martes, 12 de enero de 2010

(In)diferencia: perversión de la igualdad

Cuando el bienestar material dependía del azar, de haber nacido en una familia acomodada, de la cuna en definitiva, el humilde pedía a gritos, si no igualdad de resultados, al menos una igualdad de partida, una igualdad razonable de oportunidades. Era, es, una cuestión de justicia, de decencia, de respeto por el ser humano.

Hoy, conseguida en buena medida esa igualdad de oportunidades, asumida de buen grado por la mayoría la carga que ésta supone, y convertida perversa y artificialmente en un derecho natural sin necesidad de contrapartida, aquélla, considerada ya insuficiente, ha mutado a la exigencia de una igualdad de resultados. Así, nuestros políticos, tan eficientes en la labor de darle al pueblo lo que quiere -ese pan y circo tan antiguo como la Roma imperial, trasfondo de su decadencia, ¿les suena?-, aunque no sea lo que el pueblo necesite, pusieron manos a la obra. Y aunque igualar por arriba en el esfuerzo, en el trabajo, en la brillantez, tiene indudables compensaciones, es provisionalmente ingrato y muy cansado. Entonces, ¿para qué sudar por algo que puede conseguirse fácilmente votando a los gobernantes adecuados? Cierto es que el asunto no da para vivir como un marajá, pero el conformismo suele ser un rasgo que convive pacíficamente con la falta de exigencia personal, y a caballo regalado...

Sin embargo, eso no es lo peor. Nos venden que la igualdad de resultados es el súmmum de la justicia social. Y lo compramos. Olvidan recordarnos que sólo es posible imponerla rebajando la exigencia a los más brillantes, a los más trabajadores, a los más dispuestos, para que sus resultados puedan ser alcanzados por los más vagos. Igualar por debajo. Ocultan la perversión que supone un sistema aparentemente beneficioso para los más humildes, pero a los que condenan a seguir siéndolo vaciando de valor el único instrumento que tienen para prosperar en un escenario de igualdad de oportunidades: su esfuerzo personal. Y mientras, permanecen las desigualdades entre ricos y pobres. Aquéllos, no necesitan esforzarse para conservar su bienestar. Y éstos, no tienen motivos para esforzarse porque consiguen el mismo sucedáneo de bienestar que quienes no lo hacen.


12 comentarios:

Karol_a dijo...

Bueno pues así parece Tato, no sé como lo hacen que siempre se buscan las formas de no ser replicados o quizá sea el marasmo al que nos estamos acostumbrando y a ellos les viene que ni pintado...
Summum ius, summa iniuria es un aforismo latino que alude al peligro de que el rigor legalista resulte en injusticia...
se puede hacer algo contra eso no?
Supongo que tú sabes más y quizá me lo expliques. :)

JESUS FIDELIS dijo...

Buena reflexión, la igualdad mal entendida (está claro que estos políticos, son confusos cuando menos), es la mayor de las injusticias, sobre todo para aquel que se esfuerza y busca sus metas.
No solo se crea un sistema injusto, sino además un sistema que se encamina a un callejón sin salida.

Juan Antonio González Romano dijo...

Esta situación la llevamos sufriendo en el sistema educativo desde que malnació la LOGSE. Y no parece que haya nadie dispuesto a solucionarlo. Los buenos alumnos existen, claro, pero cada vez es más difícil sacar de ellos el partido que se debería, porque la igualación por abajo es un hecho. Ante la inutilidad, la medianía es suficiente para que los brillantes prosperen, y se impone la ley del mínimo esfuerzo. Y así nos va. Y, ay, nos irá...
Un abrazo,Tato.

Juanma dijo...

Sí señor, con todas las letras mi querido Tato.
Todo es falso, nace de una falsedad y hacia otra falsedad llega.
Sin embargo, los lenguajes políticamente correctos (y bien alimentados) atacarían profundamente estas palabras tuyas. Es lo que tiene la mediocridad reinante.

Un fuerte abrazo.

Juanma dijo...

He escrito "es lo que tiene" e inmediatamente me arrepiento y rectifico. Léase, por favor, "son las consecuencias de la mediocridad reinante". Manías. O no tanto.

Cita Franco dijo...

Y "nuestro políticos " se dan palmaditas en las espalda (igualando por lo bajo, claro)

Cierto es, nosotros aceptamos, lo compramos.

Besos Tato

Cita

El alegre "opinador" dijo...

