domingo, 30 de septiembre de 2007

Ni más alto ni más claro

Cuando a uno le surgen dudas sobre si debe mantenerse firme ante determinadas situaciones y actitudes. Cuando uno se siente el malo y el feo de la película, porque el papel del bueno se lo quedaron los padres de los amigos de mis hijos. Cuando eso ocurre, resulta gratificante y esperanzador para quienes nos tomamos en serio la educación de nuestros hijos, escuchar cosas como ésta. No sé si se puede decir más alto, pero más claro es difícil.

Parte 1


Parte 2




Gracias Emilio (y perdona la confianza...)


Y yo más (en euskera, Jon Imaz)

Ver al nacionalista más moderado de los nacionalistas vascos, suponiendo que ello no sea una contradicción en sus propios términos, gritando a calzón quitado en la celebración del día del partido (Alberdi Eguna) que nadie tiene derecho a hacerle la prueba del algodón para ver quién es más nacionalista, resulta patéticamente gracioso.

Es como liarse a grito limpio en medio de la calle a decir que uno es gilipollas y que a nadie se le ocurra ni cuestionar su gilipollez, ni decir que hay alguien más gilipollas que uno.


A la compra del éxito escolar. ¡Póngame cuarto y mitad de alumno!

Aunque parecía difícil, han vuelto a hacerlo. Nuestros políticos siguen superándose en su propuestas electorales y mi capacidad de sorpresa, que creía ya agotada, vuelve a dejar hueco para digerir lo que se avecina. ¡Qué ilusión me ha hecho!

Antes, los pobres no estudiaban porque no podían pagarse los libros, porque la familia no podía permitirse el lujo de prescindir de los exiguos pero necesarios dineros que los chavales podían aportar en casa y porque los ricos tenían claro que los pobres habían nacido para seguir siendo pobres.

Después, el Estado comenzó a construir colegios, habilitó ayudas económicas a los buenos estudiantes con rentas bajas, declaró obligatoria la enseñanza hasta un cierto nivel y estableció un sistema de protección social para apoyar a las familias mas desfavorecidas.

Ahora, ya no es necesario ser un buen estudiante ni ser pobre para tener becas, ni es preciso trabajar y esforzarse para pasar de curso, ni siquiera hay que tener obligaciones para exigir derechos.

Muy pronto, además de todo lo anterior, los alumnos que decidan cursar bachiller tendrán un sueldo de 6.000 euros al año. Eso sí, no será necesario sacar buenas notas ni estudiar, porque las ayudas se modularán en función de la renta familiar y no de sus méritos.

Lo he leído en varios periódicos, pero para evitar interpretaciones y matices interesados, lo busqué también aquí. Añaden además que "una de las razones del abandono escolar entre los 16 y los 24 años es que desde hace unos años es más fácil conseguir empleo". Vamos, que cuando en unos meses tengamos la desgracia de que se incremente el paro, lo que ocurrirá más pronto que tarde, mejoraremos el rendimiento escolar, los alumnos se volverán más listos y aplicados, y se reducirá el fracaso escolar. ¡Acabáramos! Resulta que la disminución del paro era la culpable. No quiero ni pensar en la cantidad de zoquetes que pulularán por nuestro país cuando alcancemos el pleno empleo, porque también dice la noticia que en Andalucía "estamos ganando la batalla contra el desempleo". Y si Chaves lo dice......


sábado, 29 de septiembre de 2007

Separatismo y democracia: incompatibilidad de caracteres

Más allá de cuestiones legales, formales y estéticas ¿es democrático impedir a un pueblo que ejerza su derecho a la autodeterminación?¿qué ocurre cuando una sociedad decide pactar unas determinadas reglas de juego para su convivencia y, pasado un tiempo, una pequeña parte de ella decide pacíficamente que quiere apartarse y crear las suyas propias?

Se podría argumentar que debe ser la sociedad entera la que decida permitir o no la independencia de esa parte porque así lo imponen las normas que se han dado a sí mismos. En ese caso, sería prácticamente imposible la separación por vías pacíficas, dado que para cambiar las reglas sería necesario el apoyo de la mayoría que, en pura lógica, no accedería a cambiarlas si su interés es el de no permitir esa separación. No podrían llevar a cabo su proyecto porque la ley no les confiere legitimidad para decidir por ellos mismos cómo quieren organizarse. Tampoco pueden cambiar esa ley porque para hacerlo es necesario el acuerdo de la mayoría de la sociedad de la que quieren salir. Un círculo vicioso de difícil solución.

