viernes, 27 de enero de 2012

La respuesta no está en el viento...

Cuando uno acude a una tienda a comprar cualquier bien, o decide contratar a un albañil para reformar el cuarto de baño, busca, compara, valora precios, calidades, y finalmente toma una decisión, que no necesariamente tiene que coincidir con la opción más barata. Puede ser, y de hecho así es en muchas ocasiones, que primen cuestiones cualitativas, tales como la calidad, las prestaciones ofrecidas, la garantía posterior a la venta, la estética, el trato personal...

Todo el mundo hace eso cuando decide comprar algo y lo vemos normal. Es más, si alguien nos dice que no tiene en cuenta todas o algunas de esas cuestiones a la hora de comprar, lo tachamos poco menos que de frívolo y tarambana. Pero entonces, ¿por qué no lo vemos normal cuando lo hace un empresario que decide adquirir mano de obra para su empresa?

La tienda a la que acudimos deberá esmerarse en tener artículos que la gente demande. Deberá decidir si desea dirigirse a un segmento del mercado con poco poder adquisitivo, en cuyo caso esos artículos debieran ser baratos y de menor calidad, o si desea justo lo contrario. También deberá plantearse si prefiere ofrecer una gran variedad de productos, o especializarse en un tipo de artículos determinado. En definitiva, el propietario de la tienda deberá tomar una serie de decisiones que marcarán decisivamente el rumbo de su futuro económico, al menos a medio plazo, y estar alerta para poder cambiar de estrategia si lo que hasta ahora le funcionaba deja de funcionarle.

Los ciudadanos normales que nos tenemos que ganar las habichuelas con el sudor de nuestra frente, sólo tenemos para hacerlo nuestro propio esfuerzo personal y, al igual que el tendero no puede imponer a los clientes que entren en su tienda y compren sus artículos, nosotros tampoco podemos imponer a los empresarios que nos compren el nuestro, que nos contraten. Y sin embargo, pretendemos hacerlo. Aunque nuestros precios, nuestra calidad o nuestras prestaciones no satisfagan sus necesidades.

Después pasa lo que pasa, que no entra ni Dios en la tienda y los productos se quedan en las estanterías, cada vez más obsoletos. Y entonces, ¿de quién es la culpa? ¿del tendero o del que no compra? La respuesta acaba de publicarla el INE.

26 comentarios:

José Miguel Ridao dijo...

Es demagogia, reconócelo, la cosa no es tan simple como la pintas, los trabajadores no son zapatos a la venta en las tiendas de chinos. Vale que tenemos un mercado laboral muy rígido, pero de ahí a aplicarle las teorías de Salma (digo, Friedrich) Hayeck va un abismo abismal. Anda, que como te lea Rajoy te cierra el blog, o el FBI mismo, so liberal, que eres un liberal...

¡Toma castañazo!

Er Tato dijo...

Hombre, Ridao, podía haber sido más académico, más profesional, haber enlazado estudios econométricos y empíricos, que los hay, pero esto es una taberna, criatura de de Dios. ;-)

Claro, que algunos economistas, cuando comprueban que las cosas se pueden explicar sin tanto palabro, se sienten ofendidos y piensan que para qué han estudiado tanto si después viene cualquier liberal de pacotilla y explica las cosas en un plis plas. ;-P

Dices que la cosa no es tan simple, pero desgraciadamente sí lo es. Si yo decido ser doctor en historia del arte, consciente de la demanda existente en el mercado de trabajo de esos profesionales, ¿no es previsible que tenga altas probabilidades de quedarme en el paro o de terminar en un trabajo de poca cualificación en otro sector? Y sin embargo, nos rasgaremos las vestiduras gritando que cómo todo un doctor puede acabar sirviendo pizzas -con todos mis respetos para los que sirven pizzas-, que el modelo no funciona y que el capitalismo es una mierda, pero nadie dirá que la responsabilidad es de quien, en el uso de su libertad, decidió estudiar Hª del Arte. ¿Podemos obligar a alguien a que arriesgue su dinero contratando los servicios de trabajadores que no le sirven para fabricar o prestar sus servicios? Pues si no es una empresa pública, me da en la nariz que no.

Vienen tiempos, si es que no están aquí ya, en los que el trabajo para toda la vida -excepción hecha de los afortunados funcionarios, y sólo de momento-, se acaba. Eso de obligar al comprador a entrar en la tienda y comprar lo que no desea al precio que no desea, no funciona. A la vista está.