Tato.
Esa es "mísmamente" la Caja de Pandora... Y tú como siempre abriéndola para que echemos un vistazo.
¿Cómo podemos esperar de unos políticos mediocres, torpes, ineptos y grises, que se afanan por mantener la poltrona a cualquier precio, que estructuren un sistema en el que cada cual alcanzase su máximo posible? ¿No nos damos cuenta de que en cinco minutos alguna persona formada pensaría que podía quitarse de en medio a esos políticos inútiles?
Un fuerte abrazo.

Capitán dijo...

Recuerdo una parábola de las monedas que ...

mangeles dijo...

¿Igualdad de resultados?...¿cómo es eso?...

Veamos, yo soy capaz de , estudiar, escribir y montar, más demandas, recursos, denuncias, que mis compañeros...pero...mis jefes no pueden rematar esas escritos, a la velocidad que yo los monto...por lo cual, se les acumulan...¿Que sentido tiene que yo los monte tan rápido, si mi compañera si sabe montarlos al ritmo que ellos pueden resolver?.

ES decir, que al final los resultados son los mismos.

Para el sistema educativo, un profesor o maestro se valora por los resultados de aprobados...pero aprobar no significa tener conocimientos, saber, o ser capaces de penar. Hay profesores que no logran que sus alumnos aprueben, pero infunden tal cantidad de conocimientos y de entusiasmo en algunos de sus alumnos (los más brillantes), que deben ser considerados como grandes profesores.

Yo creo que hay que tener "ponderación" (palabrota rara) en nuestro entorno, para intentar valorar las cosas desde muchos puntos de vista. Es lo más justo.


Besos,Tato...

No cogé ventaja, ¡miarma! dijo...

Leyendo el comentario de Juan Antonio González, y recordando tu entrada de hace unos días referente a la enseñanza creo que estamos delante del mismo toro.
Por cierto, hasta anoche no pude ver el video que colgaste, extremecedor aunque es verdad que algo demagógico como bien lo calificabas.
Un abrazo

Er Tato dijo...

Bueno, Karol_a, la solución no es fácil a estas alturas, pero en la entrada se intuyen algunas pciones.

Exacto, Jesús. Magnífica capacidad de síntesis. Yo me he enrollado un poco más porque si no, la entrada se me queda en nada. ;-)

Sí, querido profe, así nos va. Si al menos el sistema no estropeara a los buenos -que como bien dices, haberlos haylos-, aún habría esperanza, pero a esas edades sería injuso pedir a los chavales más responsabilidad y sensatez que la que mostramos los adultos.

Que se atrevan a atacarlas sin argumentos, Juanma, que aquí estoy para batirme en duelo. ;-) Y si vienen con argumentos, nos sentaremos con un par de copas a discutirlos junto a la barra.

Es difícil enfrentarse al sistema, Cita. Como ya he dicho en muchas ocasiones en esta taberna y en comentarios en otros blog amigos, mantenerse firme ante tu hijo cuando te reprocha que otros padres son mucho más tolerantes -su concepto de tolerancia, claro- que tú, no es nada fácil. Al final terminamos comprando, aunque yo todavía resisto. ;-)

Es que me gusta tocar los bajos, alegre opinador ;-). De todas formas, la formación de los ciudadanos es condición necesaria pero no suficiente para que un pueblo tenga buenos gobernantes. También hace falta compromiso, denuncia, espíritu crítico. Y si de formación andamos mal, no te digo nada de lo demás.

Bien traída la parábola de los talentos, mi Capitán. Siempre al acecho.

Me temo, querida Mangeles, que en tu caso no he conseguido explicarme. La parábola a la que hace referencia el Capitán y los comentarios de algunos parroquianos quizás te lo aclaren un poco más. Pero tienes razón en una cosa -y te cito-, hoy en día, aprobar no significa tener conocimientos, saber o ser capaces de pensar. Se ha bajado tanto el nivel y la exigencia para que todos aprueben, persiguiendo la igualdad en el resultado -el resultado es aprobar-, que se han igualado a todos en la mediocridad. El capaz se limita a rascarse la barriga porque aprueba sin esfuerzo, el mediano se rasca media barriga y el menos capacitado -y no sólo me refiero a capacidad intelecutal, sino también y sobre todo a capacidad de trabajo y sacrificio-, termina aprobando aunque sea por pesado.

Sí Rafael, estamos pero los aspectos demagógicos del video no invalidan la cuestión de fondo.

Muchas gracias por vuestras aportaciones.

Besos y abrazos a discreción

Zapateiro dijo...

El gran Silvio vale para todo y ya lo dijo:

"Somos víctimas propicias
de una antigua maldición:
hemos de ganar el pan
con el propio sudor,
menos mal que aquí en Sevilla
la vida tengo ganada
porque con tanto calor
sudo aunque no hatga nada".