¿Condenamos entonces a ese pueblo a convivir dentro de una sociedad en la que no quiere hacerlo? ¿Dónde ponemos la raya para afirmar que esa pequeña parte de la sociedad desea separarse? ¿Basta que el 60% quiera hacerlo para imponer la separación al 40% restante? Si la respuesta fuera afirmativa ¿con qué lógica defenderían los separatistas la imposición de su nueva forma de convivencia a ese 40%, mientras afirman simultáneamente que el 97% de la sociedad no tiene derecho a imponerles su pertenencia a ella, aunque ellos sólo supongan un 3%? ¿Es justo, ético y democrático imponer la separación a un 40% de ese pueblo y no lo es imponer la pertenencia a un 3%?

Una clase magistral sobre la forma correcta de colocar el embudo que ilustra la insensatez de los nacionalismos, resultado de la inmadurez y el infantilismo de algunos pueblos. También un claro ejemplo de la incapacidad de la democracia para resolver determinados problemas.

Nota bene: Por si alguien se ha liado un poco con los números, la población vasca representa un 5% de la población total, por lo que si el 60% de aquélla está a favor de la independencia, sólo el 3% de la población total lo estaría.


viernes, 28 de septiembre de 2007

Verdades a medias, mentiras completas

Un cliente asiduo de esta taberna preguntaba el otro día que si Andalucía era la región que más inversiones públicas ha recibido en lo que va de década, cómo es que estábamos a la cola, sólo por encima de Extremadura, en cuanto a capacidad de generar renta y riqueza. Lo que vulgarmente se conoce como renta o PIB per cápita.


Se refería al titular de un periódico recién nacido que rezaba así "Andalucía es la comunidad que más inversión ha recibido desde 2000". En el interior se daban datos que mostraban que en Andalucía se habían invertido en ese periodo 19.101 millones de euros (doy por buena la cifra, aunque no la he verificado) comparándola con otras comunidades que habían recibido menos, pero nada se decía sobre otras variables necesarias para evaluar si ese hecho por sí sólo constituye o no un agravio comparativo respecto de otras regiones.


El titular podría interpretarse como una palmadita en la espalda a los distintos gobiernos de ese periodo por su sensibilidad con nuestra región, o como una bofetada al resto de autonomías al recordarles que quien más dinero público se ha llevado en inversiones reales ha sido Andalucía. Si a eso añadimos que somos la segunda por la cola en aportación por habitante a la economía nacional, los argumentos para alimentar el tópico de la Andalucía subsidiada de guitarra y pandereta están servidos. Ahora bien, siendo grave el daño que está haciendo la cultura del subsidio al país en general, y a nuestra tierra en particular, no hay que confundir churras con merinas. Cuando se habla de inversiones del Estado y de su reparto entre comunidades, no se debe obviar para evaluar su equidad, ni la superficie geográfica, ni el tamaño de su población, ni la dotación de capital de la que se parte, su stock inicial.


Para entendernos, la dotación o stock de capital de un país es más o menos equivalente a los activos físicos (viviendas, infraestructuras, maquinaria, etc...) que le permiten generar riqueza. A su vez, estos activos han podido ser producidos por el sector público o por el sector privado. Para hacernos una idea, el stock de capital de la economía española en 2.006 tenía un valor de 4,3 billones de euros (como referencia, nuestro PIB asciende a 1 billón de euros), correspondiendo la mitad a capital residencial (viviendas), el 39% a capital privado no residencial y el 11% a capital público no residencial.


Si decimos que en Andalucía está el 13,83 % de ese stock, siendo la tercera por detrás de Cataluña (18,22 %) y la Comunidad de Madrid (16,16%) podríamos quedarnos sorprendidos. Pero decir eso así, sin mencionar su tamaño o su población, es engañoso. No tiene ningún mérito ser la tercera en capital físico siendo la primera en tamaño geográfico y habitantes. Por ello, si decimos que su stock por habitante es el quinto por la cola (62.800 euros/habitante) a gran distancia de Cataluña (93.100 euros/habitante) o Madrid (97.800 euros/habitante), todo encaja.


Cierto es que las inversiones públicas del Estado en la última década en Andalucía han sido superiores al resto, pero ¿en qué nivel estaríamos antes para que, a pesar del esfuerzo realizado, sigamos estando a la cola en stock de capital por habitante? Ello explica, aunque sólo en parte, que las mayores inversiones del Estado en nuestra comunidad no hayan sido suficientes para acercarnos a los vagones de cabeza. A ello hay que añadir que la inversión privada no residencial (activos distintos de viviendas pagados por el sector privado; supone más del 39% del stock total) brilla por su ausencia en Andalucía.


Este asunto daría para mucho más, pero probablemente interese a pocos y aburra a muchos, así que no profundizaré más en el asunto. Sólo quería ilustrar el hecho de que es imprudente sacar conclusiones precipitadas cuando de datos económicos se trata.


miércoles, 26 de septiembre de 2007

Invita la casa. Hoy: el blog de Javier Caraballo

A veces lee uno algún texto que por su ingenio, la originalidad de su planteamiento o lo certero de su análisis no debiera pasar desapercibido. Cuando me encuentro con algún artículo o una entrada de blog que me ha hecho reflexionar, sonreír o llorar, me da rabia pensar que los parroquianos que visitan mi taberna puedan no haberla leído.

