No hay quien pueda con el dichoso discursito de que la causa última de la crisis financiera internacional ha sido la falta de regulación de los mercados financieros, el neoliberalismo imperante, el libre mercado...
Quienes inundaron el mercado de hipotecas basura en EEUU, Fannie Mae y Freddie Mac, eran instituciones financieras estatales con instrucciones precisas de los distintos gobiernos, republicanos y demócratas, de que concedieran créditos hipotecarios a espuertas sin el menor rigor. Unos créditos que jamás se hubieran concedido con criterios de libre mercado o, como gusta ahora decir confundiendo churras con merinas, en un mercado desregulado, y que debidamente empaquetadas con el lacito de la garantía que aparentemente ofrece el Estado, intoxicaron a bancos de inversión -¿recuerdan a Lehman Brother?-, y se extendieron por el mundo. ¿Les suenan a ustedes las Cajas de Ahorro españolas gestionadas con criterios políticos y nuestras subprime typical spanish? ¿Es eso libre mercado?
Quienes decidieron, y siguen decidiendo, el tipo de interés y la cantidad de dinero en circulación -los bajos tipos y el exceso de liquidez que alimentaron la burbuja inmobiliaria desde finales de los años 90-, fueron, y son, los bancos centrales, creados y dirigidos por los gobiernos. ¿Recuerdan cómo espoleaba Krugman allá por 2002 a Alan Greenspan -...Alan Greenspan needs to create a housing bubble to replace the Nasdaq bubble-, para crear una burbuja inmobiliaria? ¿Es eso falta de regulación y neoliberlismo?
Quienes llevan algunos siglos permitiendo conscientemente que los bancos creen dinero de la nada, fomentando un crecimiento insano basado en el crédito desmesurado y no en el ahorro real, son los Estados, necesitados de que esos mismos bancos les compren la deuda pública que refinancian una y otra vez en una especie de estafa piramidal para pagar un Estado del Bienestar insostenible. ¿Es eso libre mercado y desregulación?
Pero, refractarios a la evidencia y a los datos objetivos, la progresía de salón sigue diciendo cosas como éstas.
No sé si se trata de una convicción real o aparente, de un discurso tan interiorizado que forma ya parte de su fe o de una impostura para legitimar ese discurso populista y facilón, pero lo que sí sé es que no vamos a salir de ésta con más de lo mismo. Y a los hechos me remito. Más Estado para reconstruir lo que tanto Estado ha destruido no puede ser la solución. No va a ser la solución. No está siendo la solución. El Estado sólo debe intervenir para garantizar el libre mercado, la igualdad de oportunidades en su más amplio sentido y las libertades individuales. Cuando el Estado intenta poner puertas al campo sustituyendo al mercado, sólo crea injusticia, ineficiencia, derroche y, lo que es peor, se le terminan escapando por entre los dedos restos embrutecidos de libre mercado viciado y vicioso -¿qué si no son los mercados negros, la corrupción, el tráfico de influencias, la economía sumergida o la especulación salvaje?-, como una espita que evita que la olla termine de reventar.
Y todo esto que digo se podrá discutir, se podrá cuestionar, se podrá debatir, pero que sea desde la honestidad intelectual. Lo que ahora estamos sufriendo no es el resultado del libre mercado ni del neoliberalismo, sea lo que sea que quiera decir esto último. Al menos no neguemos la evidencia ni la historia, no nos hagamos trampas en el solitario. Como ya dijo el maestro Antonio Machado, el ojo que ves no es ojo porque tú lo veas, es ojo porque te ve.
Quienes inundaron el mercado de hipotecas basura en EEUU, Fannie Mae y Freddie Mac, eran instituciones financieras estatales con instrucciones precisas de los distintos gobiernos, republicanos y demócratas, de que concedieran créditos hipotecarios a espuertas sin el menor rigor. Unos créditos que jamás se hubieran concedido con criterios de libre mercado o, como gusta ahora decir confundiendo churras con merinas, en un mercado desregulado, y que debidamente empaquetadas con el lacito de la garantía que aparentemente ofrece el Estado, intoxicaron a bancos de inversión -¿recuerdan a Lehman Brother?-, y se extendieron por el mundo. ¿Les suenan a ustedes las Cajas de Ahorro españolas gestionadas con criterios políticos y nuestras subprime typical spanish? ¿Es eso libre mercado?
Quienes decidieron, y siguen decidiendo, el tipo de interés y la cantidad de dinero en circulación -los bajos tipos y el exceso de liquidez que alimentaron la burbuja inmobiliaria desde finales de los años 90-, fueron, y son, los bancos centrales, creados y dirigidos por los gobiernos. ¿Recuerdan cómo espoleaba Krugman allá por 2002 a Alan Greenspan -...Alan Greenspan needs to create a housing bubble to replace the Nasdaq bubble-, para crear una burbuja inmobiliaria? ¿Es eso falta de regulación y neoliberlismo?
Quienes llevan algunos siglos permitiendo conscientemente que los bancos creen dinero de la nada, fomentando un crecimiento insano basado en el crédito desmesurado y no en el ahorro real, son los Estados, necesitados de que esos mismos bancos les compren la deuda pública que refinancian una y otra vez en una especie de estafa piramidal para pagar un Estado del Bienestar insostenible. ¿Es eso libre mercado y desregulación?
Pero, refractarios a la evidencia y a los datos objetivos, la progresía de salón sigue diciendo cosas como éstas.
