lunes, 17 de octubre de 2011

De cuando el empate es la mayor derrota

Siempre he defendido el derecho de cualquiera a pensar, opinar, defender o argumentar cualquier idea siempre que lo haga pacíficamente. Incluso la idea de que la violencia es un medio adecuado para defender una idea. Uno es así de radical con la libertad ajena porque, en estos asuntos, las medias tintas siempre favorecen la arbitrariedad. Por eso, entre otras razones, la Ley de Partidos me parece tan poco democrática.

Otra cuestión bien distinta es llevar a la práctica esas ideas cuando cercenan de raíz la libertad de los demás. Hoy se reúne en San Sebastián gente que opina que en la disputa entre unos asesinos y un Estado de Derecho no tiene que haber vencedores y vencidos. Y tienen derecho a decirlo. El mismo que tengo yo a defender exactamente lo contrario, con la misma convicción y radicalidad con la que defiendo la libertad de opinión. 

¿Cómo no va a haber vencedores y vencidos? Si no los hubiera es cuando realmente los habría. Y eso sería obsceno, injusto e inmoral.


2 comentarios:

Panduro dijo...

Xacto. Precisamente porque en la libertad está la clave, más incluso que en la paz.

Buenos días.

Er Tato dijo...

Sin duda, Panduro. La ausencia de violencia es una consecuencia del respeto a la libertad, de la obligación del Estado de garanizar la libertad de todos.

Perdona, pero me resisto a llamar paz a la posibilidad de que los asesinos dejen de matar. Aquí no hay ninguna guerra, sólo unos delincuentes que asesinan y extorsionan, y otros que intentan no ser asesinados. Pretender disfrazar la cuestión de conflicto político es sólo enanismo intelectual.

Saludos