domingo, 1 de abril de 2012

Entre la contumacia y la utopía

Leo hoy en el periódico una entrevista al alcalde de Marinaleda, ese personaje político a medio camino entre la contumacia honesta y la utopía. Es descarado, iconoclasta, peleón. A mí me cae bien. Desde luego, nada tenemos en común desde el punto de vista ideológico. Si acaso, la absoluta convicción de que el Estado debe garantizar la igualdad de oportunidades. Pero al menos hay que reconocerle coherencia personal entre su austeridad vital, su compromiso social y su prédica. Es un político fuera de lo común, porque lo común entre nuestros políticos es el coche oficial, la incoherencia, cuando no la contradicción, entre el discurso y el decurso del poder. Otra cuestión bien distinta es su coherencia ideológica, fácil de comprar, robusta en apariencia, pero bastante endeble en cuanto se rasca un poco. Mercancía averiada que dirían algunos.

Échenle si no un vistazo a la conferencia que dictó en el Foro Social de Ferrol y que está colgada en la página de su partido. Les aseguro que merece la pena escucharla entera y conocer algo más del personaje. Para quienes no tengan tiempo o ganas -ellos se lo pierden-, he editado un vídeo con los momentos estelares.





Aunque el vídeo se comenta solo, añadiré algunos comentarios.

Cuando habla de los presupuestos participativos, de cómo les explica a los vecinos "de dónde vienen los dineros" y de cómo éstos quieren que no se gaste el dinero del pueblo, sino que el dinero venga de fuera.. Vamos, que la riqueza creada por otros gracias al asqueroso capitalismo, se transfiera al pueblo.

O cuando habla de la estrategia de que, en la construcción de sus propias viviendas por parte de los vecinos, éstos no deben conocer cuál de las viviendas va a ser la suya para que así no ponga un especial esmero en ésa en detrimento de las demás. Vamos, que seguro que ha leído a John Rawls y su "velo de la ignorancia".

O cuando, para explicar todos los logros sociales de su pueblo, empieza a presumir de guardería municipal por 12 euros al mes, incluida comida, piscina municipal de verano y de invierno por 3 euros al año, pabellón cubierto, campo de cesped artificial y de cesped natural, un equipo en tercera división, pistas de padel, pistas de tenis, gimnasio municipal... y termina afirmando que los "bienestares colectivos no deben tener límite, que los que deben tener límite son los bienestares individuales" (sic). Vamos, que el pueblo parece el barrio de Salamanca, pero en versión comuna.

O cuando explica que pretendían instalar un huerto solar en Marinaleda para tener "soberanía energética" y se queja amargamente de que la ley no se lo permitió, a pesar de que eran los propietarios de las tierras y de los paneles solares. Resulta cuando menos curioso, por no decir contradictorio, que precisamente él pretenda hacer valer el derecho de propiedad o se queje del intervencionismo estatal. Llega a decir que "si la hemos comprado y los hemos pagado [la tierra y los paneles solares], son nuestros, ¿no?; bueno, eso creía yo". El problema es que también hay que creerlo cuando se trata de la propiedad ajena, y no sólo de la de uno. Flaca memoria la de los expropiadores...

2 comentarios:

Juan Carlos Garrido dijo...

Esto es marxismo cañí.
El hecho de ser coherente con tus creencias no te torna respetable, como no lo son los chiflados que de verdad creen que el mundo se acabará la semana que viene y un OVNI les abducirá antes del desastre, aunque reconozco que es mejor eso que ir de sindicalista y comer todos los días en el Villa Magna.

Saludos.

Er Tato dijo...

Bueno Juan Carlos, tampoco es descartable que seamos nosotros los equivocados.

En todo caso, lo que quería subrayar era la coherencia personal del personaje, su modo de vida, su valentía al no arrugarse ante el poderoso. Fíjate que no hablo de su coherencia ideológica, claramente contradictoria a lo largo de su discurso, quejándose del intervencionismo estatal y de la falta de respeto al derecho de propiedad cuando es él quien los sufre, o defendiendo los subsidios cuando son otros los que te los dan, y sin hacerle ascos a su asquerosa procedencia capitalista.

Creo que la coherencia vital es un valor absolutamente perdido. En la derecha y en la izquierda.

Saludos