martes, 25 de octubre de 2011

Los renglones torcidos de Dios y otros borrones

Tras afirmar que "la burbuja especulativa sobre los inmuebles y la reciente crisis financiera tienen el mismo origen: la excesiva cantidad de moneda y de instrumentos financieros a nivel global", el Vaticano ha rematado la jugada preguntándose qué es lo que ha impulsado al mundo en esta dirección y contestándose -¡ay, esa manía que tienen algunos de preguntarse sin saber la respuesta...!-, que "ante todo, un liberalismo económico sin reglas y sin supervisión". Y eso lo dice en un documento elaborado por el Consejo Pontificio Justicia y Paz (aquí en castellano, aunque no demasiado bien traducido, y aquí en italiano)

Desde luego, con todos mis respetos para los católicos, es para cuestionarse muy seriamente la teoría de la infalibilidad de Su Santidad. Sí, sí, ya sé que su infalibilidad lo es en cuestiones de fe, pero hombre, si algo tan evidente como esto lo entiende al revés... Porque ya me dirán cómo se hace compatible una excesiva cantidad de moneda, cuya emisión, control y precio -tipo de interés-, está absolutamente controlada por los Estados, con el liberalismo económico sin reglas. Salvo que tengamos que hacer un acto de fe, claro.

6 comentarios:

Panduro dijo...

Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.

Buenos días.

Er Tato dijo...

Y con la Iglesia hemos topado, amigo Panduro.

Buenos días y buena suerte

Zapateiro dijo...

¿Y qué hacen estos del Vaticano en estos menesteres?

Er Tato dijo...

Mujer, que ellos también son parte interesada.

No me gusta demasiado acudir a la Wiki, pero es que en la página oficial del Estado del Vaticano no se dice ni pio sobre esta institución. O yo al menos no lo he encontrado. Curioso, ¿no?

Besos

veridiana dijo...

Muy bueno el artículo de Manuel Vicent el 22 de octubre: JOSEPH RATZINGER
Pisar Auschwitz con zapatos de Prada.

Un gusto leerte,aunque no me manifieste.

Un beso.

Er Tato dijo...

Bueno, ya hay demasiados manifiestos... y lo que te rondaré morena.

El gusto es mío, como siempre. Faltaría más.

Un manojo de besos