viernes, 14 de septiembre de 2007

El negocio de los miedos ajenos

En la cola del taxi de la estación de Atocha, mientras esperaba mi turno se me acercó una mujer que, al tiempo que me mostraba un texto escrito completamente en mayúsculas e impreso por ambas caras con el título "LA VUELTA DE CRISTO HA LLEGADO", me preguntó si me interesaba. Como no era plan de tenerla allí esperando mientras lo leía completo para poder responder a la pregunta con conocimiento de causa, opté por asentir con la cabeza y coger el papel.

La mujer tenía una apariencia agradable, de mediana edad, bien vestida, con la sonrisa permanentemente abotonada a su cara y un pesado taco de folios apoyado entre su antebrazo izquierdo y el costado. Recorría la fila de cabo a rabo una y otra vez repartiendo aquel papel con cara de satisfacción, como sabiéndose con el cielo ganado en su labor de reclutamiento.

Como la escasez de taxis y la abundancia de cola permitían adividinar que la espera no iba a ser breve, me decidí a leer el panfleto. Según éste, Cristo "ha traído unas leyes renovadas", entre las que destacan "una moneda universal", "libre comercio (en todos los países)", "que todas las religiones se unan en una sola", "Dios quiere ahora que los gobiernos se unan y se pongan de acuerdo, y pongan estas leyes en práctica (ya han sido informados)" y bla bla bla bla..... Y al final, lo de siempre, la amenaza y el miedo: "De lo contrario, Dios dice; que no tendremos lugar ni rincón donde escondernos, donde descansar en paz. (Guerras,Virus, etc....)". Para rematar, un par de números de teléfono para el que quisiera más información. Al menos no eran de tarificación especial.

Nada nuevo ni distinto a los mensajes de las numerosas sectas, grupos y religiones que pretenden ganar adeptos. Sólo cambia el envoltorio, el marketing, la solera de los ritos, su aparente mayor credibilidad cuanto mayor sea el número de fieles o su poder económico y social. Son estos elementos, entre otros, los que hacen que el catolicismo, el islam o el budismo hayan sido ascendidos a la categoría de religión.

En todo esto iba yo pensando cuando algo más tarde, el taxi en el que viajaba a mi destino final, se quedó sin frenos. Todo quedó en un pequeño susto.


4 comentarios:

canalsu dijo...

Tato, yo creo que es al revés. Estos lazarillos se aprovechan de las religiones y no hay quien los frene.

canalsu dijo...

O quien les ponga freno. De todas maneras, el asunto es personal, sólo hay que decir: en ese taxi no me subo

el aguaó dijo...

Conozco a personas que después de haber sufrido dicho susto en el taxi, tras el encontronazo con la invitación a la secta, se lo hubieran planteado.

Un fuerte abrazo.

Reyes dijo...

La clave está en no pensar que ella tuvo algo que ver ni en los frenos ni en la maravillosa noche que te esperaba después.
Fue pura casualidad, pero es cierto, ¿porqué tienen todos la misma cara de haberse ganado su parcelita divina?