lunes, 25 de febrero de 2008

Cuento: La cuesta de Febrero

Me había propuesto hacerlo al menos una vez al mes, pero últimamente me resulta imposible. En la cama, en el sofá, en el ascensor, en la ducha.... No hay forma. Empiezo y me quedo a medias. Uno tiene su reputación y no se trata de hacerlo de cualquier manera. Es curioso, porque al principio lo hacía varias veces al mes. Y cada vez mejor si hemos de hacer caso de los halagos recibidos. Nunca se está seguro de si son o no merecidos, pero retirados el parapeto del pudor y la falsa modestia, a solas con el espejo, se dice uno ¡eres bueno, macho! Después, pasados esos breves momentos de egorrachera, despiertas con dolor de orgullo y asumes con humildad que hay otros que la tienen más grande. Y a veces, también más dura.

Pero no es momento de glosar viejas batallas coloreadas por la memoria. Se acaba el tiempo. Poco a poco, casi sin percatarme, la realidad estranguló a la imaginación. Ahogada por el mes a mes y el frío del invierno. Espero que el sereno alboroto de la primavera excite de nuevo la libido y su apetito inquieto espolee el estómago de barbilla para arriba. Y de cintura para abajo, que también mis pies añoran caminos nuevos. A punto de doblar la esquina de este mes, que nos regala un día más de vida con las sobras del tiempo invivido de otros años-¡qué ingenuidad!-, y aquí estoy. No he cumplido mi propósito. Todavía. El cuento de Febrero aún no ha sido escrito. Ni siquiera imaginado. Aunque bien podría comenzar con un "Me había propuesto hacerlo al menos una vez al mes....."


2 comentarios:

Juan Antonio González Romano dijo...

Si estamos hablando de cuentos (literarios), hacerlo una vez al mes y hacerlo bien, tiene mucho mérito. Si hablamos de otros cuentos, la cuenta se me antoja corta. Eso sí, siempre hay donde consolarse: acordémonos de aquel que prefería la navidad a hacer el amor, porque la navidad era más a menudo...
Buen post, Tato.

el aguaó dijo...

Pues a mí me ha gustado. La verdad es que ya echaba de menos algún que otro cuento, por eso es conveniente que espolees la montura de tu imaginación lo antes posible, para saciar nuestra sed narrativa.

Un fuerte abrazo querido Tato.