viernes, 9 de agosto de 2013

¿Bajar salarios? No sé yo...

¿Cómo han evolucionado los salarios en los últimos años en España? Ésta es una buena pregunta con respuestas diversas. Si uno se acerca a esta cuestión con ciertos prejuicios, tiene a su disposición datos suficientes como para concluir lo que a uno le venga bien.

Si se emplean salarios nominales -sin tener en cuenta la variación del poder adquisitivo del dinero-, nos saldrá una foto que mostrará cómo los salarios se han más que duplicado en los últimos 25 años y, en tal caso, parecerá fácil concluir que deberían bajar.

Si se emplean salarios reales -teniendo en cuenta la variación del poder adquisitivo-, puede llegarse a la conclusión contraria y, además, surge otro dilema. ¿Qué instrumento empleamos para convertir los salarios nominales en salarios reales? ¿El IPC? ¿El deflactor del PIB?

A todo ello habría que añadir otras cuestiones: ¿qué incluimos en el concepto salario? ¿sólo el salario bruto que percibe el trabajador o también las cargas sociales que el empresario paga por ese puesto de trabajo?

Entonces, ¿qué datos usamos para construir el escenario en el que nos encontramos? En realidad, lo único importante cuando se muestran datos es explicar de dónde salen, qué representan, qué metodología se ha usado y qué sesgo introducen en el análisis. Eso es lo intelectualmente honesto, aunque no sea lo habitual.

En este caso, de entre todas las fuentes disponibles, he usado la base de datos macroeconómicos de la Comisión Europea y lo que ellos denominan "compensación por empleado", que incluye tanto el salario bruto percibido por el trabajador como las cargas sociales pagadas por el empresario. Aunque hay quienes opinan que las cargas sociales no son salario, a mí me parece evidente que sí lo son y, por tanto, deben ser tenidas en cuenta.

¿Cómo se calcula esa compensación por empleado? Pues dividiendo el total de lo que se ha pagado en el país por esos conceptos entre el total de los empleados. Esto da como resultado una compensación media que, como toda media, tiene sus carencias. Ya saben el viejo chascarrillo estadístico del pollo y medio.

¿Y cómo se resuelve la conversión de las magnitudes nominales a reales? Pues usando bien el IPC, bien el denominado deflactor del PIB.

El IPC tiene fundamentalmente dos inconvenientes: que sólo contempla la variación de precios de un conjunto restringido de bienes -la denominada cesta de la compra-, y que su composición varía a través de los años, y no siempre con criterios puramente técnicos, ustedes ya me entienden. Esto implica que, por un lado, no mide de forma completa la variación del poder adquisitivo de los ciudadanos, y por otro, que las magnitudes no son del todo comparables temporalmente.

El deflactor del PIB, explicado de forma sencilla, vendría a ser como el IPC, pero suponiendo que la cesta de la compra son todos los bienes producidos en el país. En mi opinión, para establecer comparaciones entre magnitudes macroeconómicas, resulta más adecuado este indicador.

En cualquier caso, en el gráfico se presenta la evolución de la compensación por empleado en términos reales, utilizando tanto el IPC como el deflactor del PIB, expresada en forma de índices. ¿Y qué es esto de los índices? Pues es una técnica que permite representar la evolución de una variable con independencia de las unidades en las que se exprese y de su magnitud. En este caso, se ha empleado la compensación por empleado del año 2005 como índice de referencia. Así, si la compensación por empleado en 2005 fue, por ejemplo, de 32.456 €, a esa cifra le asignamos el valor 100, de tal forma que si para el año 2007 tenemos un valor del índice de 110, esto significa que en 2007, la compensación por empleado fue un 10% más que en 2005, es decir, que ascendió a 35.701,6 €.




Como se ve en el gráfico, la compensación por empleado ha mejorado un 17,5% desde 1.987 hasta 2.012. Es preciso insistir en que se trata de magnitudes reales, ya deflactadas, lo que implica que en términos nominales el incremento es muy superior.

¿Y qué significa todo esto? Pues realmente bien poco si no se pone en relación con otras variables. Por ejemplo, que la remuneración media haya subido no es malo si la productividad ha subido más. En el cuadro siguiente se muestra la evolución de la productividad medida como PIB producido por empleado a precios constantes, comprobándose que en el periodo analizado, la productividad se ha incrementado en un 32%. ¿Dónde ha ido a parar la diferencia entre el incremento de las remuneraciónes -un 17,5%-, y el de la productividad? Pues, obviamente, a retribuir al capital, pues el incremento de la productividad se debe tanto a las mejoras del capital humano -habilidades y formación-, como a las de capital físico -herramientas y equipamiento-, y ambas están implícitas en la evolución de la productividad.





¿Y a cuento de qué viene todo este rollo? Pues a que, a pesar de lo que diga el FMI y hasta Krugman -o precisamente por eso-, no está nada claro que en nuestro país sea precisa una bajada de salarios, o al menos no de forma generalizada. Hay sectores competitivos en los que no es necesaria, mientras que existen otros en los que es urgente. En cualquier caso, lo que es fundamental es que las reducciones salariales se realicen mediante una mejora importante de la competencia y del libre mercado, y no mediante la intervención en la economía. De no hacerlo así, en aquellos sectores donde la competencia brille por su ausencia, la rebaja de salarios se traduciría en incrementos de beneficios empresariales, no en descenso de precios, trapasándose renta del trabajo hacia el capital de manera injusta. En cambio, el incremento de la competencia presionaría a la baja tanto los salarios como los beneficios empresariales y, en consecuencia, los precios de los bienes y servicios, lo que compensaría los efectos que sobre la demanda interna tendría una disminución de los ingresos salariales.

Concluyamos pues, una vez más, que el libre mercado es de izquierdas...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Te felicito, Tato. Sí, soy el anónimo de siempre, el que piensa que no todos los pirados (tu caso) son visible en una simple ojeada. Tu caso es más profundo. Pero bueno, a lo que iba, te felicito porque pocos pierden tanto tiempo en trabajar una entrada, ofreciendo de todo: gráficos laberínticos, tonterías superiores, una excelente gramática, sectarismo...
Mi felicitación no se asienta en la ironía, te lo prometo, créeme, aunque sólo sea por esta vez.
(tu minusvalía ideológica es desagradable al sentido común, al mío, claro)


Er Tato dijo...

¿Y cuál es la parte de la entrada que dices que has entendido? ;-P

Si es que eres un fiera...

ansiadalibertad dijo...

¿Y cuál es la parte de la entrada que ha leído?. ¿Ha leído?. ¿Lee?