jueves, 28 de agosto de 2008

Cuento: Vivan las caenas

De un salto y dos zancadas se plantó ante él desde el otro extremo del salón. Puso sus brazos en jarras y se hizo la indignada. O quizás lo estaba. Comenzó a hacerle reproches. Que si en los últimos años se pasaba el día mirándola en silencio con cara de gilipollas. Que si nunca le dirigía la palabra. Que si ahora ni siquiera discutía con ella. Que si ya no le gustaba, con ese enorme trasero que tanto le sedujo el día que decidió invitarla por primera vez a casa. Que si cada dos por tres cambiaba de tema a golpe de mando a distancia y la dejaba con la palabra en la boca.

Angustiado por la situación, tomó una decisión. No estaba dispuesto a soportarla ni un minuto más y la arrojó por la ventana desde el décimo piso. Sin piedad. Después de treinta años, pensó, se merecía algo mejor. Más joven. Más servicial. Más esbelta. Casi anoréxica. ¡Cómo cambian los gustos con la edad! Ahora vive feliz con su nueva TV de plasma de 50” HD Ready con TDT actualizable por antena, cuatro HDMI y trescientos canales vía satélite. Ya nunca sale de casa.


4 comentarios:

Anónimo dijo...

Zuzto!
Ah! pues haber escogido muerte!

Anónimo dijo...

Vaya con la violencia de género televisiva.
Miraría antes por la ventana ¿no? ja, ja.
Muy bueno, Tato.

Anónimo dijo...

Querido tabenero:

La frase final, por su duro realismo, pesa como una losa.

Un beso

Anónimo dijo...

¡Hola!: ¿Se puede entrar?, muchas gracias.

Me río, por no llorar. ¿Es usted adivino?, no voy a echarle la culpa a nadie, PERO, no sé porqué, el ordenador heradado de mis hijos/a, desde hace quince días, "lo eliminaron". NO ESTOY DE VACACIONES.

Soy Pasión.
Con muchos sacrificios he comprado otra TORRE. Espero que los otros ORDENADORES, sobre todo los sevillanos, se pongan las pilas.

Muchas gracias y hasta otra.