martes, 12 de mayo de 2009

Opio del pueblo pío

Nada hay de malo en la ideología, sea cual sea su signo. Derecha, izquierda, extremas o mediopensionistas, centro, arriba, abajo... Nada hay de malo, claro, siempre que no desemboquen en sectarismos fanáticos e irracionales.

Algunas cuestiones no sólo admiten ser aliñadas de ideología, sino que el aliño las vuelve más sabrosas. Otras, aquéllas a las que el conocimiento objetivo debiera amputar una parte importante de discrecionalidad o simplemente aportarles perspectivas novedosas, se convierten en tóxicas al sazonarlas de ideología miope e intransigente.


1 comentario:

el aguaó dijo...

Toda ideología, en una posición radical o extrema, introducida pues en el fanatismo, pierde las bases del respeto, y por lo tanto, la fuerza de su motivación para conseguir lo que quiere. Deja a un lado la argumentación y el debate, para sustituirlos por la imposición y la dictadura. Si es así... estamos perdidos.

Los radicalismos se encuentran en todos los aspectos de nuestra vida. En política se puede manejar cualquier opinión o ideología, pero sin llegar al extremo, y siempre bajo un manto de sempiterno respeto.

Un fortísimo abrazo querido Tato.