A lo mejor soy un iluso al pensar que lo que a mí pueda parecerme magnífico, a otro no pueda parecerle vulgar, simple o incluso mediocre. Me arriesgaré. Por eso inicio una serie de entradas, indefinida en el tiempo y sin vocación de regularidad, en las que enlazaré algún artículo cuya lectura me parezca altamente recomendable. Mi falta de tiempo hará que no estén todos los que son, pero puedo aseguraros que serán todos los que estén.

Comenzaré esta serie, que se titulará "Invita la casa. Hoy: .........", con el blog del periodista Javier Caraballo. Con toda seguridad, no necesita de mi promoción para difundir sus artículos pero, como suele decirse, ante la duda la más cojonuda.

Aquí tienen su Objetor. No tiene desperdicio. Disfrútenlo.......si quieren.


lunes, 24 de septiembre de 2007

La hormiga y la cigarra versión 3.6

Desde hace meses circula por internet una fantástica versión de la fábula de la hormiga y la cigarra. La leí hace tiempo, incluso en versión argentina, pero por entonces andaba yo en otros menesteres y su moraleja, aunque intemporal, no venía demasiado a cuento. Ahora la he vuelto a leer en un blog vecino y me ha parecido tan de actualidad, que no puedo resistir la tentación de reproducirla junto con su versión clásica.

Imprímanla y dénsela a leer a sus hijos cada noche hasta que entiendan que hay que apagar las luces tras de sí, que hay que cerrar los grifos, que la ropa hay que usarla hasta que se rompe y no hasta que pasa de moda, que lo prescindible no es necesario y que lo necesario es imprescindible, que la solidaridad hay que merecerla, que los derechos sin obligaciones degeneran en un vivero de parásitos sociales....


VERSIÓN CLÁSICA

La hormiga trabaja a brazo partido todo el verano bajo un calor sofocante. Construye su casa y se aprovisiona de víveres para el invierno. La cigarra piensa que la hormiga es tonta y se pasa el verano riendo, bailando y jugando.

Cuando llega el invierno, la hormiga se refugia en su casita donde tiene todo lo que le hace falta hasta la primavera. La cigarra tiritando, sin comida y sin cobijo, muere de frío.


VERSIÓN "PROGRE DE PACOTILLA"

La hormiga trabaja a brazo partido todo el verano bajo un calor sofocante. Construye su casa y se aprovisiona de víveres para el invierno. La cigarra piensa que la hormiga es tonta y se pasa el verano riendo, bailando y jugando.

Cuando llega el invierno, la hormiga se refugia en su casita donde tiene todo lo que le hace falta hasta la primavera. La cigarra, tiritando, organiza una rueda de prensa en la que se pregunta por qué la hormiga tiene derecho a vivienda y comida cuando quiere, habiendo otros con menos suerte que ella, que tienen frío y hambre.

La televisión organiza un programa en vivo en el que la cigarra aparece pasando frío y calamidades, al tiempo que muestran extractos del vídeo de la hormiga bien calentita en su casa y con la mesa llena de comida.

El resto de ciudadanos se sorprenden de que en un país tan moderno como el suyo, dejen sufrir a la pobre cigarra mientras otros viven en la abundancia. Las asociaciones contra la pobreza se manifiestan delante de la casa de la hormiga. Los periodistas escriben una serie de artículos en los que cuestionan cómo la hormiga se ha enriquecido a espaldas de la cigarra e instan al gobierno a que aumente los impuestos de la hormiga de forma que aquélla pueda vivir mejor. Respondiendo a las encuestas de opinión, el gobierno elabora una ley sobre la igualdad económica y otra contra la discriminación con carácter retroactivo.

Los impuestos de la hormiga aumentan y además es multada porque no contrató a la cigarra como ayudante en verano. Las autoridades embargan la casa de la hormiga, ya que no tiene suficiente dinero para pagar la multa y hacer frente a los impuestos. La hormiga se va de España y se instala con éxito en Suiza.

La televisión hace un reportaje donde aparece la cigarra con sobrepeso, ya que se ha comido casi todo lo que había mucho antes de que llegue la primavera. La antigua casa de la hormiga se convierte en albergue social para cigarras y se deteriora al no hacer su inquilino nada para mantenerla en buen estado.

Al gobierno se le reprocha no poner los medios necesarios. Una comisión de investigación que costará 10 millones de Euros, se pone en marcha. Entretanto, la cigarra muere de un infarto causado por su obesidad y falta de ejercicio. En los medios de comunicación contrarios al Gobierno, se critica su fracaso para intentar corregir el problema de las desigualdades sociales.