No sé si se trata de una convicción real o aparente, de un discurso tan interiorizado que forma ya parte de su fe o de una impostura para legitimar ese discurso populista y facilón, pero lo que sí sé es que no vamos a salir de ésta con más de lo mismo. Y a los hechos me remito. Más Estado para reconstruir lo que tanto Estado ha destruido no puede ser la solución. No va a ser la solución. No está siendo la solución. El Estado sólo debe intervenir para garantizar el libre mercado, la igualdad de oportunidades en su más amplio sentido y las libertades individuales. Cuando el Estado intenta poner puertas al campo sustituyendo al mercado, sólo crea injusticia, ineficiencia, derroche y, lo que es peor, se le terminan escapando por entre los dedos restos embrutecidos de libre mercado viciado y vicioso -¿qué si no son los mercados negros, la corrupción, el tráfico de influencias, la economía sumergida o la especulación salvaje?-, como una espita que evita que la olla termine de reventar.
Y todo esto que digo se podrá discutir, se podrá cuestionar, se podrá debatir, pero que sea desde la honestidad intelectual. Lo que ahora estamos sufriendo no es el resultado del libre mercado ni del neoliberalismo, sea lo que sea que quiera decir esto último. Al menos no neguemos la evidencia ni la historia, no nos hagamos trampas en el solitario. Como ya dijo el maestro Antonio Machado, el ojo que ves no es ojo porque tú lo veas, es ojo porque te ve.
4 comentarios:
A ver si lo he entendido. Dices que:
a)Básicamente todo es culpa de los Gobiernos.
b)Los Gobiernos tienen la culpa de todo, básicamente.
c)Pá listo yo. Básicamente, claro.
Por lo tanto, esa clase financiera que ha asaltado, asalta, y lo seguirá haciendo, a mano armada, las empresas que le han sido confiadas, son, básicamente, inocentes de este desaguisado.
Oye Tato, tú no te ganarás la vida de asesor, o de consejero,
¿verdad? Y mira que temo que hasta tendrá un puesto de mediana responsabilidad. ¡Ojalá nadíe tenga que aprender de tus enseñanzas!
Es de risa nerviosa(para llorar, vamos)tu lectura de los motivos de la crisis y sus protagonistas.
¡Y te creerás listo!
Pues no, no lo has entendido. ;-)
Saludos
Tato, primero declaro mi total ignorancia en cuestiones económicas, por eso me gusta leerte y por eso agradezco tanto las entradas más largas y explicativas, porque cuando solo colocas un enlace y un comentario breve suelo tener la sensación de que me pierdo algo.
En segundo lugar, creo que en esta más o menos sigo tu hilo y, dentro de la ignorancia antes dicha, estoy de acuerdo con las consecuencias catastróficas del intervencionismo estatal en la crisis inmobiliaria. Con respecto al tema de las cajas de ahorro no hay que ser muy fino para comprender la enorme chapuza que son y han sido (la CAM es un escándalo; pero las nuestras, fundidas ahora en una que se dedica a construir de nuevo la torre de babel para qué vamos a hablar; si añado que su director fue mi vecino cuando aún no era nadie, pues ejemplos de corrupción no por anecdóticos menos sangrantes tengo de primera mano).
Finalmente hay una cuestión en tu entrada que me desasosiega. Hablas de "pagar un Estado del Bienestar insostenible". No cabe duda de que hemos vivido, y vivimos, en el reino del despilfarro, la megalomanía y la demagogia. Que el estado transmite al ciudadano que tiene derecho a todo y ninguna obligación, ahora bien, ¿qué aspectos del estado del bienestar debemos mantener, cuáles son los innegociables? Hablas de igualdad de oportunidades, para mí los tres pilares de la misma son educación, sanidad y justicia. ¿Es posible mantenerlos desde el punto de vista económico?
Perdona el rollo, pero es que te tengo mucha fe. Quiero decir, te tengo por persona informada, seria y honesta en sus opiniones, por eso me interesan.
Un abrazo.
Bueno Elisa, tu comentario requiere un agradecimiento especial. Pimero, por lo extenso. Y segundo, porque intuyo que en estos asuntos te cuesta comentar: lo tuyo es la literatura. Lo de las entradas breves y el enlace lo suelo hacer normalmente cuando el sitio al que enlazo ha expresado mejor que yo lo que yo quería decir. En todo caso, tomo nota de tu queja. ;-)
En cuanto a tu desasosiego -me he acordado de Pessoa al leerte; ¿no has leído su Libro del desasosiego? ¿no? ¿y a qué esperas?-, te diré que estamos absolutamente de acuerdo respecto de los pilares sobre los que debería sustentarse la igualdad de oportunidades. Fíjate que en mi entrada hablo de igualdad de oportunidades en su más amplio sentido, pensando implícitamente en esos res aspectos que mencionas, y que he manifestado alguna que otra vez en la taberna. ¿Es posible mantener esos pilares desde el punto de vista económico? Sin ninguna duda. Esos tres y alguno más, querida Elisa.
Yo creo en el libre mercado como el mejor generador de recursos para sostener a un Estado sano, racional, riguroso, pero también creo que el Estado, además de garantizar la igualad de oportunidades, debe garantizar, que no manipular, las reglas de juego del libre mercado, porque éste es incapaz de sobrevivir de manera espontánea, como ya he comentado en alguna ocasión. Mi querido amigo Ridao dice que soy un liberal un tanto extraño. Puede ser.
Por último, no hay nada que perdonar por el rollo, sólo que agradecer. Ahora, lo de la fe me ha dejado un poco acojonadillo, casi prefiero que discutamos. Bromas aparte, muchas gracias por tu palabras. Seguro que no las merezco, pero lo que sí te puedo asegurar es que siempre soy honesto en mis opiniones y que están bastante curradas -suelen tener muchas horas de estudio, lectura y reflexión a sus espaldas-, lo que no garantiza que estén acertadas, por supuesto.
Un manojo de besos
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