miércoles, 25 de febrero de 2009

Libertad con ira

No es el camino. La ley del Talión nunca es el camino. Al vecino de Lazcano, que martillo en ristre arremetió contra la guarida de unos lobos sedientos de sangre, le juzgarán y le condenarán. Y así debe ser. Sólo espero que le apliquen los atenuantes, e incluso eximentes llegado el caso, que sin duda existen. No hubo premeditación, ni alevosía, ni probablemente estaba en sus cabales en ese momento. Pero sobre todo y por encima de todos, su valentía. A cara descubierta, sin esconderse y asumiendo las consecuencias de sus actos. Justo todo lo contrario que los que destrozaron su casa.

No. No es el camino. Pero podría serlo si nos quedamos con el fondo de rebelión civil, de rechazo social activo, que supone ese acto. Ahora, una colecta en el pueblo para pagar la multa que seguro le caerá, el vacío a los asesinos y a quienes les apoyan, la certificación en las urnas de esa ira y las denuncias de los vecinos, una tras otra, a todos lo que tengan algo que ver con estos mafiosos, sería un buen comienzo del fin.


9 comentarios:

Juanma dijo...

Si yo hubiera sido responsable de los telediarios habría abierto con las imágenes de esta noticia. No es el camino, no, pero yo me quito el sombrero ante ese hombre que ayer puso en la calle un par de cojones.

Abrazos.

Anónimo dijo...

La ira en este caso es la justicia enmascarada. Creo que si todos los vecinos se hubieran puesto de acuerdo para unirse a ese hombre hubiera ocurrido algo parecido a un drama de Lope, "todos a una".
Besos

José Miguel Ridao dijo...

Pues yo creo que sí es el camino, tampoco es que haya matado a nadie. Ha demostrado que tiene cojones para hacer frente a los asesinos y de paso ha servido como ejemplo para ese amplio sector de la sociedad vasca acobardado por las amenazas de estas alimañas.

pilar dijo...

Aunque la razón me dice que las cosas no se deben arreglar de este modo, no puedo evitar sentir orgullo por este joven....y me cuesta trabajo ponerlo por escrito, porque abomino de la violencia, venga de quien venga (más tarde me voy a arrepentir de haberlo escrito). Desafortunadamente (lo digo con el corazón otra vez) ha salido esposado del sitio y con el mensaje claro de los violentos: "esto te va a costar 8 años". Mientras, los que pusieron la bomba en su casa se pasean por las calles de su pueblo y viven con una impunidad tremenda, a este joven este gesto le va a cambiar la vida, le va a costar el destierro.
Ya me has hecho caer otra vez, Tato, y mira que no quiero entrar en estos temas ....

Antonio Azuaga dijo...

“Valentía” y “a cara descubierta”, ¡no dices nada! Creo, amigo mío, que aquél término y la expresión ésta no constan en los diccionarios del terror, por eso un discurso así nunca podrán entenderlo algunos. Una pena. La misma que nos da Don Quijote, siempre apaleado y siempre vencido por el "juicio recto" de la embrutecida “realidad” a que se enfrenta, que en nada coincide con el recto juicio de quienes admiramos su arrojo frente a los molinos.

Er Tato dijo...

Y yo también me lo quito, Juanma, yo también.

Bueno, querida Parsimonia, la pena es que al final este valiente se quedará sólo. Si el pueblo, no sólo en este municipio, sino en todo el País Vasco, reflejara con contundencia en las urnas y en el rechazo social el hartazgo que ha mostrado este ciudadano, tendríamos un Fuenteovejuna con más fuerza que todas las leyes que podamos poner sobre la mesa.

¿De verdad crees que es el camino, José Miguel? ¿Te imaginas que la gente decente del país vasco se dedicara a destrozar las casas de los etarras? Después se pasaría a apalearles a ellos o a sus familias y se entraría en una espiral que no nos diferenciaría demasiado de ellos. ¿Que hay que aplaudir el gesto de este valiente por lo que significa de bofetada a los ciudadanos indolentes del País Vasco y a sus políticos? Yo el primero. Pero sigo creyendo que no es el camino.

Querida Pilar, esperemos que las consecuencias legales sean leves. Aunque solo sea por subrayar el contraste entre los agravantes de los actos de los asesinos (premeditación, alevosía y cobardía) y los atenuantes del acto de este ciudadano (espontaneidad y valentía).

Sin duda, amigo Antonio, esos términos no figuran en el vocabulario de los malnacidos. Pero sí entenderían el idioma del rechazo, que el pueblo les diera la espalda, que no fuera cómplice mirando para otro lado, que esos doscientos mil que votan a la izquierda aberchale les denunciaran. En manos de una parte del pueblo vasco está la solución.

Abrazos y besos al gusto

Juan Carlos Garrido dijo...

La actuación de este ofuscado ciudadano, haciendo suya la ley del talón, es un ejemplo paradigmático de situación que uno debe reprobar moralmente, pero que aprueba sin ambages a nivel visceral.



Por supuesto que la violencia no es la solución, sino germen, para la violencia, pero no se puede evitar que, en el fondo, este hecho te procure una satisfacción arcana y primaria; que, por una vez, sean “ellos”, acostumbrados a perdonar vidas, cuando no a segarlas, a los que les toque “sufrir”, aunque de un modo anecdótico, como es el caso.



No puedo jalear la conducta de este ciudadano, pero tampoco me veo con autoridad moral para reprobarla. Solo él sabe qué es lo que puede pasar por su cabeza, después de tantos años de oprobio y vejaciones silenciosas.

cibeles dijo...

¿Que grado de impotencia puede hacer que una persona reaccione asi?, porque mas alla de los actos juridicos que se van a derivar de los hechos, lo que es claro es que la acción le ha puesto en el ojo del huracan y esto sin duda tendrá efecto en su vida y en las personas que le rodean. Apoyos, si los tiene, por parte de sus conciudadanos no creo que sean alzando la voz y arropandole y supongo que el era consciente de ello, por eso me sigo haciendo la pregunta con la que arranque el comentario. Saludos

canalsu dijo...

No recuerdo acojonados a los familiares de los asesinos como cuando la policía vasca tuvo que defenderlos del linchamiento en los días siguientes al asesinato de Miguel Ángel Blanco. Fue gracioso ver su cara de sorpresa ante algo que ellos pensaban impensable