La casa es ocupada por una banda de arañas inmigrantes. El gobierno se felicita por la diversidad cultural de España.


domingo, 23 de septiembre de 2007

Votos de alquiler

En el debate que se está produciendo sobre lo acertado o no de la medida que ha puesto en marcha el gobierno de subsidiar el alquiler, más allá del aspecto político o electoralista, la cuestión es clara desde el punto de vista económico. Me refiero a la clásica ley de la oferta y la demanda, que Zapatero ha decidido ignorar a pesar de las advertencias de su mejor ministro, el tito Pedro, como le llaman algunos de su compañeros de gabinete.

En España existe un problema importante de oferta de viviendas en alquiler que no niega nadie. Por otro lado, el stock de viviendas vacías que sus propietarios no ponen en alquiler es también muy alto. Las únicas explicaciones posibles a esa aparente contradicción, a esa situación en la que alguien renuncia a obtener una renta prefiriendo mantener vacía su vivienda, son que el precio que puede obtener por ella no le compensa el riesgo de ponerla en el mercado. La legislación, sobreprotectora con el arrendatario, y los procedimientos judiciales vigentes, excesivamente engorrosos, largos e injustos para el arrendador, desincentivan claramente la oferta.

En este escenario, parece claro que el mercado de viviendas de alquiler tiene un problema importante de oferta. Por el lado de la demanda, los altos precios que provoca la escasez de oferta dificultan el acceso de los ciudadanos a una vivienda de alquiler.

Así las cosas, si no se modifica la legislación derogando la actual Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU) y mejorando los procedimientos de desahucio ante impagos y abusos de los arrendatarios, no se incrementará la oferta. Por otro lado, el subisidio permitirá acceder al mercado a aquellos que deseaban alquilar pero no disponían de suficientes recursos para hacerlo. Por tanto, la medida adoptada no incrementará la oferta en un primer momento, pero sí la demanda, lo que hará que suba el precio. Esa subida hará que a algunos propietarios, a pesar de no cambiar la legislación, les comience a compensar alquilar. De esta forma, se alcanzará un nuevo precio de equilibrio que será superior al actual y que absorberá una parte de la subvención.

Cuando en un mercado existe un problema por el lado de la oferta, las medidas correctas deberían ir dirigidas a dinamizar ésta y no a subsidiar la demanda. Si el Gobierno hubiese optado por modificar la legislación o incentivar fiscalmente a los propietarios, la oferta se incrementaría de manera sustancial, lo que haría bajar los precios y permitiría el acceso a una vivienda de alquiler a esa parte de la demanda expulsada por los altos precios. El resultado final en cuanto al volumen de viviendas puestas en alquiler sería similar e incluso más favorable, pero con un precio de equilibrio inferior al actual.

Pero claro, es menos vendible a la parroquia establecer medidas que favorezcan aparentemente a los propietarios de viviendas vacías, que medidas populistas consistentes en repartir dinero al personal, sobre todo si ese personal pertenece al colectivo que más votantes te aporta. Y lo más grave es que estas decisiones se toman a pesar de la evidencia de que las primeras ayudan a resolver el problema y las segundas no, como lo demuestra no sólo el análisis anterior, sino los resultados empíricos obtenidos por una medida muy similar puesta en marcha por la anterior ministra en 2.005.

Anteponer el interés propio al interés general a sabiendas tiene un nombre.


miércoles, 19 de septiembre de 2007

Nadie habla de la deuda del Estado, pero haberla, hayla

Ya están aquí las elecciones. Que comience la fiesta, que corra el vino, que no falten manjares, todos contentos y alegres. Y mañana, Dios dirá.

¿Que tenemos superávit en las cuentas del Estado? A pulírselo rapidito, a embriagar al pueblo con el pan para hoy para que no se preocupen del hambre de mañana, a comprar voluntades que pagamos entre todos.

Desde luego yo no voy a votar a un presidente que se permite frivolizar con nuestro futuro. Cuando existen nubarrones más que razonables en el horizonte, ponerse a derrochar en medidas sociales de dudoso resultado y escaso alcance real, sólo puede tener una explicación: quiere mantenerse en el poder a toda costa. O eso, o hace gala de una ineptitud supina como gestor de la cosa pública. No sé qué es peor.

Malo es no guardar lo ahorrado cuando las cosas pintan mal, pero derrocharlo en gasto y no en inversiones que ayuden al país a ser más productivo de cara a la segura desaceleración de la economía en los próximos años, es un suicidio. No entiendo la prisa que tiene este hombre en fundirse el superávit presupuestario cuando el mayor gasto social (más desempleo) y la disminución de ingresos (menos actividad, menos recaudación) que va a resultar del ajuste de nuestra economía en los próximos años, va a necesitar de ese colchón y de mucho más.

Pero lo más curioso es que aquí nadie habla de la deuda pública. Sólo se transmite permanentemente la bondad del superávit del Estado porque es fácil de vender al personal, obnubilado por todo lo que huela a gasto social.

