Aquel turista alemán, rojo de sol y de ira, se levantó de la hamaca, puso sus pies sobre la ardiente arena y comenzó a gritar agitando las manos. Ataviados con atuendo playero, la pareja de policías se llevaba detenida a su esposa después de arrancársela literalmente de encima. Con cara de satisfacción, los agentes le miraban y sonreían sin comprender una sola palabra, pero seguros de que los gritos eran realmente insultos para la masajista timadora. El gigante teutón seguía gritando ¡saufkerl, arschloch! No entendía nada. Su mujer, tailandesa, menos aún.
La bóveda de la Catedral de Jaca
Hace 20 horas
4 comentarios:
¿La mujer estaba deshaciendo el entuerto de la timadora? ¿A quién se le ocurre teniendo una mujer tailandesa (que más sabrá) dejarse hacer masajes por una titulada con la etiqueta de Anís del mono para los masajes?
Y encima con la espalda quemada, seguro, como son los guiris..., ja, ja.
Besos
Jeje, valiente chapuza de la policía...
No se si la historia será verdad (un hecho real, como le gusta decir a mi madre) o se trata de ficción, pero con la ley italiana nueva que ha salido para evitar los masajes ilegales está claro que se puede dar en mas de una ocasión...
Muy bueno el relato. Saludos.
Seguridad ciudadana al servicio del turista... lo quiera o no.
Y si le hubiera estado dando un beso, ¿la habrían detenido por prostitución?
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