sobrentendido. Por tanto, si toda la literatura debe componerse borrando, el microrrelato, como la mejor poesía, se ha escrito siempre desechando sin concesiones. No en vano a Monterroso le gustaba decir que tres líneas tachadas valen más que una añadida"

A pesar de que los pueden encontrar entre algunos mis enlaces de aquí al lado, o en la propia taberna -aquí algunos ajenos y fantásticos; aquí algunos propios y más modestos-, no me resisto a incluir varios comprimidos de arte literario -el más largo no llega a las ciento diez palabras-, que ilustran lo explicado por Fernando Vall.

La culta dama

Le pregunté a la culta dama si conocía el cuento de Augusto Monterroso titulado “El dinosaurio”. ¡Ah, es una delicia!, me respondió, ya estoy leyéndolo. (José de la Colina)

Un error de cálculo

El cirujano André Paddington era conducido a comisaría para ser interrogado por la desaparición de la señorita Eva Franagan. Impresionante, aplaudían con sincera admiración sus más directos competidores. Se rumoreaba que la paciente se había esfumado en plena mesa de operaciones. El doctor había conseguido quitarle más años de los que en realidad tenía. (Mª José Barrios)

Sin título

Cerré la puerta despacio, sin hacer ruido. Raquel se había quedado dormida con la cabeza entre los brazos, sin apenas probar la comida. Seleccioné la temperatura y el programa, puse detergente en el cajetín y dejé a mano el suavizante. Ella trabajaba mucho y yo, en cambio, vivía como un rey. ¡Qué pocas ganas tienes de encontrar empleo! me decía cuando nos enfadábamos. Cuando despertara, ya estaría todo hecho. Seguro que le alegraba que yo me ocupara de algunas tareas. Pero en el centrifugado abrió los ojos, vio la correa junto a la lavadora y me preguntó alarmada: ¿dónde está el perro? (Victoria Trigo Bello)

Sin título

Lo mejor sería ir a por el destornillador, susurró mi hermana para que nuestro padre, que dormitaba como un viejo dictador olvidado, no nos oyera. Cuando abrió aquel misterioso cajón, que nuestra madre siempre tuvo cerrado mientras vivió, nos encontramos una fotografía de un soldado y varias cartas. ¿Es de la familia este soldado?, pregunté, porque me resultaban conocidas aquella mirada y las suaves líneas de aquel atractivo rostro. No, que yo sepa no tuvimos a nadie en el bando republicano, contestó mi hermana mientras leía las cartas; parece que era un antiguo novio de mamá. Mi hermana me miró emocionada. Entonces reconocí la mirada de la fotografía. (Germán Michoa Pinilla)


2 comentarios:

Juanma dijo...

Me gustó mucho eso de "arrancar de inmediato para acabar al instante". En el microrrelato es obvio que no debe sobrar ninguna palabra. Seguramente tampoco debe faltar. La dificultad es máxima. Y el final: decisivo. Yo creo que debe sorprender, dar un mini vuelco al mini vuelco que es en sí mismo el texto.
Nos has dejado algún microrrelato del concurso de la cadena SER y la Escuela de Escritores. Son muchas las semanas en la que envío el mío...y no hay manera, querido Tato.

Un fuerte abrazo.

Anónimo dijo...

Magnífico el de La culta dama.