Aclaremos para el que no lo sepa, que el superávit se refiere al exceso de ingresos sobre los gastos de un ejercicio económico. Según el Ministerio de Economía, en los primeros siete meses del año el superávit ha ascendido a 8.015 millones de euros, que supone aproximadamente un 9% de los ingresos previstos. En cristiano, eso es equivalente a decir que una familia cuyos ingresos hasta Julio han sido de 12.000 euros, ha ahorrado unos 1.000 euros (superávit de la familia). Si esa familia supiera que se avecinan dificultades (congelación salarial, subidas del tipo de interés....) ¿cuál sería el uso más razonable de ese ahorro? ¿reservarlo, liquidar parte de un préstamo que tiene pendiente, pagarse un curso de formación que le permita mejorar en su trabajo y aumentar sus ingresos o comprarse un DVD de última generación para que la abuela pueda ver sus películas favoritas? Desde luego, cualquiera de ellos menos el último. Lo siento por la abuela, pero seguro que ella, que pasó hambre en la guerra, lo entiende.

Como decía, es importante subrayar que cuando se habla de superávit nos estamos refiriendo al ejercicio en curso, lo que es compatible con la existencia de endeudamiento. Y de hecho existe. Según se prevé en los Presupuestos Generales de 2007, la deuda pública acumulada para este ejercicio, lo que el Estado tiene que devolver a quienes le han prestado el dinero que se ha gastado en los años en que había déficit, ascenderá a 391.266 millones de euros. El Estado debe una cifra equivalente al gasto de todo un año incrementado en un 20%. Otro dato: los intereses devengados a Julio de 2.007 por esa deuda han ascendido a 8.140 millones de euros.

¿Y esto es malo? Pues como siempre, depende. Si se hubiese gastado todo ese dinero en inversiones productivas (infraestructuras, conocimiento, formación...) hasta parecería escaso, pero no ha sido así. Una parte importante se ha malgastado en políticas que han creado verdaderos mamones de la teta pública. Y lo que es peor, parece que se va a seguir en la misma línea.

Es cierto que la deuda del Estado está en unos niveles aceptables, incluso mejor que muchos países de nuestro entorno, pero lo que yo critico no es su existencia, sino que el gobierno esté permanentemente vendiendo a la opinión pública el superávit y no explique con la misma transparencia la deuda. Porque a los profanos en la materia, que son multitud y no conocen los entresijos de la economía, se les termina trasladando la idea de que superávit es sinónimo de ausencia de deudas. Seguramente, más de uno se habrá llevado una sorpresa al descubrir que, además del préstamo del coche y de la hipoteca de su casa, tiene otra que no se esperaba.

Y a esa deuda del Estado, que supone casi el 40% del PIB (de lo que produce el país, para que nos entendamos), hay que sumarle las deudas de los ciudadanos (préstamos, hipotecas....) y de las empresas.


martes, 18 de septiembre de 2007

Oportunidades iguales, resultados dispares. Como debe ser.

Tengo dos hijos a los que quiero por igual, aunque ellos lo duden en los momentos de rabieta o cuando sufren los límites que les imponemos, imprescindibles para su formación como personas.

Ambos son distintos. Al margen de su carácter y su personalidad, desde el punto de vista académico tienen distintas capacidades. No han tenido opción de elegirla, por lo que no supone mérito ni demérito alguno. Su dotación intelectual inicial les ha venido dada, no es el resultado de sus esfuerzos. Son personas distintas y así debe ser.

Ambos estudian en el mismo colegio, con los mismos profesores y los mismos contenidos. Intentamos que reciban apoyo extraescolar conforme a sus necesidades o carencias. En casa, disfrutan las comodidades y padecen las restricciones impuestas por sus malvados padres por igual. En definitiva, tienen las mismas oportunidades. O al menos eso procuramos.

El mayor tiene una gran capacidad de aprendizaje que utiliza sólo en su propio beneficio. En lo que él entiende erróneamente que es su propio beneficio, claro. La emplea simplemente para obtener unos resultados "brillantes" sin esforzarse, olvidando que la brillantez es tanto menos luminosa cuanto más mediocre es la exigencia. Dilapida y despilfarra un talento que le ha salido gratis, que ha obtenido sin esfuerzo. Un regalo que debiera exprimir para devolvérselo multiplicado a sí mismo y a los demás. Si no rectifica, terminará siendo el tuerto en el país de los ciegos, pudiendo ser el Ferrari en un mundo de utilitarios.

La pequeña tiene una capacidad más bien normalita que podría compensar con esfuerzo y trabajo, pero no lo hace. Uno viene a este mundo con el equipamiento y el motor que le toca, pero nadie te impide después "tunear" el coche. La voluntad, el tesón y la constancia son las mejores herramientas para ello. Y si no, que se lo pregunten a la liebre de la célebre fábula. Al igual que su hermano, ha aprendido muy rápido cuáles son sus derechos, sin asumir que también tienen obligaciones y responsabilidades.

