El BCE ofrece a los bancos toda la liquidez que deseen al 2% de interés. Los Estados avalan las emisiones de los bancos. La maquinita del dinero se ha puesto en marcha para financiar los abultados déficit de los Estados, expandiendo la base monetaria. Y sin embargo los créditos no llegan a la economía real en el volumen que ésta necesita. ¿Por qué?
Descartado el problema de liquidez a la vista del tratamiento de choque al que los gobiernos han sometido al paciente, sólo queda una respuesta plausible: no hay a quien concedérselos. Bien porque el personal no está para muchas fiestas -las solicitudes de préstamos han bajado de manera espectacular-, bien porque los que siguen teniendo ganas de juerga no cumplen los requisitos que garanticen la devolución del crédito. Y en éstas estamos cuando nuestro queridísimo gobierno, con el señor Zapatero al frente, reprocha a grito limpio a los banqueros su escaso patriotismo por conceder pocos préstamos. Y a los ciudadanos, nuestra propensión al ahorro, que es la cara de la moneda del escaso consumo. Habiendo sido la imprudencia y la avaricia, según palabras del patriota supremo, las causantes de este desaguisado, no deja de llamar la atención que ahora toquen a rebato para la concesión de créditos a granel y el consumo desaforado.
¿Se acuerdan de Fannie Mae y Freddie Mac? No, no son dos cadenas de comida rápida, aunque de basura vaya la cosa. Son las dos grandes entidades hipotecarias norteamericanas que a finales del verano de 2008 tuvieron que ser nacionalizadas. ¿A qué se dedicaban? Pues fueron creadas por el gobierno para facilitar el acceso de los estadounidenses a una vivienda en propiedad, de tal forma que, aunque no concedían directamente los préstamos, sí garantizaban los mismos y empaquetaban estos activos con otros, creando un nuevo activo que colocaban a grandes inversionistas. ¿Por qué se jodió el cotarro? Por dos razones fundamentales. Primero, porque los activos que respaldaban esas hipotecas, las viviendas, comenzaron a hundirse. Segundo, porque el propio gobierno incitaba a que garantizasen hipotecas a prestatarios poco solventes con la esperanza de que los incrementos de precio de la vivienda suplieran esa falta de solvencia. Cuando los precios de la vivienda se derrumbaron y el ciclo económico cambió, se pusieron de manifiesto las consecuencias de esa política imprudente de concesión de préstamos, pero ya era demasiado tarde. Esos activos y otros similares se habían extendido por todo el sistema financiero y, ante la incertidumbre de cuánta mierda tenía cada una en sus balances, la desconfianza mutua sobre la solvencia de las entidades se instaló en el sistema.
Resumiendo, que quienes incitan a la banca a ser imprudente, o no han aprendido nada de esta crisis, o sólo saben gestionar el corto plazo. En cualquier caso, impresentables es lo más suave que se les puede llamar. Y todo ello sin entrar en la segunda derivada que se deduce del enorme crecimiento de la base monetaria en el que se ha debido incurrir para inyectar liquidez en el sistema. ¿Se acerca por el horizonte una posible hiperinflación de manual? Los efectos secundarios en el medio y largo plazo de las recetas actuales ¿van a ser peores que haber dejado que al enfermo le hubiesen amputado un brazo y adelgazara algunos kilos?
Otro día hablaremos de ese engendro que quieren crear en EEUU al que llaman bad bank. Algunos ya andan con el globo sonda por la vieja Europa para tantear el ambiente con eso de crear bancos malos. O traviesillos, que dirían algunos.