No se trata de lo que tú o yo pensemos, es que la realidad es muy tozuda. Claro, que siempre nos quedará Keynes, cariño...

Un abrazo sin lengua

P.S.: Por cierto, me da la sensación de que no has terminado de entender la entrada. No estaba criticando la rigidez de nuestro mercado laboral, que sin duda lo es, estaba criticando la actitud de muchos de los trabajadores que están en el paro, y también de los que no lo están, pero están bien resguardaditos tras su antigüedad en la empresa. Y venga, ahora que me lluevan con rqzón esos castañazos por haber nombrado a la bicha y haberme atrevido a ensañarme con quienes ya tienen suficiente desgracia con estar en el paro.

veridiana dijo...

Hoy mucha gente trabaja en lo que puede, no en lo que quiere,y está muy bien cualificado.

Creo que no es comparable lo que expones,y un comerciante que se arriesga, siempre tendrá "su público" más poderoso o menos según su oferta o lugar.

Un beso.

José Miguel Ridao dijo...

Hombre, con lo que dices ahora sí que estoy de acuerdo, pero no es lo mismo que dices en la entrada, o lo que yo he interpretado, al menos. En cualquier caso, sigo pensando que la cosa non es tan simple: cuando un universitario comienza una carrera no sabe con seguridad cómo estará el mercado cuando se acabe, como pasó con los telecos, ¿no? Entonces deberá venderse barato, ¡si es que hay alguien interesado en comprarle! Los zapatos pasados de moda se pueden liquidar en las rebajas, y en última instancia se destruyen, se asumen las pérdidas y a tomar por saco, pero un trabajador es otra cosa, tiene su corazoncito, tiene que comer y todo eso.

¿Ti da cuén, que argumentos tan sagaces, fundamentados y contundentes?

Un abrazo, aunque se me haya soltado la lengua.

Er Tato dijo...

Claro que hay mucha gente trabajando en lo que puede, Veridiana. Lo triste es que hayan hecho un esfuerzo importante en estar muy cualificados para hacer un trabajo que no existe. ¿Quién es el responsable -no digo culpable-, de eso?

Y mujer, lo del comerciante es un símil, pero por lo que le estoy leyendo a Ridao, no parece haber sido muy acertado. ;-)

Más besos

Er Tato dijo...

Vamos a ver, poeta, si en la entrada no he dicho lo que quería decir, ¿qué es lo que coño he dicho? ;-P

Y no digo que sea simple la solución, lo que digo que es simple es el diagnóstico.

¿Teleco, dices? Oui, c'est moi... Y en efecto, cuando yo terminé, el teleco más mediocre era un Dios en el mercado de trabajo. Ahora no. Dices, ¿entonces deberá venderse barato? Y yo te respondo ¿tiene otra alternativa si nadie lo quiere contratar porque la oferta de telecos -en mi época sólo se podía estudiar en Madrid-, ha aumentado espectacularmente, y porque actualmente los precios de los productos y servicios de telecomunicaciones han bajado radicalmente desde los años 80, cuando yo empecé, hasta ahora?

Porque claro, todo esto es muy bonito, ¿pero tú estás dispuesto a seguir pagando más de 1,5 millones de pesetas que costaba un PC cuando yo empecé -con un triste disco duro de 10 MB, 640 K de memoria y una capacidad de proceso que ahora te causaría risa-, para que los telecos sigamos conservando los altos salarios relativos que percibían -percibíamos- por aquél entonces? ¿o a pagar más de 1.000 euros al mes por una línea de datos de 250K que se caía cada dos por tres, en lugar de 25 euros por una línea de 20 MB? Pues eso, que los consumidores somo protagonistas absolutos de todo este tipo de evoluciones porque, legítimamente, aspiramos a comprar bueno, bonito y barato.

Si un empresario tiene que adaptar sus productos y sus servicios a lo que demanda el mercado o cerrar, un trabajador tiene que adaptar sus capacidades a lo que demandan los empresarios, o quedarse en el paro. O convertirse en empresario. Eso es lo que pretendía decir sin demasiado éxito por lo visto.

Un abrazo, deslenguado

José Miguel Ridao dijo...

Pero esa adaptación es difícil, en algunos casos imposible: ¿que hace un trabajador de astilleros si le cierran en tinglado y tiene 45 años? Los telecos todavía pueden bandearse, al estar cualificados.

