Si ya es llamativo que tengamos una ley electoral escasamente democrática para regular la elección de nuestros representantes, no lo es menos que en esa misma ley se prohíba la difusión de encuestas durante los cinco días previos al de la votación. Y no tanto por la prohibición en sí misma, como por el mensaje subliminal que la misma lanza, a saber, que los ciudadanos somos tan ignorantes y manipulables como para que el resultado de un sondeo el día antes de la votación nos haga cambiar de opinión. O quizás no sea tan subliminal.
Bemoles
Hace 22 horas
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