Según me cuenta mi hijo, el sistema de evaluación va a cambiar en su instituto a partir del próximo trimestre. Al parecer, el peso de la nota de examen será del 51% y el del comportamiento, aplicación del alumno en los trabajos de clase y, en fin, toda esa parafernalia de la falsa evaluación continua, un 49%.
Reconozco que no me ha dado tiempo aún de informarme exhaustivamente, pero lo haré. Mientras tanto, aun a riesgo de meter la pata si el asunto no es exactamente así, no me resisto a dar mi opinión como si realmente lo fuera.
Todos los que nos hemos tenido que enfrentar a pruebas objetivas que midan nuestros conocimientos sobre determinadas materias, sabemos que en ocasiones un suspenso no representa desconocimiento, ni un aprobado suficiencia en el dominio de la materia en cuestión. Pero también sabemos que más allá de un examen mal elaborado (preguntas-trampa que buscan el suspenso general para incrementar un absurdo prestigio docente, preguntas sobre cuestiones accesorias para "pillar" al alumno obviando lo fundamental.....) o de un día de mala suerte, hoy por hoy, el único sistema objetivo para evaluar los conocimientos de los alumnos es el examen de toda la vida.
Implantar un sistema que evalúe el aprendizaje, que no otra cosa es un examen, en el que si eres un buen chico y haces los deberes en casa (o te los hacen) es suficiente para aprobar y pasar de curso, no es más que una nueva vuelta de tuerca al ya de por si deteriorado sistema de enseñanza.
Sacando un dos en el examen y no haciendo el cafre en clase, puedes superar todas las asignaturas sin problemas. El aprobado general está garantizado. Los informes que miden el fracaso escolar por el número de repetidores van a arrojar resultados espectaculares. La escasa motivación que aún conservan algunos alumnos para hincar los codos saldrá por la ventana mientras la ignorancia entra por la puerta.
Y si alguien tiene la tentación de intentar convencerme de las ventajas del sistema de evaluación continua frente al sistema basado en el examen, le diré que se ahorre el esfuerzo. No tiene que convencerme de que un sistema en el que fuera posible evaluar diariamente la evolución de los conocimientos y el trabajo de todos los alumnos sacándolos a la pizarra, debatiendo los temas en clase o examinando con profundidad los trabajos de casa, convertiría el examen en un elemento de evaluación accesorio y secundario. Claro que eso implicaría aulas de no más de diez alumnos, menos vacaciones y más horas lectivas. Pretender aplicar la evaluación continua en un sistema que ni siquiera es capaz de realizar adaptaciones curriculares efectivas a alumnos con dificultades o con capacidades extras, es escupir hacia arriba y quedarse mirando con una estúpida sonrisa cómo nos cae el escupitajo en un ojo.
No quisiera caer en apriorismos injustos. Hasta estoy dispuesto a hacer el esfuerzo de creer que a nuestros políticos les guía la buena fe y no el deseo de que la ignorancia e incultura de sus gobernados incremente su poder sobre estos. Pero no me lo pongan tan difícil.
9 comentarios:
No estoy de acuerdo con la reforma. No creo que la solución esté en equilibrar el comportamiento con el conocimiento. Tampoco estoy de acuerdo que un niño digno de vivir en las cavernas trogloditas y con altas capacidades de movilización gamberril, ponga en jaque a un profesor y salga de rositas con su sobresaliente bajo el brazo.
Evidentemente, el comportamiento de los alumnos siempre ha sido un punto a tener en cuenta, pero de ahí a valorarlo en un 49% va un tirón... pero tan largo como el que hacen las madres del Cerro los Martes Santos.
Hay que tener en cuenta el comportamiento y educación del alumno, pero no ponerlo a la altura de su inteligencia. Se debe valorar el examen.
Un fuerte abrazo querido Tato.
En este tema estamos de acuerdo. Y también con lo que dice el Aguaó de los trogloditas, que una cosa no quita la otra. Pero no puede ser que un alumno que se ha trabajado un examen obtenga el mismo resultado que uno que se ha limitado a "ser bueno".
De todas formas, en menor medida, esto ya existía antes. El Aguaó puede confirmar que alumnos de 9 y otros de 6 veían como al final de curso compartían un notable.
Si el chaval que se esfuerza ve que obtiene el mismo resultado que el que se toca el níspero, el primero dejará de esforzarse. Eso es de cajón.