El entorno, contra el que sus padres intentamos luchar tragándonos a veces la hiel de reproches injustos en los que, en un claro chantaje emocional, cuestionan nuestro cariño, les sumerge en esa visión hedonista de la vida y es poderoso, pero no invencible. Urge cambiar el modelo de convivencia que se encuentran nuestros jóvenes a su alrededor. Y esa no es sólo tarea de nuestros gobernantes, que también, sino fundamentalmente de los padres, los abuelos, los vecinos, los maestros, la tribu en definitiva. Es insano transmitir que para conseguir resultados no es necesario esforzarse y sufrir, que todos terminaremos siendo iguales (en la mediocridad) y que este mundo es una continua fiesta.

¿Igualdad de oportunidades? Sí. ¿Exigencia? A cada cual según su capacidad. ¿Resultados? Los que uno obtenga con su actitud y esfuerzo.


domingo, 16 de septiembre de 2007

Libertad de expresión, expresarse en libertad

Debo reconocer que respecto a imágenes y símbolos soy un poco iconoclasta. Más allá de cuestiones legales, ni me pareció razonable procesar a los dibujantes de "El jueves", ni me lo parece que se persiga legalmente a quienes han quemado fotografías del rey o a quienes se pelean por que ondee una u otra bandera. La ley no siempre es garantía de sentido común ni de libertad.

Dicho esto, y respecto de la polémica de las banderas en las instituciones, el asunto transciende, o al menos debiera hacerlo, del puro simbolismo. A mí me da igual si ondea o no la bandera de España en un ayuntamiento, sea el de Lepe o el de Lizartza. El hecho en si mismo me parece una auténtica gilipollez. Lo que ya me parece más serio, incluso de una gravedad extrema, es que se limite el ejercicio de la libertad, máxime cuando a uno le asiste la ley, mediante la violencia o las amenazas y aquí no pase nada.

Lo tremendo no es si el color del paño que se cuelga del mástil es de unos o de otros, sino que haya gente capaz de amenazar y coaccionar por conseguir que sea el suyo el que ondee, en nombre de una libertad que suena a broma macabra en su boca. Porque si son capaces de todo esto por esta nimiedad ¿qué no serán capaces de hacer por otras cuestiones de más calado, sobre todo si el Estado sigue sin velar por la libertad allá donde está amenazada?

La decisión de colocar una u otra bandera en una institución pública corresponde a quien representa a esa institución según la ley. Si no se está de acuerdo, están las urnas para cambiar a ese representante, o la justicia si se entiende que se está actuando de manera ilegal.

Como diría Sabina en una de sus mejores canciones: "Que ser valiente no salga tan caro, que ser cobarde no valga la pena" (Noches de Boda)


El falso debate de las cuatro asignaturas

Se han escuchado en los últimos días diversos argumentos, a favor y en contra, de la decisión del gobierno de permitir que un bachiller pueda pasar de curso con cuatro asignaturas suspensas.

De entre los argumentos favorables, el que me ha parecido más razonable es el que le escuché a Rubalcaba, a la sazón uno de los padres de nuestro deteriorado sistema educativo actual. Dijo que de lo que se trata es de que un alumno que ha suspendido entre una y cuatro asignaturas, no tenga que repetir también las superadas y pueda matricularse sólo de las suspensas, completando la carga lectiva con asignaturas del curso siguiente. En definitiva, trasladar el modelo de la Universidad al bachillerato. Según él, esto permitiría no desincentivar a los alumnos, cosa que ocurriría si les obligamos a cursar asignaturas aprobadas y les lanzamos el mensaje de que los esfuerzos realizados para éstas no le han servido de nada.

Estoy de acuerdo. Me parece más razonable exigir que se aprueben todas las asignaturas, aunque un alumno tenga que emplear tres años para aprobar dos cursos, que permitir la aberración de que pasen de curso "limpios" aunque no aprueben algunas asignaturas si ya han repetido una vez, como sucede en Primaria. De esta forma, el alumno aplicado verá cómo se penaliza al vago con un año más y el vago se sentirá tratado de una manera más justa.

Ahora bien, la flexibilidad que aporta la nueva medida debería venir acompañada de un endurecimiento de los contenidos del bachillerato (también del resto de ciclos), porque si no, el resultado final percibido por el alumno será el de una suavización de la exigencia y del esfuerzo. Y los jóvenes, y no tan jóvenes, de este país no andamos precisamente sobrados de referencias que transmitan esos valores.

