Ya lo dijo este verano el presidente de la Audiencia Nacional, Ángel Juanes, "...quien tiene más medios, tiene más posibilidades", refiriéndose a nuestro sistema judicial.
Y ya apunté algo aquí y aquí. Pero que ahora los Albertos soliciten además al Estado 4,6 millones por daños morales, sólo viene a ratificar la inmoralidad y la desvergüenza de estos dos chorizos. Ellos, que fueron condenados por el Tribunal Supremo en 2003 por estafa y falsedad en documento mercantil. Ellos, que fueron amparados posteriormente de manera torticera por el Tribunal Constitucional mediante una triquiñuela jurídica que, en todo caso, admite implícitamente como probados los hechos contenidos en la sentencia condenatoria recurrida. Ellos, que han sido incapaces de cuidar su propia moral, quieren ahora que el Estado, es decir, todos nosotros, les pague el daño moral que ellos mismos se infligieron. ¿Se puede tener menos vergüenza? Y no sólo me refiero a los Albertos.
7 comentarios:
Y te parece poco?
¿Sólo a los Albertos?
Bajo las gabardinas siempre hay exhibicionistas sinvergüenza.
4.6 Millones de collejas les daba yo.
Saludos.
Esto es lo que les vendría bien a los Albertos: http://www.youtube.com/watch?v=n06DPSJ8A5M&feature=player_embedded
Saludos.
Hombre Tato y cía de la tasca, me parece que sois unos desconsiderados con los Albertos.
No es verdad quizá que no somos nadie para haber inflingido a estos señores el sufrimiento que les hicimos padecer.
Creo que estos señores, Prado y Colón, y otros muchos señores con entrada libre en la Zarzuela, y el primo moro de nuestro Monarca no se merecen ciertos tratamientos.
Por favor, un poco más de respeto para estos sacrificados de la Patria
Antes de reclamar, deberían demostrar que tienen siquiera un ápice de moral susceptible de ser dañada.
Vamos, digo yo.
¿Te refieres a la desvergüenza o a la indemnización, Javier?
Y alguna que otra gamba, mi Capitán.
Algunos años y un día es lo que les vendría bien, Juan Carlos. Bueno, eso y el tío de la vara.
Tienes razón, Rafael. Nos quejamos de puro vicio.
Eso mismo digo yo, Panduro. No se puede dañar lo que no se tiene.
Unos cuantos abrazos.
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