Vale como diagnóstico, pero con esas comparaciones no vales para político (suerte la tuya).

Oye, está bien esto, nos habíamos amariconado una mijita últimamente.

Er Tato dijo...

¿Imposible dices? No estoy de acuerdo. Que requiere un esfuerzo importante del interesado, sí, pero imposible no. Añades que para el teleco es más fácil, ¡claro, como que ha dedicado muchos años de su vida a formarse sin obtener ingresos, incluso pagando, para estar más cualificado, mientras que el de astilleros no lo ha hecho!

Además, los sectores en dificultades se ven venir de lejos, no se producen de un día para otro. ¿Qué ha estado haciendo ese trabajador de astilleros con su tiempo libre desde que vio venir el cotarro hasta que se quedó en el paro? Porque hay muchos trabajadores en activo que dedican parte de su ocio a estar al loro, reciclarse, formarse, etc... Pero claro, es más fácil que el Estado -o sea, esos trabajadores que se curran lo de mantenerse al día para seguir estando en el mercado-, pague la reconversión de ese sector que ha dejado de ser competitivo, entre otras razones porque los incrementos salariales de esos sectores no han ido acompasados con los incrementos de productividad de los trabajadores. Por ejemplo, la evolución de los salarios y condiciones laborales del convenio colectivo de sidero en Cádiz, una de las provincias con más paro del país, es para echarle de comer aparte.

Si quieres más leña, ya sabes. ;-P

Otro abrazo, lenguaraz

P.s. Y gracias por el piropo

José Miguel Ridao dijo...

No lo niego, hay muchos abusos en los convenios colectivos, todo depende de quién tenga la sartén por el mango, pero no hay que olvidar que se trata de un mercado muy especial. Si no hubiera ningún tipo de intervención, que es lo que tú propones, habría un desequilibrio evidente a favor del empresario. No es un mercado perfecto en absoluto, ni lo será, eso lo sabe hasta un teleco ;-)))))) Hay que intervenir de alguna manera. Estoy de acuerdo con que lo de ahora es de locos, pero de ahí al terrorismo liberal que nos pintas...

¡BUUUUM!

Er Tato dijo...

¿Terrorismo liberal? ¡A que te meto...!

La verdad es que no esperaba demasiados argumentos de un keynesiano -que sí, que ya me quedo el premio...-, pero de un poeta esperaba más sensibilidad y menos prosaísmo. ;-P

José Miguel Ridao dijo...

¡Pues tríncamela por ahí mismo!

Bueno, que me voy al curro, que para eso soy funcionario. Voy a dar una clase de Economía que te cagas, adoctrinando a los chavales, diciendo que deben mantenerse los privilegios de los trabajadores obtenidos con sangre, sudor y lágrimas, que vayan a las barricadas y todo eso.

¡Al ataqueerrrrrr!

Er Tato dijo...

Eso, cobarde, huye, y (de)forma a la próxima generación de economistas para que puedan enseñarle economía en un par de tardes al próximo Zapatero...

veridiana dijo...

Sí,es muy deprimente tener dos carreras y trabajar el algo ajeno a tus conocimientos...,si eres joven,puede ser una experiencia si es momentaneo.
Y ya sabemos quienes son los responsables...
Ah! que es fin de semana,invitame a algo fuerte...

Besos

Er Tato dijo...

¿Que te invite a algo fuerte? Pues se me habia ocurrido invitarte a echar un vistazo detallado a la EPA...

Mejor te invito a un buen Jack Daniel's, me pongo yo otro, y charlamos un rato de literatura, o de cine, o de cosas mundanas. ;-)

Besos de fin de semana

veridiana dijo...

Jaja,me quedo con la segunda opción, más interesante,pena que tengamos tanta distancia...
Mira,ayer vi la peli The Artist y me pareció preciosa.

Un beso y feliz tarde.

Juanma dijo...

Pues sí, una cervecita al alimón con er Tato y Ridao debe ser apasionante. Ahí los dos hablando de economía, uf, divertidísimo, tope megaguay total. Oye, a los dos, ¿cuándo quedamos? Pero no para hablar de fútbol y de tías, ¿eh?, eso no, que eso es tela de aburrido y yo para eso ni me muevo del sofá. Yo quedo para hablar de economía pura y dura, que me encanta la idea con una cervecita y unos chochitos...y ahí los tres hablando de sistemas económicos, de historia de la economía. Y ji, ji, ja, ja...¡¡me encanta!!