Para muestra del deterioro del nivel académico, un botón. Ojeo un libro de mi hijo, que ha elegido la opción A del último curso de ESO (antiguo 2º de BUP). La asignatura se llama Matemáticas Avanzadas y se supone que es la de mayor nivel de exigencia. Se me ocurre desempolvar mi libro de matemáticas de 2º de BUP, cuyo contenido debiera ser equivalente e incluso inferior, y compararlos. Ni rastro de un mísero logaritmo; los límites finitos, tanto de sucesiones como de funciones, brillan por su ausencia, no digamos los infinitos; y qué decir del concepto de derivada y sus métodos de cálculo, que ni se intuyen.

Fajarse en el debate de si se debe o no pasar de curso con cuatro asignaturas obviando el nivel de las mismas es perder el tiempo. El verdadero debate debería centrarse en las medidas a tomar para que el nivel de exigencia de los contenidos aumente de forma considerable, en un país donde nuestros adolescentes son más altos, más fuertes, más sanos y más inteligentes que las generaciones anteriores porque se alimentan mejor, tienen acceso a más tecnología y tienen a su disposición cantidades ingentes de información.


Un premio extraño, pero se agradece

Gigalmesh ha considerado que mi blog es merecedor de un premio. Y yo se lo agradezco.

Aunque realmente se trata de un meme cuyo origen está, al parecer, en este post, se agradece que alguien se haya tomado la molestia de expresar públicamente una opinión tan favorable sobre mi blog. No soy muy amigo de memes, pero tampoco quisiera parecer desagradecido ni "esaborío", así que cumpliré el "protocolo".

No espero de los blogs a los que premio, demasiado entusiasmo por la concesión del mismo, pues sólo se trata de mi humilde opinión. Llamarla premio sería adjudicarle más prestigio al premiador que al premiado, arrogarme una capacidad de conceder gloria que sin duda no poseo. Así pues, ahí van los blogs que me hacen pensar. Que los presentes no se entusiasmen, ni los ausentes se decepcionen. Las razones para ello han quedado expuestas, a las que cabría añadir que, siendo atractivos los blogs que me hacen pensar, me gustan tanto o más los que me hacen sonreír, los que me informan o los que me dejan cicatrices en el alma.








La dueña de éste último se fue al mundo en Marzo de este año, así que no escribe desde entonces, pero prometió volver.

Finalmente, lo que ha quedado en evidencia es que el apartado de "Los blogs que visita er Tato" necesita una urgente actualización, porque son todos los que están, pero no están todos los que son. Lo haré en breve.


viernes, 14 de septiembre de 2007

El negocio de los miedos ajenos

En la cola del taxi de la estación de Atocha, mientras esperaba mi turno se me acercó una mujer que, al tiempo que me mostraba un texto escrito completamente en mayúsculas e impreso por ambas caras con el título "LA VUELTA DE CRISTO HA LLEGADO", me preguntó si me interesaba. Como no era plan de tenerla allí esperando mientras lo leía completo para poder responder a la pregunta con conocimiento de causa, opté por asentir con la cabeza y coger el papel.

La mujer tenía una apariencia agradable, de mediana edad, bien vestida, con la sonrisa permanentemente abotonada a su cara y un pesado taco de folios apoyado entre su antebrazo izquierdo y el costado. Recorría la fila de cabo a rabo una y otra vez repartiendo aquel papel con cara de satisfacción, como sabiéndose con el cielo ganado en su labor de reclutamiento.

Como la escasez de taxis y la abundancia de cola permitían adividinar que la espera no iba a ser breve, me decidí a leer el panfleto. Según éste, Cristo "ha traído unas leyes renovadas", entre las que destacan "una moneda universal", "libre comercio (en todos los países)", "que todas las religiones se unan en una sola", "Dios quiere ahora que los gobiernos se unan y se pongan de acuerdo, y pongan estas leyes en práctica (ya han sido informados)" y bla bla bla bla..... Y al final, lo de siempre, la amenaza y el miedo: "De lo contrario, Dios dice; que no tendremos lugar ni rincón donde escondernos, donde descansar en paz. (Guerras,Virus, etc....)". Para rematar, un par de números de teléfono para el que quisiera más información. Al menos no eran de tarificación especial.

Nada nuevo ni distinto a los mensajes de las numerosas sectas, grupos y religiones que pretenden ganar adeptos. Sólo cambia el envoltorio, el marketing, la solera de los ritos, su aparente mayor credibilidad cuanto mayor sea el número de fieles o su poder económico y social. Son estos elementos, entre otros, los que hacen que el catolicismo, el islam o el budismo hayan sido ascendidos a la categoría de religión.

En todo esto iba yo pensando cuando algo más tarde, el taxi en el que viajaba a mi destino final, se quedó sin frenos. Todo quedó en un pequeño susto.


El sueño de una noche de verano


¡Y qué sueño hacía! Anoche caí en la cama como un bendito.

