viernes, 14 de septiembre de 2007

El sueño de una noche de verano


¡Y qué sueño hacía! Anoche caí en la cama como un bendito.

Después de un intenso día, en el que tuve que viajar de urgencia e inesperadamente a Madrid por la mañana (motivos laborales; nada importante), cambiar de taxi en plena Castellana porque se quedó sin frenos, estar pendiente de la resolución de la FIA sobre la sanción a nuestro correcaminos más internacional, adelantar el billete de AVE para volver a Sevilla lo antes posible, asumir que me iba a perder el partidazo de España contra Alemania, rezar para que no lloviese (ya sabéis, el famoso pragmatismo de los agnósticos) y hacer un par de horas de cola, esta vez lo conseguí.

Esta vez pude cazar a los dos pájaros, pero no matarlos de un tiro como reza el eslogan de su gira (es que se movían mucho y yo soy mal cazador). No abundaré en detalles del concierto, porque seguramente no haría justicia al espectáculo que presencié ayer. Sólo diré que ver juntos a dos poetas en un escenario, el uno emborrachado de la canalla del otro y el otro perfumado de la elegancia del uno, todo ello aderezado con una magnífica banda y una puesta en escena plagada de buen humor y originalidad, fue un regalo para los sentidos.

Por supuesto, hablo de Serrat y Sabina, Sabina y Serrat.


2 comentarios:

el aguaó dijo...

¿Qué más puedo añadir yo?

Sublime.

Un fuerte abrazo.

Reyes dijo...

No tengo nada que añadir, tan sólo que fue una experiencia... "mística".