Yo, en mi maldad, no me creo la buena fe de los políticos. A estos sólo les guía que a la hora de las estadísticas haya muchos aprobados, no que haya muchos formados.
Es mejor la evaluación continua que el examen, pero hoy por hoy es imposible llevar a cabo una evaluación continua como debe de ser. Así que mientras no cambie la situación el examen será la manera menos mala de evaluar al alumno.
Ya me imagino la situación:
- Manolito, ¿cuántos son dos más dos?
- Ilustrísimo Señor Profesor Don Jesús, ¡qué bien hace vuecencia las preguntas! Por cierto, magnífico corte de pelo... y ¿esa camisa?, parece usted un marqués, qué porte, qué presencia, que elegancia.
Le respondo al instante: dos más dos son siete.
- Muy bien Manolito, no te doy el sobresaliente pero has aprobado.
Sumergidos en la comodidad, sentados en el sofa viendo "champìons" y poniendo muecas de preocupación fingida, no arreglamos absolutamente nada. LO he dicho muchas veces y lo reitero, hemos pasado de ser una masa reivindicativa a un amasijo acomodado y manipulado. Por qué para esto no hay manifestaciones?, por que no se le da una bofetada al legislador?, por que esta conformismo?
La forma más efectiva de dar una bofetada al legislador la tenemos el día de meter el papelito en la urna.
Manifestaciones, concentraciones y demás formas de protesta se las pasan por donde amargan los pepinos.
Lo que de verdad les duele a esta casta es quedarse sin coche oficial, ahí es donde hay que darles.
Pero mientras tengamos a millones de personas que a la hora de votar digan: "ya sé que lo están haciendo mal, pero yo cómo voy a votar al facha/rojo (táchese lo que no proceda) ese; para que roben, que roben los míos".
Como diría Metallica: Sad but true.
El día que los políticos vean peligrar su tarjeta Visa y su Audi oficial cambiará la situación.
Pienso que se debe valorar el exámen sobre todas las cosas, como resultado de una preparación individual.
Y vuelvo a lo de siempre, el que de la lata, falte al respeto etc, etc, a su casa.
Sencillamente.
Y tengo un estudiante de 4º de ESO en casa...
Entonces no lo pensaba, pero ahora creo que tuve suerte de estudiar el EGB en la Universidad Laboral de Cheste. Las tutorías en el colegio eran un campo de concentración, pero las clases y los profesores, en el primer año de evaluación continua, me permitieron afrontar el BUP, el COU, la primera selectividad y la facultad con una cultura general que no veo en mi hija a pesar de su excelentes notas.
Aquello se acabó porque decían que era un fábrica de dirigentes franquistas, yo, hijo de un cartero de pueblo, perdí una beca que me permitía terminar la carrera.Tierno Galván fue uno de los que se encargaron del asunto. Aún recuerdo su conferencia en la laboral de Córdoba, en que, para contestar a un compañero de 15 años que veía bien los medios tecnológicos que teníamos para el francés, le dijo que le respondiera después de soltarle un discurso rapidísimo en ese idioma.
El político imbécil no entendía que nos habían enseñado desde niños a pensar y a contestar… o a lo mejor no era tan imbécil. Después dijo aquello de que las promesas electorales están para no cumplirlas, y a todo el mundo le hizo gracia
Yo siempre he dicho que las Universidades Laborales ha sido lo único bueno del franquismo. Estudié BUP y COU en la Universidad Laboral de Sevilla, más tarde llamado Centro de Enseñanzas Integradas, y recuerdo a bastantes compañeros que venían de estudiar la EGB en Cheste. A lo mejor algunos fueron compañeros tuyos.
Buena gente, buenos estudiantes, grandes currantes. El nivel del bachiller y el COU era tal, que en primero de ingeniería, las matemáticas, la física y el dibujo técnico eran "marías" para mí.
Una grata sorpresa descubrir que has sido compañero de fatigas.
Un abrazo
En Cheste, en mi época, estábamos unos seis mil alumnos. Españoles y extranjeros de padres emigrantes, cuando terminábamos la EGB nos repartían por otras laborales más cercanas al domicilio.
Allí no faltaba de nada, desde laboratorios de química, talleres de cerámica, madera, metal a estudios con medios audiovisulaes para estudiar los idiomas. Eran los años 70.
Publicar un comentario