Después de un intenso día, en el que tuve que viajar de urgencia e inesperadamente a Madrid por la mañana (motivos laborales; nada importante), cambiar de taxi en plena Castellana porque se quedó sin frenos, estar pendiente de la resolución de la FIA sobre la sanción a nuestro correcaminos más internacional, adelantar el billete de AVE para volver a Sevilla lo antes posible, asumir que me iba a perder el partidazo de España contra Alemania, rezar para que no lloviese (ya sabéis, el famoso pragmatismo de los agnósticos) y hacer un par de horas de cola, esta vez lo conseguí.

Esta vez pude cazar a los dos pájaros, pero no matarlos de un tiro como reza el eslogan de su gira (es que se movían mucho y yo soy mal cazador). No abundaré en detalles del concierto, porque seguramente no haría justicia al espectáculo que presencié ayer. Sólo diré que ver juntos a dos poetas en un escenario, el uno emborrachado de la canalla del otro y el otro perfumado de la elegancia del uno, todo ello aderezado con una magnífica banda y una puesta en escena plagada de buen humor y originalidad, fue un regalo para los sentidos.

Por supuesto, hablo de Serrat y Sabina, Sabina y Serrat.


domingo, 9 de septiembre de 2007

La levita(ción) de Zapatero

Me ha llamado la atención un curioso comentario, hecho así como de pasada, y perdido dentro de un largo artículo de opinión escrito por Francisco Rosell en El Mundo de hoy.

La verdad es que el artículo no es novedoso. Trata del reiterado incumplimiento de las promesas socialistas en Andalucía (menos mal), del impúdico despilfarro de una región que no termina de despegar y aporta continuos argumentos a las regiones más ricas para justificar su insolidaridad, de las nuevas ocurrencias de nuestro Chaves del alma (que ojalá vuelva a incumplir).

Nada nuevo bajo el sol. Así que, entre tanta reiteración, una metáfora perdida por el texto y utilizada por el autor en su artículo, me ha parecido lo único original porque llama la atención sobre un detalle de la entrevista que el otro día concedió nuestro presidente Zapatero al diario El País. En él se incluye una fotografía cuyo pie reza así: "Zapatero, corriendo a primera hora de la mañana". ¿Cómo puede uno correr por la playa sin dejar ni una sola huella tras de sí en la arena?

Si la fotografía está trucada, dice muy poco sobre la honestidad de Zapatero y su famoso talante. Si no lo está, resultaría ser una magnífica alegoría de su ideario y de su paso por el "gobierno de España". No sé qué es peor.


martes, 4 de septiembre de 2007

La culpa siempre la tiene el otro. El otro se llama Estado

Cada vez que se colectiviza la irresponsabilidad individual, surgen voces que gritan socorro a "papá Estado". Se nos llena la boca de arrogancia exigiendo derechos y libertades, pero cuando la cagamos jugueteando inconscientemente con ellos miramos a nuestros políticos, con ojos suplicantes primero y soberbia indignada después, para que nos rescaten del abismo.

No hace mucho con el caso Afinsa, en un intento de los damnificados de que entre todos pagásemos sus platos rotos. Ya veremos cómo termina. Dejando al margen los posibles dramas personales, pretender convencernos de que aquéllos que estaban obteniendo hasta tres y cuatro veces la rentabilidad normal de cualquier inversión sin riesgo son unos ingenuos, no cuela. Y apelar a una supuesta responsabilidad del Estado como causa del resultado de nuestra avaricia, tampoco. En el timo de la estampita, el que ignora la máxima de que nadie da duros a cuatro pesetas anteponiendo la codicia y el engaño a la sensatez y la honestidad, no suele estar bien visto. La doble vergüenza del timado, por necio y aprovechado, ha hecho que la sabiduría popular haya puesto a cada uno en su sitio. No se entiende sin embargo, que las modernas versiones de estos timos no gocen también del acierto con el que el pueblo condena determinados actos. Quizás sea verdad que el café para todos termina anestesiando las conciencias y premiando la holganza.

Ahora, con la subida de tipos, se vuelve a mirar al Estado como la solución a nuestros problemas. El PP de Andalucía quiere que, con cargo a los dineros de todos, se ayude a aquellos que se han endeudado por encima de sus posibilidades. El PSOE tardará poco en entonar un "y yo más". De nuevo se plantea que los comportamientos irresponsables de algunos los paguemos entre todos. Y lo que es peor, quienes nos gobiernan o aspiran a hacerlo prestan oídos a estas voces.

El Estado del Bienestar, algunos de cuyos objetivos comparto, se está prostituyendo. De intentar garantizar la igualdad de oportunidades, una enseñanza gratuita y de calidad, o la protección de aquellos colectivos más desfavorecidos por causas que escapan a su control, se está pasando a imponer la igualdad de resultados, enrasar por debajo el nivel de la enseñanza para que todo el que quiera pueda lucir un título en su cabecera, o pagarles la cuenta a aquellos que viven voluntariamente por encima de sus posibilidades.