Abracitos y besitos, a los dos.

Posdata: ah, y si ya uno de me habla de los secretos de la informática y el otro de las virtudes inacabables del libro electrónico, vamos, que os como a besos allí mismo. Donde nos coja...

Er Tato dijo...

Oye, Ridao, que el Juanma se nos ha amariconao. ¿Quedar para hablar de economía y no de tías? ¿abracitos y besitos allí mismo, donde nos coja? ¡Osú, osú, osú...que decía mi abuelo!

Bueno Ridao, primera queda tú con él y, si eso, ya me cuentas...

¡Echa pallá...!

P.S.: Yo, si no hay tías, no quedo.

No cogé ventaja, ¡miarma! dijo...

Esta taberna se está convirtiendo en un nido de mamones, perdón Viridiana, mamonas. Eleváis tanto el nivel que ahora, un pobre y simple obrero como yo, no puede tocar bola.
Yo no soy capaz de explicar mi teoría con letras, pero con palabras sí sería capaz de defender el papel de los trabajadores incluso desde el pensamiento, cada día más, liberal que me reconozco.
Yo no llegaría al mariconeo del Juanma, en eso tienes razón Tato, pero si queréis yo pago la cervecita y las avellanitas -lo de los chochitos suena muy machista e improcedente.
Un saludo para todos desde una distancia prudencial, que aquí te cuelgan el sambenito de moña rapidamente.

Er Tato dijo...

Hombre, yo prefiero los chochitos, Rafael, pero vamos, que tienes razón, que hay mucho mamoneo por aquí... ;-)

En cuanto a lo que dices de defender el papel de los trabajadores, pero en el sentido literal del término, ¿dónde hay que firmar?

Un abrazo

Panduro dijo...

La culpa no sé de quién será, pero los responsables subsidiarios están claros.

Saludos

Er Tato dijo...

Clarísimos, Panduro. Ya sabes, unos subsidiarios y otros subsidiados...

Saludos

José Miguel Ridao dijo...

Joder, me paso por aquí y me encuentro con el Juanma soltando aceite con la economía. Lo único que le salva es la cervecita, y no digamos los chochitos, pero a ver quién los paga, con la que está cayendo. Que traiga uno Juanma y otro Rafael, y ya nos encargamos Tato y yo de dar cuenta. Tato: que dice éste que es un simple obrero. Y liberal. ¿Tú cómo lo ves?

Que sepas que me estoy leyendo a Hayek sólo para criticarle.

Un abrazo a todos.

Er Tato dijo...

Eso, eso, Ridao y yo nos encargamos de los chochitos y vosotros os coméis las avellanitas.

Y Ridao, no seas antiguo, si un comunista tiene fondos de inversión y depósitos a plazo, ¿por qué no se puede ser obrero y liberal, hombre?

Lee, lee, que a lo mejor todavía tienes solución. Es la ventaja de Keynes, que no hay que leerlo para criticarlo, con ver sus resultados tenemos bastante... ;-P

Abrazos

Juanma dijo...

Para una vez que quiero pasar una velada en la intimidad, e íntima, con dos economistas que me ponen...

Ay, cuánta incomprensión en el mundo...será la crisis.

Juan Carlos Garrido dijo...

No te falta razón, Tato, pero nos enfrentamos a una verdadera tragedia social, y ni el gobierno ni siquiera unos diletantes como nosotros podemos conformarnos con decirles "Os habéis equivocado", aunque sea así.

Saludos.

Er Tato dijo...

En efecto, Juan Carlos, nos enfrentamos a una verdadera tragedia social, o mejor dicho, ya estamos inmersos en ella y empeorando.

Y también tienes razón en que no nos debemos conformar sólo con decirles que se han equivocado, que se siguen equivocando, pero ¿qué otra cosa podemos hacer?

Hace unos días, un familiar me decía que la empresa en la que trabaja, una pyme familiar, está pasando dificultades y que le ha planteado trasladarlo a otra provincia cercana para intentar abrir allí mercado y no tener que despedir a nadie. Quería consultarme cuál sería la indemnización si se negaba al traslado y si le quedaría paro. Yo no quise hacer leña del asunto y me limité a informarle y preguntarle -una pregunta retórica que me temo que no captó-, si estaba seguro de que era una buena idea quedarse en el paro. Ésa, además de muchas otras cuestiones, es la actitud que nos ha traído hasta aquí.

Saludos