Terminó de colgar los últimos vestidos en el ropero del dormitorio rosa, en la planta superior. Braguitas, medias, sujetadores, faldas, pantalones, zapatos, blusas, camisas, sombreros, complementos... Ya estaba todo. Cuando oyó su nombre, dejó las tijeras en el suelo y salió de la habitación dando alegres saltitos. Uno con el pie izquierdo. Uno con el derecho. Otro con el izquierdo... Ya en la puerta, se volvió a mirar su casita de muñecas. Iría a por su pan con chocolate y volvería rauda a recoger los restos de recortables esparcidos por el suelo antes de que su madre se enfadara, decidió.
Francisco de Zurbarán: Jesús crucificado expirante
Hace 7 horas
18 comentarios:
Se me ocurren varias continuaciones, pero seguro tú tienes una inimaginable.
Bueno, hoy tocaba final suave, como el migajón de las vienas de verano, esponjoso. Las calores no daban para mucho más. Además, la ausencia de un final inimaginable es ya de por sí inimaginable en mis relatos. ¡Ahí tienes el final inimaginable!
Y sin duda, la escena puede inspirar continuaciones interesantes. Tengo curiosidad por conocer tus propuestas.
Un abrazo
Bueno, como siempre, como de costumbre, una maravilla. No sé qué final se puede imaginar, éste me parece perfecto.
Ay, cuánto más le queda por decidir a nuestra niña.
Un fuerte abrazo.
Este relato lo he vivido yo más de una y varias veces, lo peor es que a mi la merienda casi siempre me paraba una batalla si el recortable era de soldados o una obra si era de un castillo.
Fenomenal relato, de todas formas y como siempre, un abrazo
Ya sabes Juanma, ve ahorrando para un casa de muñecas con un dormitorio rosa...
¡Y cómo estaba el pan con chocolate, amigo Rafael!
Muchas gracias a ambos y un par de abrazos de los pican en la espalda.
¡y yo que siempre he sido un chicazo, y he jugado con indios y yankis, y el Fort Apache, y el tanque con musiquita...y las muñecas de adorno...¡ Lo mío no tiene nombre.
Pero el pan con chocolate "chobil"...todas las tardes...(pan con aceite y azucar o sal...también...incluso con tomate aplastado).
Precioso post. Un beso TATO...hoy invito yo a unos chupitos
¡Uuuhmmm! Pan con aceite y azucar. ¡Qué delicia! Pues yo jugaba a los cromos, al elástico, al teje,y como ayudaba a mi madre en la cocina, mi padre me miraba con cara de preocupación. Cosas de los antiguos, pero ahora cocino de lujo.
Venga esos chupitos...
Un besazo
jijiiji
Está claro que un chico que cocina (que es verdad que no hay muchos)...cocina de ensueño...
Más besos...
Yo es que me he autorregalado una, de madera en bruto, y sólo el placer de mirarla, colocar sus muebles e inquilinos, me da vida.
Y con el pan con chocolate aún continúo...
¿La niña de su microrelato pensaría que ya era hora de buscarse un novio, o ese era el deseo de su madre?
Besos chocolateros. ("que sugerente...")
Y no sólo cocino, amiga Mangeles. Ahí queda eso.
¿Por qué piensas que era una niña, querida Dama? Tú misma te has autorregalado una casita de muñecas y eres toda una señora de hermosas piernas... a pesar del chocolate.
Iba a contestaros que besos húmedos -por lo del calor, no seáis...-, pero quizás quede sugerente en exceso, así que dejémoslo en besos, que uno es un caballero.
UINSSS...no voy a preguntar, que estamos a 40º en los madriles....
Bueno. No me evoca situaciones concretas, aunque sí sensaciones que sé que he vivido.
En cuanto que me han prestado una conexión ya estoy en tu taberna. Precioso tu relato, te felicito. Además de recortables, mi entretenimiento favorito cuando era pequeña. Besos, Pilar
Sí, mejor no preguntes, Mangeles. ;-)
Es que el pan con chocolate de las meriendas es capaz de trasladarnos a las tardes de pantalón corto, saltos a piola, frescores de zaguanes, olor a tierra mojada de riegos de verano, amigo Panduro.
Así me gusta, Pilar, que en cuanto encuentres una puerta te cueles en la taberna y me dejes alguna propina.
Besos y abrazos
Me gusta tu Cuaderno, Er Tato.
Me gusta.
Vaya, Javier, pues muchas gracias. De verdad.
Un abrazo
La descripción de los saltitos es decisiva, una buena pincelada para caracterizar al personaje.
Los niños son ángeles hasta cuando se portan como demonios.
Besos.
Se nota que aún no has sido mamá, querida Parsimonia. ;-)
Besos inocentes
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